Por: Carlos Hermoso
La lucha política contra la dictadura chavista de Maduro parece encontrar un paréntesis dada la circunstancia que vive la oposición y la agudización de muchos de los problemas sociales. Pero no. Se trata más bien de que a esa pelea se le suman las luchas por salario, prestaciones y pensión.
Luego, las cosas toman un rumbo que apuntala el combate contra la dictadura, a pesar de la perplejidad —por no decir ausentismo— de la oposición y de la decisión de los partidos que se asumen como “sus propietarios” de apostar al venidero proceso electoral y la negociación. Cancelan la estrategia para derrocar al gobierno, pero, de manera objetiva —en vista de la disposición de la gente a luchar— se impone el camino de la confrontación, sin negar la cuestión electoral, ni la mesa de acuerdos. Lo que sí es claro es que la estrategia de cancelación de las luchas sociales, no tiene posibilidades.
El gobierno y la pelea por reivindicaciones
El gobierno sigue apuntalando la política de crecimiento sin desarrollo. Cuenta con recursos extraordinarios procedentes del aumento de precios del crudo y de los minerales, aunque no alcanzan para tantas demandas. Es que, mientras mantengan la idea de la honra del compromiso con la gran banca, con el capital financiero internacional, no alcanza como para estimular de mejor manera el crecimiento económico, que podría apuntalar algo de desarrollo. Mucho menos para cumplir con las demandas de los trabajadores por salarios, prestaciones y pensiones.
El crecimiento alcanzado y por alcanzar en el presente año, no permitirá disminuir de manera importante el empleo. Seguirán siendo los trabajadores por cuenta propia los que más contribuyan con la creación de empleos. Es que la concentración de los capitales no va pareja con los ingresos que recibe el país. Buena parte se va en importaciones, deuda pública, corrupción y dilapidación; el desempleo seguirá siendo una calamidad.
Es por ello que estos ingresos extraordinarios pueden convertirse en un nuevo capítulo de nuestra historia en que no se aprovechan las riquezas para el desarrollo con sentido nacional y mucho menos popular. Desde la formación de la nacionalidad venezolana, esa ha sido una constante. Mas de un siglo de economía de extracción y seguimos siendo un país atrasado y dependiente. Apenas momentos de crecimiento mientras se frena el desarrollo sin aprovechar de manera soberana las riquezas del país.
Entretanto, las luchas sociales se siguen incrementando. A los conflictos por los malos servicios se unen las de salario, pensiones y el rescate de las prestaciones sociales. Son muchas las cuestiones que estimulan las luchas de la gente. La destrucción del país sigue. La crisis eléctrica, de servicios, de transporte, entre otros, acompañan al incremento de precios. Ya no hay hiperinflación, pero sí hay inflación. Lo que se ve agravado por la pérdida del poder adquisitivo del dólar.
El sistema eléctrico sigue brindando motivos para la protesta. Son alrededor de 13 mil los cortes eléctricos en lo que va de año en distintos estados y ciudades de todo el país, que incluyen a la ciudad capital.
El problema del agua sigue siendo grave para buena parte de los venezolanos. No solamente en los barrios se agrava el asunto. En distintos sectores donde vive la depauperada clase media también se presenta. Por lo que la compra en dólares de camiones cisternas de agua desangra a muchas familias.
El transporte colectivo sigue siendo caótico. Malo. Donde tratan mal a la gente y muchas veces el transportista cobra precios de manera arbitraria, sobre todo por el servicio hacia el interior del país.
Las luchas por salario
Hay sectores avanzados del movimiento sindical que comienzan a tener incidencia en la toma de posición en relación con las luchas salariales y pensiones en correspondencia con las condiciones mínimas de reproducción de la familia del trabajador.
La circunstancia nacional abre un espacio para centrar las luchas en torno de las cuestiones sociales. Por la mejora de los servicios. Por más salarios. Por el rescate de las prestaciones sociales y las pensiones. Por la conquista de una educación de calidad y científica, tanto en las universidades como en educación básica y media.
Pelear para que no se roben los ingresos extraordinarios, para que no los usen para el pago de deuda pública. Para que no los dilapiden en tanto servicio de seguridad para los funcionarios chavistas.
La unidad social en torno a las demandas de los trabajadores y a la lucha por la mejora de los servicios, es la tarea del momento. Elevar las luchas y establecer su relación con la estrategia para salir de la dictadura, es lo que demandan estos tiempos. Eso se impondrá… muy a pesar de quienes buscan colaborar con este estado de cosas.
Se presenta la oportunidad de que los trabajadores asuman la vanguardia social para alcanzar el objetivo del derrocamiento de la dictadura, articulando las luchas inmediatas a la estrategia de salir de la tiranía.
Además, son los trabajadores quienes pueden enarbolar un programa de desarrollo con sentido nacional y popular. Es que los trabajadores luchan por el beneficio de toda la sociedad. No buscan formar parte del reparto del botín, valga decir de la renta, ni quedarse el beneficio de la explotación de otros seres humanos. Es así cómo la alternativa frente al chavismo puede cobrar la fuerza necesaria para el triunfo, en la medida en que los trabajadores asuman el protagonismo y propaguen la propuesta alternativa basada en la implantación de una nueva democracia cuyo asiento sea la participación directa, que atienda el desarrollo para el impulso de la diversificación del aparato productivo cuya meta sea la revolución industrial, base material para el bienestar de los trabajadores. Una política social cuyo centro sea la mejora de las condiciones de vida de la gente y un salario digno que permita un creciente bienestar.
CARLOS HERMOSO / @HermosoCarlosD
es economista y doctor en ciencias sociales, profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político.
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