Sin previo aviso salió y sin mucho anuncio regresará Juan Guaidó de su segunda gira internacional. Tras casi un año de su primer viaje al exterior, el presidente encargado, reconocido por casi 60 países, llegó a Bogotá el 19 de enero para iniciar un periplo que, a diferencia del anterior, lo llevó a países de Europa, Norteamérica y América Latina.
En esta oportunidad da la sensación de que Guaidó vuelve más fortalecido que en marzo de 2019 porque en su trayecto, hoy de 21 días, parece no haber cometido errores y todos los encuentros y gestos que dejó le abonaron ganancias y casi nulos deberes. Mientras tanto, desde el Palacio de Miraflores afloran las equivocaciones de Nicolás Maduro y su estropeada gestión y aliados, como las declaraciones de Pedro Carreño, desde Mérida, cargadas de insultos y carentes de sustancia contra Guaidó, o la decisión de llevar a prisión nuevamente a los seis ejecutivos de Citgo -cinco de ellos ciudadanos estadounidenses-, una respuesta vengativa del régimen a la reunión Trump-Guaidó en la Casa Blanca.
En febrero de 2019, el primer error estuvo en plantearse metas con objetivos imposibles de lograr. Ingresar la ayuda humanitaria para provocar el quiebre de la Fuerza Armada. Ni lo uno ni lo otro ocurrió.
Primero, Maduro y su equipo tomaron previsiones para evitar la asistencia de Guaidó y líderes de la oposición a Cúcuta, lo que llevó al ya entonces reconocido presidente encargado a buscar quien lo ayudara a cruzar la frontera.
Unos sujetos que resultaron miembros de los Rastrojos estuvieron allí para facilitarle el traslado a Colombia, pero también para tomarse fotos que cayeron en manos del régimen. Según una información que se maneja en Cúcuta, esas gráficas terminaron en una rueda de prensa del ministro Jorge Rodríguez gracias a que un paramilitar rival, preso en Maracaibo, negoció su libertad a cambio de esas fotos.
Además, ese 23 de febrero, cuando se suponía que pasaría la ayuda humanitaria, comenzaron los enfrentamientos en los puentes Simón Bolívar y Santander, con el saldo de heridos y dos camiones quemados tras el lanzamiento accidental de una bomba lacrimógena.
En esa ocasión, mientras se daba una batalla desigual entre perdigones, bombas lacrimógenas y balas, en contra de piedras y bombas molotov, Guaidó permanecía reunido con presidentes suramericanos y funcionarios de EE. UU., sin salir a decir algo parecido a, por ejemplo: “Por ahora no se lograron los objetivos”, aquella frase del 4 de febrero de 1992, que tanto enamoró a electores venezolanos, por la que llevamos 21 años pagando un alto precio.
Sin embargo, volvió a Venezuela en contra del pronóstico de oficialistas y opositores que lo veían haciendo tienda el exilio. Ese 4 marzo de 2019 dejó escenas emotivas, con Guaidó enérgico, que se alimentó del fervor popular en las calles de su nativo estado Vargas y en Caracas.
Luego de ese episodio, el clímax máximo en la aún joven historia política de Juan Guaidó, vino un ciclo de descenso de la popularidad, caída alimentada por los errores propios, zancadillas dentro de la oposición y las fortalezas mediáticas, políticas y corruptibles del régimen de Maduro.
Cuando Guaidó sale del país el 19 de enero de este año, lo hizo sin avisar y con el aparente apoyo de funcionarios del gobierno de Maduro (veremos si no aparece una foto por allí). No se amilanó por el allanamiento de sus oficinas en Chacao. Tampoco parece haberle afectado la información filtrada sobre la supuesta reunión de su padre con Alejandro Betancourt, de la que trató de sacar provecho Jorge Rodríguez. Mucho menos se desesperó cuando en redes sociales opositores tachaban la gira como un fracaso porque Trump prefirió jugar golf que hablar con el líder la oposición venezolana.
No obstante, todo parecía diseñado milimétricamente para enviar un mensaje fuerte y claro. La invitación supuestamente a última hora al discurso del Estado de la Unión de Donald Trump el miércoles pasado, más los aplausos de republicanos y demócratas en el Congreso, y el cierre de toda la estrategia, el encuentro Trump-Guaidó en la Casa Blanca. Las operaciones que al sumar dan claras señales de que Guaidó cuenta con el apoyo y que el gobierno de EE. UU., pese a la oferta de Nicolás Maduro, solo ayudará a negociar las maneras de su salida del poder.
Juan Guaidó, el presidente encargado, anunció hace dos días su regreso. Cómo será. No lo sabemos. Lo más seguro es que no se repita ese vuelo tranquilo desde Panamá en un avión de Copa. La experiencia de la delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos da claras advertencias de que el régimen de Maduro evitará que eso ocurra.
Sin embargo, sin saber cuál será la manera de su regreso, Guaidó tiene la tarea de mantener lo logrado con esta gira, pero también decidir sobre un tema muy complicado que será usado por el oficialismo para dividir a la oposición: la elección parlamentaria. Tocará ver si este viaje también ayudó para pensar en las ideas estratégicas para enfrentar esta nueva etapa de presión a la gestión de Maduro.
César Batiz es periodista egresado de la Universidad del Zulia, especializado en Periodismo de Investigación. Director de El Pitazo. @CBatiz