Me confirma una fuente que Juan Guaidó tiene asegurada su reelección como presidente de la Asamblea Nacional, esto pese a todo el esfuerzo que ha hecho el gobierno de Nicolás Maduro para impedirlo.
El propio Nicolás Maduro le encomendó la tarea a Jorge Rodríguez, para que utilizara todos los medios a su alcance a fin de dividir a la oposición: comprar diputados, persecución y amenazas a éstos para obligarlos a salir del país, fomentar mesa de diálogo paralela con sectores minoritarios dentro del parlamento y la incorporación de los diputados del PSUV que se habían retirado.
No obstante, luego de meses de batalla, de conspiraciones soterradas y abiertas, del desgaste de la figura de Guaidó, éste cuenta con los votos para la reelección que le permitirá seguir ostentando el cargo de presidente encargado de Venezuela.
Desde que Juan Guaidó se proclamó presidente interino el 23 de enero y fuera reconocido rápidamente por más de 50 países, el régimen de Nicolás Maduro desplegó su estrategia para neutralizar su impacto.
Guaidó, con sus multitudinarias concentraciones y el apoyo de la comunidad internacional, se convirtió en una amenaza real para Maduro, la cúpula del gobierno decidió no confrontarlo directamente, sino que inició una campaña para desprestigiarlo y restarle apoyo popular. Persiguió, arrestó e hizo huir de Venezuela a sus diputados y colaboradores más cercanos.
Luego vinieron los tristes episodios del 23 de febrero con la fallida operación de la ayuda humanitaria y el primero de mayo con el alzamiento militar, que dejó muy maltrecha la figura de Guaidó, a quien responsabilizaron de los fracasos .
A partir del episodio del 1 de mayo, Guaidó perdió esa aura de líder carismático y su poder de convocatoria se desplomó. Luego, los fracasados diálogos de Noruega, las acusaciones de corrupción de su entorno y hasta de sus familiares, provocaron una verdadera crisis en la oposición, que se traduce en un pesimismo y desesperanza en la población venezolana que vive y padece la tragedia del gobierno de Maduro.
Ahora bien, si la estrategia de desprestigiar y acabar con la imagen de Guaidó por parte de Maduro fue todo un éxito, por qué dedican tanto esfuerzo por impedir su reelección. Si bien es cierto que Guaidó también es atacado por sectores de la oposición, con una baja credibilidad en la población, no representa ninguna amenaza interna para Maduro, su sola presencia como presidente de la Asamblea Nacional y presidente interino del país, es suficiente para mantener el status quo, por lo cual, aunque en la práctica Maduro tiene el control del país, no gobierna y no pude dar respuestas a la enorme crisis que él mismo creó
Guaidó tiene algo que Maduro no tiene: el reconocimiento de cerca de 60 países en el mundo que le dan el aval como presidente interino de Venezuela. Una derrota de Guaidó el 5 de enero del 2020, significaría que ese reconocimiento estaría en peligro, tanto para un eventual nuevo presidente de la Asamblea o para el propio Guaidó.
A Maduro lo único que le importa es lograr la gobernabilidad de Venezuela, y esto no va a ser posible, mientras internacionalmente no se le reconozca como presidente de Venezuela, por lo que sus asesores cubanos están seguros que de persistir la crisis económica el fin de Maduro por cualquier vía es inevitable.
Esto explica una estrategia que no vimos venir. El fin de Maduro y los cubanos no era cerrar la Asamblea, sino buscar controlarla con gente de la oposición, con quienes siempre ha mantenido contactos. El accionar fue simple. Utilizando la Fiscalía y el TSJ levantaban expedientes y quitaban la inmunidad parlamentaria principalmente a diputados de los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular, quienes bajo la amenaza de ir a prisión se empezaron a ir del país y refugiarse en otras naciones. Esta semana se anunció que el TSJ abrió proceso de rebelión para otros cuatro diputados, para sumar a 22 el número de sometidos a enjuiciamiento, con lo que la Asamblea Nacional ha perdido 30 diputados en dos años de persecución.
Por esta tetra de Maduro y los cubanos es por lo que un eufórico Diosdado Cabello, dice que la única manera que elijan a Guaidó es con trampa, ya que según sus cuentas no habría el quorum suficiente para establecerse una mayoría.
Esta compleja situación ha llevado a los diversos partidos de la oposición a cerrar filas en torno a Guaidó, dejando a un lado el pacto de la alternabilidad. Pero en esta ocasión no están dando un cheque en blanco y una de las exigencias que le hicieron a Guaidó es que dejé a un lado la tutela de Voluntad Popular y entienda que debe gobernar para todos los venezolanos.
Me comentan que Guaidó no sólo aceptó la exigencia, sino que se comprometió a construir una fuerza interna con todos los sectores democráticos, y no dar prioridad a las salidas inmediatas, como llamados a intervención militar, a la invocación del TIAR y construir la mayoría con todos los sectores: empresarios, trabajadores, estudiantes, gremios, sindicatos, partidos y corrientes políticas.
Es difícil pronosticar si con una nueva estrategia y un año más por delante, Guaidó, que ha reducido su mantra -cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres- a elecciones libres, pueda lograr su cometido, cuando no sólo tendrá que lidiar con el régimen de Maduro, sino con una oposición que no está dispuesta a seguir dando cheques en blanco.