Momento de decisión

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Por: Hugo Delgado Arévalo

Momento de decisión es una película (1977) protagonizada por el afamado bailarín Mijaíl Barysnikhov (asilado en Canadá  1974), en la que tomar decisiones por parte de las protagonistas fue crucial.  Algo similar enfrenta la humanidad cuando los modelos autócratas amenazan los cimientos de las democracias liberales.

Autocracia y tecnología, dice Yuval Nohal Harari, atentan contra una democracia que se durmió en los laureles y se creyó que era suficiente la caída del comunismo liderado por la Unión Soviética, para dar por sentado que se iba a imponer, tal como lo escribió Francis Fukuyama (1992) en su obra El fin de la historia y el último hombre. Pero no fue así. El mundo del siglo XXI observa cómo China, Rusia, Cuba, Corea del Norte, y algunos satélites europeos y latinoamericanos, así como las redes sociales, están sacudiendo sus bases doctrinarias e institucionales.

Ante el dilema, la periodista Premio Pulitzer Anne Applebaum, (BBC Mundo 2-09-2021) en su obra El ocaso de la democracia, plantea como interrogantes que el declive y la supervivencia de la democracia son inevitables; reconoce las amenazas que la han atacado (comunismo y nazismo por ejemplo) pero también la capacidad que tuvo occidente de unirse para contrarrestarlas. Ahora, esos ataques están afectando a las más antiguas y tradicionales y esa reversión implica tomar decisiones. Uno de los errores fue creer que la democracia era irreversible, que no había que hacer nada más o esforzarse para mantenerla; dejaron a los políticos esa responsabilidad y los demás que hicieran lo que quisieran.

Para Applebaum las dudas sobre la globalización y el surgimiento de regímenes autoritarios y la naturaleza de la información son temas que deben abordarse. Esa evolución expuesta por la periodista, obliga a construir modelos o regulaciones que antes no existían, que no atenten contra uno de los preceptos más importantes de la democracia: la libertad de expresión; pero debe hacerse.

Los hechos históricos no son casuales, cada acto presente tiene un antecedente. La crisis de la pandemia Covid-19, auspiciada por el régimen comunista chino y la invasión rusa a Ucrania, no son acciones sin relación. Ambos protagonistas intentan socavar la democracia occidental. De forma sincronizada actuaron buscando debilitar a Estados Unidos y sus aliados. Un mosaico de visiones que hace difícil crear un verdadero frente común porque todos piensan diferente y, como dice la primer ministra de Estonia, Kaja Kallas, los intereses nacionales y los asuntos electorales son particulares.

El impacto económico de los gobiernos autoritarios de China, en 2021, y el de la Rusia de Vladimir Putin, 2022, con su invasión a Ucrania, se convierten en escenarios que pueden obligar a replantear las políticas de defensa, económicas, tecnológicas y comerciales. Ya el polémico expresidente de Estados Unidos de América (EUA), Donald Trump, había asomado el replanteo de la dependencia a las manufacturas chinas, la necesidad de incentivar la producción nacional.

La Unión Europea y EUA representan los mercados de consumo más grandes y ese rol debe aprovecharse para limitar la amenaza china, que está expandiendo su poder económico para garantizar materias primas y consumidores con menor poder adquisitivo. En el caso ruso, su dependencia de las ventas de petróleo y gas obliga a revisar las compras de occidente. Los escenarios interdependientes del mundo globalizado hacen a las naciones más vulnerables, por esta razón la unión y la búsqueda de intereses comunes le dan mayores ventajas a norteamericanos y europeos para manejar la economía futura.

Las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) están afectadas por los efectos  del Covid-19 y  la crisis en  Ucrania. En 2021, el crecimiento fue de 6,1 % y para 2022 y 2023 la cifra podrá cerrar en 3,6 %, y la inflación causada por los problemas energéticos y de abastecimiento de productos agrícolas la ubican entre el 5,7 % y 8,7 %: este último factor también es impulsado por la gran masa de dinero que se inyectó con la crisis de la pandemia.

Occidente puede aprovechar el crítico momento vivido en 2021 y 2022 para replantear su rol mundial, afianzando la democracia y sus instituciones, impulsando la confianza social, fortaleciendo —vía reorganización— organizaciones como la de las Naciones Unidas (ONU) y la de la Mundial de la Salud (OMS); establecer las nuevas bases de las energía renovables, la economía verde, los nuevos modelos laborales basados en el uso de la inteligencia artificial (AI) y las redes, entre otras acciones.

Las atrocidades ordenadas por Putin en Ucrania también dejan lecciones que deben considerarse en los modelos de justicia futuros. Kallas dice: “Claramente tenemos que hacer llegar este mensaje de que la agresión nunca da réditos. Es una señal clara también para todos los dictadores del mundo que puedan tener apetito por sus vecinos. Es importante entender que aunque la Unión Soviética se derrumbó, su sueño imperialista nunca lo hizo porque no fueron castigados. Los crímenes nazis han sido ampliamente condenados, pero no se condenan los crímenes comunistas y el sueño imperialista que sostienen del estalinismo”.

HUGO DELGADO A.| @hdelgado10
Periodista. Editor de medios impresos y asesor de comunicaciones y relaciones públicas.

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