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lunes, 11 noviembre, 2024

Rodolfo Izaguirre vuela hasta Madrid con Lo que queda en el aire

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Por: Andreina Mujica

Tal vez sea este señor, hacedor del país perdido el que tenga todo para recuperarlo, la ternura necesaria para reconstruir desde el recuerdo, el humor para dejar atrás la amargura de lo perdido y la inmensidad de amar tanto al lenguaje como un miembro mas de una familia honesta, celebrada y trabajadora. 

La Librería Los Pequeños Seres en España y Gisela Cappellin ediciones de Venezuela se unen en este acontecimiento que lleva el genio de Rodolfo Izaguirre a la tierra de Cervantes.

Muy cerca de la Plaza Mayor de Madrid se encuentra la Biblioteca Pública Municipal Iván de Vargas, que ocupa el espacio de una antigua casa perteneciente a uno de los linajes más antiguos de la capital española. Tenía que ser un escenario de película el que sirviera para la presentación del libro de Rodolfo Izaguirre, “Lo que queda en el aire”, que llega a España este miércoles 22 de mayo, a las 19:00, hora local. El evento contará con palabras de la periodista Karina Sainz y del escritor Roger Salas.

Un tributo de amor, un homenaje al recuerdo, una herencia para los enamorados. Un recuerdo de familia.

Yo no me expreso con ideas, sino con imágenes” es una frase que identifica a Rodolfo. Muchos de nosotros crecimos viéndolo en televisión en aquella maravillosa producción, Cinemateca Nacional, y Belén se expresaba con el movimiento, con la danza, con el baile.

Cofundó con el maestro Vicente Nebrada el Instituto Superior de Danza en 1982. El libro Nebrada/Nebreda (1986) es un tributo a la danza en Venezuela, al diseño maravilloso y premiado que tuvo nuestro país. En este caso, fue el gran John Lange quien diseñó el libro con la mejor selección de fotos realizada por Belén, Ricardo Armas, Nelson Garrido, Barbara Brandli, Roland Streuli, entre otros grandes de la fotografía venezolana.

Ganó el Premio Conac de la Danza cinco años después, por sus aportes como bailarina, maestra y por los esfuerzos realizados por la profesionalización e institucionalización de la danza en Venezuela.

Ellos hicieron país, hicieron instituciones, nos regalaron cine y ballet. Rodolfo es el más democrático de nuestros intelectuales con casi un siglo de vida. Es un joven de más de 90 años. Cuando murió Gómez apenas era un niño, de joven le tocó la dictadura de Pérez Jiménez y ahora lleva más de dos décadas con el régimen chavista. Tres regímenes militares en el escenario de una vida. Lo que nos relata de su propia voz :

Rodolfo Izaguirre Yo nací en 1931 y Belén Lobo un año más tarde. Pero con ella nace el ballet en Venezuela y conmigo, siendo Director de la Cinemateca Nacional, se forman los distintos gremios: la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (Anac), la Cámara Venezolana de Largometraje (Caveprol), la Federación Venezolana de Centros Culturales Cinematográficos (Fevec).

Se abre la oportunidad de exigir al Estado que deje de ser decimonónico al apoyar solamente la literatura (bibliotecas), la música (conservatorio) y las artes plásticas (museos), y apoye y fortalezca al cine.

Éramos en nuestra adolescencia dos flores de loto que intentaban orientarse en la búsqueda de una democracia que no sabíamos qué era y de una modernidad que dejaría atrás a un país primitivo e inexistente que padeció el autoritarismo de Juan Vicente Gómez.

En relación al cine, fue en tiempos de la primera administración de Carlos Andrés Pérez cuando se dictaron unas débiles medidas de protección. Pero los cineastas siguieron presionando y lograron una Ley de Cine que no tienen la literatura, la música, las artes plásticas, el teatro o la danza. Con la Nena Coronil, siendo Gallegos presidente, se crea el Ballet Nena Coronil y, con los alumnos más aventajados, la Compañía de Ballet Nena Coronil, la primera compañía profesional venezolana. 

Desde la visita de Ana Pavlova a Puerto Cabello en 1917, no se habló nunca de ballet en Venezuela. Lenin fusiló a toda la familia zarista y encomendó a Isadora Duncan que organizara la danza en el nuevo país revolucionario. Ella habló con los bailarines del Bolshoi y les dijo: “¡Ustedes acaban de hacer una revolución, pero la revolución comienza por los pies! ¡Quítense esas zapatillas y bailen descalzos!” No lo hicieron y la revolución prefirió seguir la cultura zarista, y fue el ballet y no la danza contemporánea lo que se impuso. Pero en Venezuela fue Belén quien buscó el camino de su propia libertad. 

Fue la primera venezolana en entrar a la School of American Ballet de Nueva York y allí adquirió la técnica y sabiduría corporal que la convirtieron en bailarina profesional y dueña de una sólida cultura. Cuando tuvo que retirarse de la vida activa, encontró en la escritura la más perfecta extensión de los escenarios y escribió sus reflexiones sobre las exigencias y dificultades financieras que obstaculizan el desarrollo del ballet en el país venezolano y un admirable libro sobre el bailarín y coreógrafo Vicente Nebreda titulado Nebreda Nebrada, un juego con la vocal que evitaba que en los Estados Unidos lo llamaran Nibrida. 

Una vez casada con Rodolfo Izaguirre sentenció: “…creo que lo mejor que hice en mi vida fue casarme en 1964 con Rodolfo Izaguirre y tener mis tres hijos: Rházil, Boris y Valentina. Eso me ha salvado del exilio que implica la imposibilidad de bailar.” 

También Rodolfo se refirió a Belén: “…el gran privilegio de mi vida fue haber encontrado a mi mujer Belén, con la que establecí una relación viva, de constante espontaneidad y asombro en la que el amor es tangible y el encanto físico interpersonal. Un juego espléndido: dos cuerpos que se encuentran, se tocan, se funden uno en el otro y luego surgen hijos bellos e inteligentes que buscan su propio camino.” El cáncer acabó brutalmente con su vida, pero dos días antes de morir me miró a los ojos y me dijo: 

“¡He hecho de ti un águila y un relámpago! ¡No permitas que esta gente (el régimen militar de la hora actual venezolana) arruine lo que hemos construido!”

Boris Izaguirre Escribir Lo que queda en el aire ha hecho muy feliz a su autor, que es nuestro padre, y eso nos ha fortalecido a todos, además de ofrecer un retrato del país que ellos construyeron y al que nosotros siempre perteneceremos.

Rházil Izaguirre Su influencia en la formación de cada uno de nosotros ha sido vital. En mi caso, mi profesión se dirigió hacia el diseño de iluminación de artes escénicas; sobre todo ballet clásico y danza contemporánea. Belén fue una guía permanente, especialmente en los 20 años de mi trayectoria en el teatro Teresa Carreño. Lo que queda en el aire es lo que varias personas han dicho sobre este libro tan fabuloso: un poema largo dedicado a la mujer que nuestro padre amó con pasión. Recordar a Belén es siempre sentirla cercana aun cuando está en otro plano. En nuestra familia siempre nos apoyamos unos a otros: Valentina desde Los Ángeles o desde Nueva York, Boris desde Madrid o desde Florida, Charo y nuestras hijas Verónica y Claudia que disfrutaron la maravilla de tener a su abuela Belén antes de marcharse al exterior al inicio de su juventud.

Valentina Izaguirre Lo que queda en el aire es una hermosa declaración de amor. Cada página es una ventana hacia la creación de un país y una familia moderna en Venezuela.

Gisela Capellin, escritora y editora

Mi experiencia como editora surge después de varios libros editados con mi propia obra.

Editar la obra de los demás me da una distancia objetiva con los textos y la libertad ante otros los ojos  para  elogiar un trabajo.

Éste libro, al igual que los anteriormente editados por mi, me ha dado el gusto de un acercamiento de íntima comunicación con los autores y en el caso de Rodolfo Izaguirre con la sabiduría de un ser de luz

El artista y fotógrafo Ricardo Armas:

Estoy en deuda con Rodolfo y con Belén, como lo estaremos por siempre los que teníamos 20 años y asistíamos a La cinemateca en el Museo de Villanueva.

Con Belén mis recuerdos están en movimiento Gracias a su apoyo en mis años de fotógrafo con el Maestro Nebreda.

Ambos me enseñaron lo que es el momento decisivo cuando se habla de Ballet

Eso, me cambio la vida, y la mirada.

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