Hace una semana los gobernadores de Texas y Florida enviaron a cientos de migrantes, la mayoría venezolanos, a la residencia de la vicepresidente Kamala Harris como forma de protesta. Esto que muchos quieren llamar un acto de protesta no es más que una estrategia de campaña de los gobernadores que aspiran a la reelección el próximo 8 de noviembre. Ambos apuntan al talón de Aquiles de los demócratas: la crisis migratoria generada por la política de “fronteras abiertas” del presidente Biden.
Por: Juan Viale Rigo
En el pasado mes de agosto el éxodo de venezolanos ha llegado a su punto más álgido, mostrándole al mundo lo que somos capaces de hacer por escapar de la desidia política generada por el régimen de Nicolás Maduro. Pasamos de emigrar masivamente a países vecinos a atravesar el tapón del Darién con destino a los Estados Unidos. Una hazaña que les ha tomado dos meses a muchos venezolanos que se han atrevido a intentarlo.
A la fecha, 20.000 venezolanos han cruzado el terreno más hostil de Latinoamérica persiguiendo la tan preciada normalidad. Pese a la sensación de bienestar económico que intenta vender el régimen, Venezuela está muy lejos de haber mejorado. Seguimos teniendo al día de hoy, el éxodo más grande de nuestra historia reciente. Lo que causa indignación es que, luego de haber estado expuestos a ser víctimas de grupos criminales y a los grandes peligros de la selva del Darién, nuestros migrantes terminen siendo usados como instrumentos políticos en los Estados Unidos.
Hace una semana los gobernadores de Texas y Florida enviaron a cientos de migrantes a la residencia de la vicepresidente Kamala Harris como forma de protesta, la mayoría venezolanos y entre ellos un bebe de un mes. Una medida desproporcionada que bien podría ser una sátira en otro contexto.
Esto que muchos quieren llamar un acto de protesta no es más que una estrategia de campaña de parte de los gobernadores que aspiran a la reelección el próximo 8 de noviembre. Ambos apuntan al talón de Aquiles de los demócratas: la crisis migratoria generada por la política de “fronteras abiertas” del presidente Biden, quién se ha empecinado en reducir las facultades de los agentes fronterizos, fomentando la inmigración ilegal y dejando la cancha abierta para el contrabando de personas.
Por ejemplo, durante el mes de mayo promovió anular el Título 42, una restricción fronteriza que le permite a los agentes migratorios enviar a los inmigrantes ilegales a sus territorios de origen. Cabe destacar que esta medida redujo de manera considerable el tránsito de ilegales por la frontera durante la administración Trump, evitando que más migrantes sean víctimas de las mafias que operan en las fronteras de México y Estados Unidos. La ausencia de madurez política de los republicanos y los demócratas le está pasando factura al país a causa de su política de confrontación. Es menester que traten la crisis migratoria de manera unipartidaria por el bien de su país y por la seguridad de nuestra gente.
Asimismo, es preciso condenar los comentarios en redes sociales de líderes de opinión que ven con buenos ojos la morisqueta de los gobernadores. No puede haber espacio para tanta frivolidad y amarillismo a costa de la vulnerabilidad de seres humanos que ya han tenido que pasar suficientes vejaciones.
Debemos hacer un llamado de atención para que no se siga banalizando a la crisis migratoria en un momento donde urge seriedad y madurez política. No podemos seguir aplaudiendo estos actos circenses anteponiendo tendencias políticas sobre la humanidad. Pueden justificar de muchas formas el accionar de los gobernadores, pero negar que es un acto repulsivo ya es ceguera ideológica.
JUAN VIALE RIGO | @Juan Viale Rigo / Instagram: @vialecito
Columnista de opinión y escritor de novelas
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