Por Karina Monsalve
Muchas personas creen que la etapa de la maternidad es la más hermosa que una mujer pueda transitar, sin embargo, es una etapa que suele estar cargada de idealismos. No para todas las mujeres la experiencia de la maternidad es satisfactoria y plena. Indudablemente, es uno de los momentos más especiales y únicos que vive una mujer. No obstante, poco se dice de lo desafiante que puede llegar a ser transitar esta etapa sin la estabilidad psicológica y emocional que requiere la madre para brindarle seguridad y paz a ese nuevo ser.
La realidad es mucho menos idílica. Junto a los cambios físicos y biológicos que sufre toda mujer como alteraciones hormonales, sobrepeso, dolor en las mamas, posibles complicaciones… Las madres experimentan un giro brusco en su estilo de vida, sus rutinas diarias y sus relaciones sociales. Asimismo, la responsabilidad de cuidar a un bebé, más aún si es una nueva experiencia, junto a la habitual falta de sueño asociada a este periodo, supone una carga añadida de estrés que puede tener un impacto negativo en la salud mental y en el bienestar psicológico y social de la madre.
Muchos estudios han demostrado que aun cuando el embarazo haya sido un evento deseado, éste puede aumentar el riesgo de una madre de padecer síntomas que alteran su funcionamiento diario como: su estado de ánimo, su irritabilidad, un llanto fácil, alta sensibilidad, hasta algún trastorno de salud mental como la depresión, trastornos de ansiedad, trastornos psicóticos en los peores casos.
La maternidad va más allá de una revolución emocional producto de los ajustes bioquímicos de la gestación. La llegada de un bebé implica una nueva rutina, una nueva organización y una nueva manera de relacionarse con el mundo entero. Las necesidades del bebé están de primero y deben cumplirse de manera inmediata, de allí que las necesidades maternas se vean desplazadas y a veces hasta olvidadas. Esto acarrea un desgaste físico, pero también mental, lo cual hace mella en la psique de quien debe darlo todo, las 24 horas al día.
Establecer límites en la adolescencia puede marcar diferencias
Algunos estudios muestran que el 3 % de las madres pueden desarrollar un trastorno de estrés postraumático, aumentando esta cifra al 6 % en las mujeres que han sido intervenidas con cesárea de emergencia, las que han sufrido una pérdida obstétrica o las que han tenido un bebé con una enfermedad médica grave o que ha sido ingresado en la unidad de neonatos (JCMH, 2012; Howard et al., 2014).
De allí que vemos el incremento significativo que ha tenido el abuso de niños por parte de sus padres y cuidadores; no solo abuso de tipo sexual (que ya nos habla de un abuso de autoridad, carencia de valores, educación, principios y la instauración de conductas psicopáticas en los adultos) sino también el abuso de psicológico y emocional (gritos, maltrato físico, castigos largos, falta de cuidado..) producto del desgaste y agobio de esa madre que no tiene un espacio propio para drenar y aliviar las cargas.
El cuidado de un niño implica serenidad, juicio, responsabilidad, madurez y sobre todo cordura, es decir, sensatez y buen juicio; un equilibrio mental y emocional necesario para hacerse cargo de otro. Si la situación de estrés que causa la llegada de ese bebé, desborda y sobrepasa las capacidades emocionales de esa madre, entonces podemos hablar de que existe un riesgo para ella y para el bebé.
La maternidad debe ir acompañada de tener un espacio fuera de la fusión madre-hijo donde ésta pueda apoyarse en los demás; en la pareja, en una abuela, hermana, amiga o en cualquier persona de facilite la transición de esta etapa. De esta manera se puede ayudar a combatir los problemas psicológicos y emocionales propios de este momento. Una persona que pueda brindar atención, calma, alivio y soporte a las madres para que logren de manera más feliz y armónica su rol.
Te dejo algunas recomendaciones para adaptarte a tu rol de madre:
- Limita las horas de visita.
- Si necesitas privacidad, pídela.
- Busca tu espacio para hacer alguna actividad que te genere bienestar (Caminar, escuchar música, pintar, leer…).
- Si algunos de tus familiares te van a ayudar a cuidar al bebé, puedes poner tus reglas.
- Usa la tecnología para mantenerte cerca de tu familia y de tus amigos, pero también para organizar los nuevos horarios y rutinas de tu bebé.
- Déjate ayudar
- Buscar ayuda especializada si lo amerita.
KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve
Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.
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