Niños y Smartphone: ¿Cómo evitamos daños irreversibles en nuestros hijos?

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ANALÍTICA


Por: Heberto Alvarado

Saludos comunidad, quiero agradecerles por la receptividad de nuestros dos primeros artículos en El Pitazo, orgullosos de poderles servir. Estoy muy motivado en seguir haciéndolo. Quiero entrar en materia y en el tema que hoy trataré en Analítica: El uso de los Smartphone entre niños y adolescentes.

Parto primero por mi opinión, que se sustenta en mi experiencia durante dos décadas cubriendo la evolución de un sinfìn de tecnologías: soy reacio a darle a un menor de edad un instrumento que encierra una profunda responsabilidad, y, aunque usted no lo crea, puede generar profundas deformaciones cognitivas e incluso físicas en cualquier ser humano que haga un uso irracional de un teléfono inteligente.

Los porqués en los cuales sustento mi opinión son diversos. Entrar en detalle nos podría llevar innumerables artículos. Prometo ir tocando algunos de los problemas que pueden presentarse en cualquier ser humano que se exceda en el uso de un móvil.

En esta ocasión me centraré en las perturbaciones que pueden provocar entre los niños y adolescentes si su incursión en el mundo digital se hace sin normas y reglas claras e inflexibles por parte de los padres y representantes.

¿Qué puedo hacer con un android de menos de $100?

Repito, no estoy de acuerdo con que un menor de edad tenga uno de estos dispositivos, pero, partiendo de la necesidad actual que tenemos tras casi año y medio en confinamiento, reconozco, que su uso, por parte de niños ha permitido poner en marcha, de alguna forma, el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Y voy por primera reflexión. La pandemia dejó en evidencia a toda Latinoamérica y a Venezuela en específico. El sistema educativo, que comienza con la estructura y culmina con el educador y el educando, no ha podido adaptarse con eficiencia y eficacia a la educación en línea.

Por muchos años, hemos visto y escuchado mucha teoría, sobre la incorporación de las tecnologías de la información al aula, pero, quedó demostrado, lo poco preparados que estábamos y seguimos estando, para migrar a una educación totalmente en línea.

Al no haber en el Sistema Educativo, tanto público como privado, alternativas, nos vimos obligados a ir a las tecnologías y a plataformas que utilizamos para diversas tareas, ninguna por cierto, educativas. Y aquí entra el teléfono inteligente.

Si bien el uso de los llamados Smartphones entre niños y adolescentes siempre ha existido. Se ha experimentado un crecimiento exponencial.

Se estima que antes de la pandemia, el 30% de los niños y adolescentes tenía acceso a un Smartphone, propio o de su representante. Esta cifra se elevó a un 60% solo en 2020. Para el cierre de 2021, la cifra podría llegar a un 70%.

Ahora, existe una necesidad, que repito, parte por no existir una alternativa y una estructura sólida en el sistema educativo que garantice la formación de los menores.

El riesgo latente

Luego de 20 años utilizando teléfonos digitales y cerca de 15 involucrados en la era de los Smartphone, el ser humano ha comenzado a padecer diversos trastornos. Hemos disminuido nuestra capacidad de atención y sobre todo de conexión con el entorno.

La pequeña pantalla de 5 o 7 pulgadas absorbe buena parte de nuestro tiempo e incluso comienza a hacer más difícil la comunicación física entre individuos.

En menores, los problemas y los riesgos se incrementan.

Un menor de edad que utiliza un Smartphone, está accediendo a diversos contenidos y aplicaciones. Es mucho más probable que un joven, cree perfiles en redes sociales como Instagram, Tiktok o Facebook, antes de utilizar aplicaciones educativas.

Es mucho más probable que los niños y adolescentes aprovechen WhatsApp o Zoom, para comunicarse entre ellos, no precisamente para estudiar.

Hemos visto como hay grupos de WhatsApp de menores de 12 años abiertos hasta entradas horas de la noche con niños interactuando, sin la más mínima supervisión de sus representantes.

Adultos estimuladores

Al no haber regulación, habilitamos el libertinaje. Pero, ¿qué pasa cuándo los padres y representantes son los auspiciadores del uso de Smartphone y redes sociales como Tiktok entre sus hijos? Generamos un problema mucho mayor.

Al hacerlo, estamos exponiendo a nuestros hijos a un mundo desconocido, ponemos en riesgo su integridad y alentamos el abuso.

Pero adicionalmente estamos promoviendo una falsa valoración del logro. Eres exitoso, porque un grupo de desconocidos le da “Me gusta” o reproduce cientos o miles de veces un video de tu hijo o hija bailando o actuando.  Ningún cerebro está en capacidad de socializar con tantos seres humanos.

¿Qué pasa si ese video o contenido genera malos comentarios? ¿qué pasa si tu hijo se pone en contacto con pedófilos? Ningún menor edad está en capacidad de lidiar con estas situaciones y se exponen a graves daños en su estima e incluso integridad física.

Las cifras sí importan

Una encuesta realizada entre 2017 y 2019 por el DQ Institute, realizada entre 145 mil 426 niños de entre 8 a 12 años en 30 países dejó en evidencia el gran peligro que muchos padres y representantes ignorando o, por desconocimiento, están auspiciando.

45% de los menores encuestados sufrió ciberacoso o ciberbullying. El 39% experimentó riesgos a su reputación.  El 29% estuvo expuesto a contenidos violentos y sexuales.  Un 28% de los menores encuestados recibió ciberamenazas.

13% estuvo en riesgo de padecer trastornos asociados al uso de videojuegos. 17% tuvo contacto con desconocidos en la red o tuvo contacto sexual en línea. 7% estuvo en riesgo de padecer trastornos asociados al uso de redes sociales. 

En general, el 60% de estos menores reconoció estar expuesto a algún riesgo cibernético

¿Qué hacer?

Como les comenté, los padres y representantes nos estamos viendo obligados a tomar la decisión de entregar a nuestros hijos un Smartphone. Al hacerlo, debemos tomar en cuenta algunos principios fundamentales, que como adultos debemos cumplir al pie de la letra, si realmente queremos evitar o reducir notoriamente los riesgo a los cuales se exponen los menores.

El primer punto que debemos dejar claro es que el celular que estamos entregando a nuestro hijo o representado no es de él. Es un dispositivo que estamos entregando para que realice sus actividades escolares y tenga cierto uso para la socialización con sus amigos y entretenimiento.

Poner horarios para su uso. Del mismo modo, dejar claro, que jamás un Smartphone estará por encima de una buena conversación familiar, una sana lectura u otro estímulo o actividad extra académica.

Prohibir el uso de las redes sociales. Evitar sus descargas y reducir al mínimo el uso de aplicaciones. 

Pueden descargarse algunos videojuegos, reconocidos, pero debe quedar claro que no se hacen pagos extras para obtener mejores recursos en el juego. Tampoco se debe exceder de una hora diaria para dicho entretenimiento.

Juegos como Among US, son bastante comunes entre niños. Pueden jugarlos, pero con presencia paterna y solo con amigos conocidos.

Ningún teléfono debe permanecer en manos de los niños luego de las 7 de la noche.

Es conveniente que los padres descarguen apps de control parental, las cuales, no son una solución en sí mismas, pero sí pueden ayudar mucho en la inspección y supervisión del uso del Smartphone.

Entre las que podemos recomendar están Kroha, FamiSafe, Google Family Link, ESET Parental Control. 

La próxima semana

Tiktok y cómo evitar la idiotización colectiva.

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