Los resultados de las elecciones de Barinas traen cola. Mucha gente no se explica cómo el chavismo reconoció la derrota sin conocerse los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE). Queda claro que fue contundente el triunfo opositor en tierras del “comandante eterno”. Harta la población de tanta prepotencia de la familia del difunto. Del colmo de la incapacidad, la corrupción y la terrofagia de los Chávez.
Son varias las consecuencias y perspectivas que brindan estos resultados. No solamente se trata de la derrota en el terruño de ese connotado apellido. Cuentan las cuestiones que la dictadura buscará en su favor, en medio de la derrota. De otra parte, habrá que ver las consecuencias para la oposición. Con el reconocimiento temprano de la derrota, busca el régimen legitimar su sistema electoral al dar una muestra de cómo se gana o se pierde por igual. En este caso perdiendo por partida doble. En una arrebata y en otra reconoce.
En 2004 Chávez rememoró la célebre maniobra de Zamora en la batalla de Santa Inés contra las tropas gubernamentales durante la Guerra Federal. Puso en práctica aquello de una aparente retirada para luego lanzar una contraofensiva aplastante para ganar el referendo, cumpliendo con lo contemplado en el artículo 72 de la Constitución. Algo de eso puede haber en esta oportunidad. Al menos se puede desprender de las perspectivas para 2024. Reconoce el gobierno el triunfo de la oposición en Barinas para hacerse fuerte en la fecha del 2024 y luego lanzar una contraofensiva para triunfar. Cuenta, desde esta perspectiva, con la idea de que la oposición se confiaría en un triunfo contundente como el alcanzado en Barinas.
En cualquier caso, el chavismo seguirá con el fraude continuado. Recordemos que la bribonada no se produce el día de las elecciones. Es un continuo. Quitarle la tarjeta a buena parte de los partidos. Comprar dirigentes de las fuerzas opositoras para otorgarles los emblemas. Buscar y corromper a colaboradores de la oposición. Hacer uso de los recursos del Estado para su campaña. Todo el aparato de Estado a su favor. Hegemonizar los medios de comunicación hasta colocarlos a su servicio. Estos y otros recursos hacen un todo para completar un fraude continuado.
La perspectiva opositora
Pero también en la oposición esta victoria tiene un impacto que va más allá de la mera recuperación de la gobernación de un estado. La unidad alcanzada da cuenta de la justeza de esta orientación. Unidos es fácil derrotar al chavismo y a la par defenestrar a los alacranes. Puede ser que la rabia en Barinas no sea superada. Pero compiten las que se han levantado en otras regiones. Lo acontecido refleja, además, dos aspectos importantes: que la gente es la determinante principal y que con la autonomía en la toma de decisiones regionales, sin la injerencia de G4 alguno, se siembra más confianza. Los líderes regionales son los que cuentan.
De mantenerse la política unitaria —dejando a un lado los grandes males de la oposición mencionados— podrían crearse condiciones para una eventual victoria electoral sobre el candidato chavista. Lo que supone una candidatura unitaria.
No pidamos más. Difícil que se pueda delinear un programa alternativo que despierte entusiasmo en la gente pobre, en los trabajadores. Difícil que se levanten ideas de carácter nacional. De un desarrollo económico que apunte a la revolución industrial. Eso es poco probable. Pero, al menos, se pueden definir aspectos que motiven la unidad. La libertad de los presos políticos. Las libertades democráticas. Las condiciones electorales. Parece que no se puede pedir más. Al fin y al cabo, lo principal es salir de la dictadura. El día después las situaciones tomarán un cauce de acuerdo con la dinámica de la lucha de clases, de la lucha política en medio de una nueva correlación de fuerzas.
Ese camino, sin embargo, no debe cancelar la caracterización de la dictadura chavista ni la perspectiva rebelde. Por la concesión hecha en Barinas, fruto de la magnitud de la votación opositora, no se debe dejar de insistir en la lucha por las condiciones electorales. Nada ha cambiado. Ciertamente, a pesar del fraude continuado, del arrebatón del 21N, la unidad dio al traste con la aspiración chavista. Igual puede suceder en las presidenciales.
Recordemos, además, que hay procesos electorales que pueden derivar en contiendas de grandes proporciones. Resulta emblemático lo acontecido en España en 1936. El triunfo del Frente Popular derivó en una guerra civil que sirvió de preámbulo a la segunda gran conflagración mundial y que apoltronó la férrea dictadura franquista. De igual manera, hay procesos electorales que han servido para atemperar la lucha política y así encauzar su desarrollo por caminos que permiten relegitimar el orden imperante. Esto no supone que las salidas electorales, o los procesos electorales, sean un albur. Lo son cuando el conflicto político alcanza las características del venezolano.
Es que las cuestiones internacionales tienen un gran peso en la circunstancia venezolana. De allí que los contendores en conflicto cuenten con aliados naturales. Cada imperialismo hala para su lado. Tienen los mismos objetivos. Para nada se identifican con el interés de Venezuela como país. Nada buscan en favor del pueblo venezolano. Buscan materias primas. Mercado. Convertir o remachar al país como área de influencia, como espacio bajo sus designios, como patio trasero…
Por su parte, la dictadura entrega el país a la dependencia del bloque que lideran los chinos. Los factores que se asumen dueños de la oposición se entregan a los yanquis o a los europeos. No buscan aprovechar las contradicciones entre ellos para anular sus fuerzas y perspectivas y así poder avanzar en un camino autónomo y soberano. Sin hacernos dependientes de uno u otro. Es que son factores ajenos al interés nacional.
Con todo y la diatriba política, los chinos parecen haber tendido puentes con algunos sectores de la oposición. Buscan preservar sus inversiones e intereses ante un eventual desplazamiento del chavismo. Sin embargo, son muchos los episodios en los cuales chinos y rusos, en vez de negociar, pasan a una ofensiva que no acaba hasta lograr la hegemonía en un espacio. Siria es emblemática en estos tiempos. Igual acontece en Libia.
Los imperialismos, cualquiera de ellos, actúan con base en el interés propio. Concilian cuando forman un mismo bloque, aun con una que otra contradicción que se desprende del interés particular. De allí que, en relación con Venezuela, con la dictadura, para ser más específicos, pueden tener una que otra contradicción. Pero, en lo fundamental, comparten el interés de sostener a Venezuela en manos del chavismo. Lo que obedece a que son muchos los intereses comunes que guardan. Las riquezas minerales y petroleras, de una parte. La posición geopolítica. Restarles fuentes energéticas y de materias primas a Estados Unidos y Europa es otro asunto que debe considerarse. Luego, no es cualquier país el que está en juego. Pero de igual manera, estadounidenses y europeos tienen interés en los mismos asuntos que el bloque chino-ruso.
Todas estas cuestiones están en juego en las circunstancias venezolanas. Los resultados de Barinas se inscriben en este proceso. Marcan un hito importante cuyo análisis debe arrojar una lección que no lleve a negar la perspectiva rebelde ni a edulcorar la caracterización del régimen y la dictadura. Mucho menos a bajar la guardia en relación con las aspiraciones del pueblo venezolano.
Carlos Hermoso es economista y doctor en ciencias sociales, profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político. @HermosoCarlosD
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