Analítica
Por: Heberto Alvarado
¿Sabías que tu smartphone emite radiación? Aunque la información es desconocida por buena parte de los casi 5 mil millones de usuarios de móviles en el mundo, es un hecho. Sí, los smartphone emiten radiación. Una verdad que no necesariamente debe generar alarma.
Mucho se ha escrito sobre este polémico tema. Alrededor del hecho se ha levantado mucha información, que en algunos casos genera alarma excesiva, o, por el contrario, una despreocupación igualmente peligrosa.
Los smartphone como dispositivos de telecomunicaciones, que se sustentan en la recepción de ondas electromagnéticas reciben y emiten dosis de radiación. Ahora bien, ¿es esta radiación dañina para el ser humano?
La respuesta depende directamente del alcance que queramos darle al término “dañina”. Si aseguramos que la radiación de los teléfonos inteligentes puede provocar cáncer, estaríamos avalando una mentira.
Se generaría una alarma sin fundamentos y al final las cuantiosas teorías conspirativas que existen, seguirán alimentando nuestros miedos y por ende, afectando nuestras decisiones.
Ahora bien, si definimos como “dañina” a algún riesgo hacia nuestra salud, allí deberíamos ser un poco más suspicaces y comenzar a pensar. La generación de calor y la emisión de ondas radiactivas, por más bajas que sean, pueden generar alguna alteración de nuestro organismo, que no fue creado para soportar dosis pequeñas pero incesantes de calor en períodos largos. ¿Cuántos años llevas usando un smartphone? ¿Cuánto tiempo pasas con él cerca de tu cuerpo?
Otro punto no menos importante cuando referimos a la radiación es saber diferenciar dos tipos de emisiones de calor, las cuales son la base para reducir nuestra ignorancia sobre esta materia y a partir de allí asumir una postura con más sustento y más conocimiento
Calentar, quemar o derretir
La radiación, como comenté, se divide en dos tipos bien diferenciadas. La ionizante, aquella que tiene el suficiente poder de romper un átomo, una célula e incluso alterar el ADN. Este tipo de radiación está presente en los rayos ultravioleta, los rayos X, entre otras fuentes naturales o artificiales.
La radiación ionizante puede conducir a graves daños en los tejidos y las células si el cuerpo se somete a dosis elevadas y constantes.
Este tipo de radiación, cuando se emplea por fuentes artificiales y controladas, es utilizada por la ciencia para tratar enfermedades graves. En ningún caso existe una exposición del cuerpo durante períodos extensos.
La ciencia está clara que el contacto permanente con dosis elevadas de radiación ionizante genera alteraciones graves en las células, daños profundos en la piel y los diversos tejidos del cuerpo.
La otra fuente de radiación es la no ionizante, en ella, la emisión de calor es mucho más reducida, y no genera daños en el átomo y, por ende, en las células. No hay impacto directo sobre el ADN.
La radiación no ionizante es la que generan las ondas electromagnéticas, los rayos infrarrojos y las radiofrecuencias. Un ejemplo de radiación no ionizante también está en los hornos microondas, los cuales, calientan las moléculas sin descomponer su composición.
Otro ejemplo de ellas son las telecomunicaciones, y en este sector los smartphone.
Los teléfonos inteligentes reciben una señal electromagnética que se emite desde la radiobase y que capta por una antena. Este mismo dispositivo emite una señal que vuelve a conectarse con esa radiobase para así generar la comunicación.
En este proceso se emite radiación. Una radiación no ionizante, que no es dañina por sí sola, para nuestro organismo. Sin embargo, y a pesar que hay innumerables artículos que nos dejan claro que no perjudica nuestra salud, tampoco hay información científica, en la cual se demuestre que una exposición constante a fuentes de este tipo de radiación puedan generar algún tipo de daño al cuerpo. Por ende, debe prevalecer la precaución.
En el exceso problema
La radiación que está presente en todos los objetos de la tierra es esencial para la vida. Gracias a la radiación el sol activa la existencia, se genera el espectro radioeléctrico y entre otras cosas podemos mantenernos energizados. Gracias a la capa de ozono esa radiación se controla y llega a nosotros como energía de vida.
Seres vivos, e incluso, rocas y otros objetos absorbemos y emitimos radiación. Ahora bien, ¿qué tanta radiación podemos recibir los seres humanos sin que generemos un daño en nuestro organismo, y sobre todo, por cuánto tiempo debemos recibirla?
En materia de smartphone, la FCC, es decir, la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos, puso unas cifras, las cuales han sido aceptadas por buena parte de los fabricantes en el mundo.
Todo parte de la TASA DE ABSORCIÓN ESPECÍFICA (SAR) por sus siglas en inglés. Esta guía pone límites a la radiación que los tejidos de nuestro organismo pueden «absorber sin recibir un daño”, en el caso específico de la radiación NO IONIZANTE, el daño se traduce en quemaduras, leves o profundas.
Para la FCC el nivel máximo permitido es 1,6 vatios por kilogramo (W/Kg) de radiación. Es decir, cualquier equipo que emita radiación por encima de estos niveles podría generar algún problema a nuestros tejidos.
Vayamos más allá. No solo nos planteamos cantidad, si no tiempo de exposición. La FCC es clara en indicar que en el caso de los smartphone comparar los valores de SAR puede causar confusión, “pues esa información se basa en el funcionamiento del aparato a su potencia más elevada, y no al nivel de exposición en su uso normal”.
Es decir, no hay un estudio claro que demuestre los riesgos que pueden presentarse al tener una exposición extensa, por décadas a una fuente de radiación baja.
Por consiguiente, lo más recomendable para el consumidor, es limitar el contacto con estas fuentes de radiación.
Industria indiferente
Un estudio realizado en septiembre de 2019 por la Oficina Alemana para la Protección contra la Radiación, en el cual se midieron los niveles de radiación de los 15 smartphone más comerciales del mercado, quedó demostrado que buena parte de los dispositivos tenían niveles SAR en los límites permitidos, uno de ellos, el smartphone Mi A1 de Xiaomi registró un valor SAR por encima de lo recomendado. Las empresas chinas estuvieron muy presentes en este ranking, con 7 de los 15 smartphones que emiten altos niveles de radiación.
¿Qué hacer? Como consumidores tenemos el derecho de exigir información. Si bien está claro que estos niveles de radiación no pueden provocarnos un cáncer, no hay ninguna investigación que afirme que una exposición excesiva a estas fuentes de radiación no podría generar alteraciones a nuestro organismo.
Por ello, es clave que los ciudadanos exijan información explícita sobre la tasa SAR del smartphone que nos están vendiendo. Esa información debe estar colocada en los empaques, en los manuales y con esta información debe estimularse un uso racional del equipo, para reducir la dosis diaria de radiación que estamos absorbiendo por comunicarnos con los teléfonos inteligentes.
¿Cómo cuidarnos?
La regla de oro es evitar el exceso. Mientras menos tiempo estemos en contacto con los smartphone, menos dosis de radiación no ionizante recibiremos.
De la mano con este punto, debemos ser precavidos. En el caso de las mujeres, no es recomendable colocar el smartphone entre los senos, o en el vientre.
En el caso de los hombres, sobre todo cuando manejan, es necesario evitar colocar el Smartphone entre las piernas. Los testículos, son vulnerables a fuentes de calor, y si bien no hay estudios que indiquen que los teléfonos pueden provocar esterilidad, tampoco hay alguno que diga que una exposición constante a fuentes de calor no generan algún daño. Por ello, es necesario evitar la exposición.
Si tomamos en cuenta que en promedio estamos en contacto con nuestro Smartphone unas 120 horas al mes, nosotros mismos estamos abriendo puertas a los riesgos. Por ello, tome en cuenta que el principal responsable de su bienestar es usted mismo.
HEBERTO ALVARADO | @Heberto74 @Hormigadigital
Periodista, director de Hormigatv.com