Por: Carlos Hermoso
Luego de la cuarta y última jornada de reuniones en México, en las que se negociaba el levantamiento de las sanciones impuestas por Estados Unidos, es posible establecer sus efectos en la política. Las delegaciones informan que se firmaron “dos acuerdos parciales” sobre el Esequibo y la recuperación de los activos venezolanos en el exterior. Podemos concluir que la dictadura la tiene muy bien montada a su favor. Su estrategia de negociación es clara. Mantiene una ofensiva política interna mientras se presenta un tantico “condescendiente” en México. Por su parte, la oposición no luce nada coherente en relación con objetivo alguno. Al menos con las cuestiones principales: condiciones electorales, derechos humanos, libertad de los presos… Temas que forman parte de las transgresiones de bulto de la dictadura.
Desde un inicio el asunto no lucía favorable para la oposición. Aceptar a Rusia como acompañante, siendo sostén primordial del régimen, desbalancea el equilibrio que deberían guardar los acompañantes en toda negociación. Es que uno de los principios en estos eventos es la neutralidad de las partes adláteres. Noruega goza de esa condición. No así los rusos. A propósito de la eventual extradición de Álex Saab de Cabo Verde a Estados Unidos, los rusos salieron al paso con un tono nada conciliador para afirmar que, de darse, ese hecho afectaría las negociaciones.
Parecen pesar los acontecimientos en Afganistán. La desbandada estadounidense y sus aliados es un reflejo de la nueva circunstancia internacional. Hasta Rambo hubo de evacuar ese territorio. Entretanto, China y Rusia toman posesión plena de ese país, anunciando ayudas y la incorporación del país centro-asiático al proyecto de la nueva ruta de la seda o, como es llamada ahora, una franja, una ruta. Permitir que Rusia aparezca como acompañante supone que Estados Unidos acepta la disparidad, reconociendo la supremacía del bloque imperialista hegemón y que al menos un sector de la oposición ya debe de haber entrado en negocios con los rusos. Especulación mera, claro está. No contamos con evidencias que no sea el análisis de tendencias. Pero válida, si partimos de la idea de que no debe de ser ingenuidad este dislate.
Lucen conformes los gringos con mantener la supremacía de la que gozan como proveedores de medios de producción de la economía venezolana. Por lo pronto, buscan aprovechar la dependencia tecnológica y dejar para luego la confrontación, más propia de las condiciones de la fase superior del capitalismo. Aprovechan que las condiciones no han dado como para reconvertir la planta industrial del país en torno al know-how de los asiáticos. En la industria petrolera lo han alcanzado muy parcialmente. La dependencia durante un siglo respecto del imperialismo estadounidense no ha sido borrada por chinos y rusos. Pesa que los chinos han encontrado en Venezuela un proveedor de materias primas y mercado para sus baratijas. Pero no le han metido a la planta industrial para hacerla a su imagen. Para eso falta algo. Es probable que se dispongan a eso en lo sucesivo. No les queda de otra.
Estrategias o no
Resultan emblemáticas las negociaciones de Vietnam del Norte y el Vietcong con Estados Unidos en París en 1973. Resumen un modelo al respecto. Las negociaciones estaban claramente inscritas en una estrategia general. Se sentaban en la mesa; al final fue ovalada, pero echaban plomo en la guerra como nunca. Más cercano ejemplo: las negociaciones de paz entre los distintos gobiernos colombianos y las guerrillas también dejan lecciones claras al respecto, con todo y los desastrosos resultados para las fuerzas insurgentes. En todo momento las partes realizan negociaciones supeditadas a una estrategia general. Claro el objetivo estratégico, se adelantan tácticas y maniobras en correspondencia. De allí las negociaciones. No se convierten, en ningún caso, en el escenario que define la estrategia. Es apenas una de sus partes. Mientras, los elementos estratégicos y tácticos se desarrollan, dándoles así sentido a las negociaciones.
Por tanto, ir a una negociación supone, ante todo, que se tenga definida una estrategia general, así como una táctica en correspondencia. Contando con esas definiciones fundamentales de la política, se adelantan negociaciones que permitan alcanzar objetivos y metas concretas.
En nuestro caso, además de que no se ha definido una estrategia para salir de la dictadura, tampoco se tienen claros los objetivos en la mesa. Sobre todo, el principal, debilitar al régimen y alcanzar condiciones electorales. Dejando a un lado eso de salir de la dictadura, pareciera que ahora se le quiere ayudar. El 4 de septiembre, Gerardo Blyde establece que “el objetivo es buscar una salida a la crisis humanitaria”. Al inicio de las negociaciones, el 13 de agosto, afirmó que el objetivo era “lograr un acuerdo integral que conviene a todos, en el que nadie se sienta vencido y todos nos sintamos incluidos”. Esto es, vamos a un proceso no para vencer a nadie.
La agenda se presenta muy neutra. Eso favorece al chavismo. Ambos bandos son culpables. Ambos deben pagar. Veamos: “derechos políticos para todos”, “garantías electorales para todos, con un cronograma electoral para elecciones observables”; “levantamiento de las sanciones y la restauración del derecho a activos” de la República Bolivariana de Venezuela; “respeto al Estado constitucional de derecho” y “la convivencia política y social, la renuncia a la violencia y la reparación de las víctimas de la violencia”; “protección de la economía nacional y medidas de protección social al pueblo venezolano”, así como “garantías de implementación, seguimiento y verificación de lo acordado”; “nada está acordado hasta que todo lo esté”. Aunque se acotó la posibilidad de “acuerdos parciales tempranos” en temas “suficientemente discutidos y que su implementación sea urgente, necesaria o verificable”.
Luego, esta agenda y las negociaciones subsecuentes, que no guardan correspondencia con una estrategia general de parte de la oposición, es poco lo que pueden arrojar que no sea más tiempo para la dictadura. Y la oposición parece seguir guiada por el lema de Eudomar Santos.
Podemos concluir que, luego de los primeros acuerdos que poco dicen, es urgente que la oposición se haga de una estrategia general. Que a ella supedite toda su política, lo que incluye la negociación con la dictadura. De lo contrario, las políticas adelantadas siempre serán desarticuladas. Zigzagueantes. Sin orden.
Además, hay cuestiones que vienen apuntalando las ventajas de la dictadura. Una de ellas es la caída de la inflación. Podemos afirmar que estamos fuera de la hiperinflación. Debe rondar apenas en un dígito. El precio del dólar se ha estabilizado en torno a los cuatro bolívares de los nuevos. Lo que no solamente refleja la tendencia a la caída de la inflación, sino que la presión de demanda no llega a mayores. Asomos de una relativa recuperación económica. Esto es, debe de haber un crecimiento del PIB. A falta de estadísticas oficiales o privadas o académicas, podemos deducirlo del comportamiento de los precios. Aunque ha habido un incremento en la masa monetaria producto de la aparición de sueldos y salarios en algunos sectores de la administración pública, no ha habido mayor inflación. De allí que debe de haberse alcanzado una significativa reducción de la crónica brecha fiscal.
Vivimos tiempos muy complejos y difíciles. A la ofensiva chavista, llena de prepotencias, se le unen condiciones objetivas que la favorecen. El salario en la administración pública, en la empresa privada, en la clase obrera, comienza a medio elevarse, lo que no supone mayores escalas. Los obreros venezolanos siguen siendo de los más explotados en el planeta, aunque pueden conducir a que los chavistas se planteen sembrar nuevas esperanzas, sobre todo cuando la otra parte es poco lo que siembra en esa dirección. Pero la rabia no cesa. Es poco lo que podrán hacer. La oposición, por su parte, debe hacer política con un poco de más fundamento. Es arte, pero tiene su ciencia. Requiere algo de cultura en torno a lo que se hace.
CARLOS HERMOSO CONDE | @HermosoCarlosD
Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político.