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sábado, 7 diciembre, 2024

Nuestro cambio, como el de Chile, debe ser popular y nacional

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Se derrumbó el linaje del llamado neoliberalismo de Latinoamérica. El referente obligado de sus apologetas para sembrar el dechado, cae de manera estrepitosa. Los tales logros del país austral, entran en dudas, por decir menos. El otrora paradigma, para referirnos a él en jerga, o clave posmo, dejó de serlo. Entró en cuestión. La rebelión espontánea más significativa en lo que va de siglo, resulta lapidaria a este respecto.

Esta política encuentra en la Inglaterra de la Thatcher, en el EE. UU. de Reagan y en el Chile de Pinochet, sus centros de realización iniciática. Por lo que resulta paradójico que el Brexit aleje a Inglaterra de un aspecto fundamental del liberalismo. Trump lo hace de manera más virulenta minando los mercados libres o integrados. Chile, hasta ahora, se ha mantenido incólume. Parece que deberá corregir, al entrar en riesgo el sistema todo.

Resulta sorpresivo para muchos. Tanto que se habló del Chile democrático y de alto desarrollo económico indetenible y, de repente, estalla la sociedad. Sin embargo, mirada la cosa con cierto detenimiento, el asunto no debe extrañar. Ya los pingüinos habían dado un aldabonazo en 2006. Tanta fue la contundencia de los estudiantes secundarios contra la educación privatizada que se acuñó el término de la revolución de los pingüinos. Nuevamente se asumen como detonante de este levantamiento, logrando arrastrar al pueblo chileno.

No condenemos el desborde de las masas y de las respuestas violentas. Respuesta a décadas de dictadura bajo Pinochet y luego de la herencia constitucional. Décadas de afianzamiento del pensamiento conservador. Décadas de políticas de privatización. Hasta se vio con normalidad que la educación, la salud y la seguridad social no fuesen gratuitas. Décadas de adocenamiento. La respuesta popular es de tal magnitud que vale de poco analizar reacciones primitivas que nos recuerdan cuando los obreros ingleses atentaban contra las máquinas, ante la terrible circunstancia de que ellas representaban la pérdida de puestos de trabajo.

Pero ya se han entronizado ideas que se inscriben en una perspectiva de cambio que buscan trascender la larga noche liberal y dictatorial. Se propagan propuestas de progreso y sentido nacional. Junto a la constituyente, se propugna por cambios inmediatos, más allá de la salida de Piñera. Educación gratuita, democrática, científica y de calidad. Salud gratuita y de calidad. Rescate de los fondos de pensiones.

La realización de asambleas populares en distintas zonas de Santiago y grandes ciudades de Chile, cumplen con aquella sentencia que establece que el movimiento espontaneo conduce a la profundización de formas de participación democráticas que deben ser orientadas en el camino de las ideas por la transformación social.

Por su parte, resulta un contrasentido y un atentado flagrante a la verdad, eso de endilgarle o arrogarle alguna responsabilidad a Maduro o al Foro de Sao Paulo en los hechos que se suceden en Chile. Ya lo hicieron con el caso ecuatoriano, arrimar la brasa en favor del chavismo y de la figura de Maduro. Hay que comprender que existe una motivación ideológica en correspondencia. Mientras, el chavismo saca el mayor provecho al colocarse al lado de las justas demandas de los chilenos como ayer de los ecuatorianos.

En esto, el anticomunismo arrima lo suyo. No desaprovecha oportunidad alguna para soltar sus babosadas. Más cuando se trata de respuestas populares. Respuestas que atentan contra lo establecido.

¿Logros?

A costa de la sobreexplotación de los trabajadores y el cercenamiento de sus derechos, el liberalismo pinochetista apenas alcanzó algunos logros en materia de crecimiento económico y desarrollo. Lejos de la diversificación que permitiera una mayor soberanía, Chile alcanzó en materia industrial cierto desarrollo, sin abandonar la explotación del cobre bajo una relativa estatificación.

El principal destino de exportación del producto chileno es China. Y es que Chile también es área en disputa. Muy a pesar de que Piñera busca arrimar el mayor esfuerzo hacia EE. UU. Similar al caso argentino.

La privatización de la salud y la educación, y de casi todos los servicios públicos, es el gran logro que permite lo anterior. Chile, bajo dictadura pinochetista es el precursor mundial de la privatización de la seguridad social. Desde 1980 operan en el país fondos privados de pensiones. Por lo que uno de los alcances de este esquema es que la pensión está sujeta a las leyes del mercado.

Otro elemento que contribuyó con el detonante es el agotamiento de las posibilidades de ascenso social. Las familias tienden a incrementar su deuda particular para garantizar la educación y otros servicios de la descendencia. Luego, lo dominante es la tendencia a la desaparición de las clases medias. El que tiene más paga más. Principio elemental para la recaudación que no existe en Chile.

En estas circunstancias retumban las palabras de Marx en su discurso sobre el libre  cambio, en el sentido de que: “El sistema del libre cambio es destructor. Corroe las viejas nacionalidades y lleva al extremo el antagonismo entre la burguesía y el proletariado. En una palabra, el sistema de la libertad de comercio acelera la revolución social. Y sólo en este sentido revolucionario, yo voto, señores, a favor del libre cambio”.

Algunas semejanzas

Algunas semejanzas, en medio de las aparentes diferencias, encontramos entre el liberalismo chileno y el venezolano. El chileno privatizó los servicios. El venezolano más que privatizarlos, los destruyó. En educación, aquél la privatiza, este la destruye pulverizando el salario de la familia, convirtiendo en famélicos a estudiantes, maestros y profesores. Garantiza una relativa gratuidad de la educación, pero destruye la familia del estudiante y el profesor. Igual en salud y otros servicios.

Aquél se sustenta en el carácter subsidiario de la constitución. Esta, en la subsidiariedad y la corresponsabilidad, lo mismo pues. A lo que debemos sumar el igual trato de capitales extranjeros y nacionales, la eliminación de la doble tributación, entre de otros aspectos similares al orden jurídico chileno.

Aquellos alcanzaron integrarse a la Ocde. Acá, mientras destruyen el aparato productivo, el logro ha sido agregarle la minería a la economía petrolera , con el consiguiente daño ecológico.

Lo que el chavismo, sobre todo durante el período de Maduro, logró en poco tiempo, en Chile le tardó un tiempito más. Aplanar el salario hacia abajo hasta hacer muy próximo el salario del trabajador calificado al de menor calificación, es antológico. En Chile lo logran por la vía de -manteniendo la escala salarial- la familia de los sectores medios que deben endeudarse para cubrir el pago de educación, salud, vivienda, gasolina, entre otros gastos. Así, en ambos casos se destruye a los sectores medios y se frena la posibilidad de ascenso social.

La política para la recaudación, para la conformación del presupuesto de ingresos, es similar.  Con el IVA, en 2018 se recauda alrededor del 70% del presupuesto de ingresos del fisco venezolano. En Chile es exorbitante pero llega a 40% del total de ingresos. Y es que la economía no está destruida como la de acá.

En Chile la ciudadanía despertó. La constituyente parece el camino inmediato. De afianzarse una vanguardia, se puede dirigir ese torrente de cambio hacia la transformación radical del orden imperante. En Venezuela pasa igual. Nuestro cambio, como el de Chile, debe ser popular y nacional.

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