Por: Marcos Hernández López
El estado actual de Venezuela nos da una mirada de un pueblo sufriente en las calles, gritando auxilio porque hay hambruna, cansado de los malos servicios públicos, escasez de gasolina, toda una situación compleja en lo existencial que deriva en la indignación y el desespero por la incertidumbre que transita el país.
La revolución bolivariana está marchita. El “madurismo” que lidera los actuales procesos políticos revolucionarios se revela en su acción política administrativa como ineficiente, corrupto y sin visión de cambios. Estamos viendo el desencadenamiento de un agotado proyecto político llamado Socialismo Siglo XXI, sin triunfos en lo económico y menos en lo social, con un líder preso en su propio laberinto y lleno de dilemas.
Aquella revolución bolivariana que se benefició de un aumento del precio del petróleo de alrededor de 1.000% desde la llegada de Hugo Chávez al poder, a inicios de 1999, quedó en el pasado, ya no emociona a sus aliados situacionales por años que eran los estratos D y E de la población. La quiebra de la industria del oro negro construyó una nueva realidad: diversas crisis que activan el desamor a la revolución. Hoy, tras dos décadas rojas rojitas, Venezuela vive una evidente combinación de dificultades que hablan en concreto del agotamiento del proyecto chavista, para el legado de Chávez un nudo crítico. Nicolás Maduro reconoció el “fracaso total” en materia monetaria y económica, aseguró ante los medios que “la dolarización que se vive en el país, puede servir para el crecimiento económico de Venezuela”. “Estoy seguro de que me van a acribillar por esto que voy a decir: ese proceso (de dolarización) puede servir. Yo no lo veo malo porque la auto regulación de un país que se niega a rendirse permitió un intercambio nuevo, productivo”.
Aquella revolución bolivariana que se benefició de un aumento del precio del petróleo de alrededor de 1.000% desde la llegada de Hugo Chávez al poder, a inicios de 1999, quedó en el pasado, ya no emociona a sus aliados situacionales por años que eran los estratos D y E de la población
Marcos Hernández López
Maduro, desde su llegada a Miraflores en abril de 2013, se mueve con un discurso psicoemocional, violento, divisionista y fabricando enemigos y guerras ficticias, en su gobierno las crisis se han transformado en algo complejo. Según los diversos análisis integrales, cuantitativos y cualitativos, esta realidad está derivando que más del 83% de los venezolanos señala que Nicolás debería salir del poder este año a través de cualquier mecanismo constitucional.
Evidentemente, la revolución bolivariana para continuar con sus estrategias de sobrevivencia política necesita apoderarse de la Asamblea Nacional. Existe un problema, la caída libre de su capital electoral, situación que orienta a Maduro a ordenarle al CNE construir más entramados para inducir la abstención mirando el 6D. En la lógica es el único escenario favorable para la revolución en la captura de su objetivo. Haciendo una abstracción en nuestras investigaciones de opinión, las conclusiones inmediatas son: Nicolás perdió la calle, la popularidad del presidente es precaria, de acuerdo con nuestros datos cuantitativos es 14.3%; la magia revolucionaria ya no funciona en su práctica, las narrativas redentoras que los atornilló durante 21 años en el poder fueron a parar al basurero de la historia, emergiendo una gran brecha que da paso hacia el desamor de un proyecto político que esperan a un pueblo vulnerable y desesperado de ser visibilizado, por considerarse sujetos y no objetos.
Las protestas en Venezuela, germinan con fuerza a partir de febrero de 2014 contra el gobierno de Maduro como consecuencia de la delincuencia, alto nivel de inflación, y la escasez de productos básicos. A partir de esa fecha la situación socioeconómica de los venezolanos toma una dimensión existencial compleja. Las protestas brotan por todos lados, la crisis motiva a salir a manifestar hoy día. Sin embargo, salir a la calle elevar la voz contra el gobierno de Maduro en este momento histórico es considerado ser un traidor a la patria, lo importante es mantener la vieja consigna chavista: “es rodilla en tierra”. “No importa que se pase hambre, lo significativo es mantener la revolución cueste lo que cueste”.
Haciendo una abstracción en nuestras investigaciones de opinión, las conclusiones inmediatas son: Nicolás perdió la calle, la popularidad del presidente es precaria, de acuerdo con nuestros datos cuantitativos es 14.3%
Marcos Hernández López
Lo que no razona o no quiere razonar el presidente Maduro es que lo grave está en que la mayoría de venezolanos ya no cree en su discurso de que la compleja crisis país convoca con urgencia un cambio en lo político. Sin embargo, en la acera de enfrente está una dividida oposición venezolana, moviéndose cada una en sus estrategias y tácticas por cierto fallidas, sin enfoque compartido en cómo lograr el objetivo para la transición política. Pareciera que la oposición juega a un todo o nada, en el ajedrez político quiere un jaque mate, incluso hasta se espera la visión de la deidad de sus líderes políticos… al ritmo que va el país, llegaremos al 6D, nos daremos el feliz año 2021 con la revolución en el poder.
Cada oposición quiere ser la “tapa del frasco”, no es fácil ser adversario político. Lo grave es que la oposición pareciera estar convencida que para tomar Miraflores hay que tener una postura heroica y no entiende que lo que se necesita es una oposición política, UNIDA. No saber aprovechar los timing se pagan, y Nicolás no va dejar pasar su oportunidad por su trascendencia: 6D.