Para Gustavo, colega y nieto
Por: Gloria Cuenca
La ausencia de libertad de expresión e información son causas, esta estudiado científicamente, de la aparición de rumores. En efecto, cuando no se sabe, se inventa, dice el dicho popular. Lo hacen muchas personas. Por otra parte, el desarrollo informativo tecnológico ha producido una enorme cantidad de datos reductores de incertidumbre, (informaciones), disponible para gente que no conoce, ni sabe de qué se trata. Otros, han visto mermar sus fuentes noticiosas confiables, y esto, a pesar de las redes; o gracias a ellas.
Buscar la fuente de donde salió la información, sea noticiosa o no, es tarea que toca y pertenece a los periodistas, so pena de incumplir con nuestro Código de Ética. Sucede que de repente, nos vemos con una cantidad de información no comprobada, que exige que se verifique la información noticiosa con precisión. ¿Dónde y cómo hacerlo? Diría Cantinflas, allí está el detalle.
Para eso estudiamos con pasión y ahínco —casi siempre—, a fin de cumplir con el mandato de decir la verdad, como norma irrenunciable de la profesión. Lo primero, quiero recordar a los contradictorios y amables lectores, que la verdad en el periodismo no implica una postura filosófica, sino refiere a lo que conocemos como veracidad. Se trata de que, es veraz, aquello que se puede demostrar que ciertamente ocurrió. Y, lo podemos comprobar. De eso se trata. De la comprobación de un suceso o hecho.
Muchas veces no es fácil, a pesar de que, hay una enorme cantidad de organizaciones destinadas a comprobar o verificar las numerosas informaciones noticiosas que circulan como fake. Sin autor, (son anónimos) sin fuente, sin fecha, con lenguaje estrambótico. Dicen cuestiones posibles, o que tal vez, queremos que lo sean. Todo este conjunto de elementos hace que, en determinado momento, no usemos el espacio protector, tan necesario para asimilar alguna información noticiosa fuerte; actuar racionalmente y tomarnos el tiempo para verificarla.
Sin embargo, muchas veces hemos esperado con afán por días, meses y hasta décadas, algún hecho o suceso que nos cambiaría la vida o la perspectiva. ¿Por eso no lo verificamos? Se acepta sin vacilación alguna. Después viene la duda y aparece el problema: ¿Cómo saber si se dice algo cierto? Es un desafío de nuestro tiempo. Hay que comprobar la veracidad de los hechos, aun cuando suene a verdad y, especialmente, cuando quisiéramos que fuera verdad.
Preguntamos, ¿Por qué hay gente inventando mentiras y publicándolas por las redes? Sobre todo, aquellos/as que lo hacen de manera anónima y publican cuestiones que molestan, perturban y hasta agreden a las personas, objeto de la publicación. Deberá continuarse estudiando el fenómeno.
Ya se ha descubierto que, los de la tercera edad, somos más propensos a creerlas. No conozco estudios sobre la personalidad de quien hace este tipo de publicación conocida, como fake news. Sin embargo, en varios videos he visto con sorpresa cómo algunos jóvenes se sienten bien al crear situaciones que no eran posibles, sin que apareciera por las redes, el hecho falso. Aparentemente, hay una sensación de poder (¿asusta? ¿complace?) quien pone a los usuarios para que se produzcan visitas, que lo hagan tendencia en pocos minutos. Es algo íntimo en una primera instancia, luego se transforma en un mérito que se atribuyen unos y otros. ¿Es una forma de propaganda? Habrá que estudiarlo disciplinadamente para entenderlo.
Por lo pronto, ha surgido una cantidad importante de organizaciones y departamentos de oficinas que se dedican a investigar la falsedad o veracidad de las informaciones noticiosas. Los consecuentes, contradictorios y amables lectores y seguidores, deben estar alerta para no caer en las noticias falsas.
Por mi parte, tengo la suerte de tener a un extraordinario nieto, mi colega, que me advierte permanentemente sobre mi ingenuidad para creer las informaciones noticiosas que resultan ser falsas. Me hace estar alerta cada vez más y no confiar en noticiones que, de un momento a otro aparecen, o para llenarnos de ilusión o para hacernos caer en la melancolía.
Son los nuevos tiempos: tenemos que aprender a manejar esos datos que llegan, con rigor, seriedad y muy alertas, ingenuos hay demasiados; caer en la bobería, como en otras épocas. ¡Por favor, no!
GLORIA CUENCA | @editorialgloria
Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela
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