Por: Gloria Cuenca
En mis años de moza muchas veces escuché decir: “No solo de pan vive el hombre”. Tal vez no entendía completamente a lo que se referían aquellos que hablaban de que no basta el pan para sobrevivir. Con la terrible inseguridad alimentaria que vivimos, creo que el hombre, el humano, necesita primordialmente del pan para vivir, aún cuando no solo sea pan lo que se requiere.
Por supuesto, esta reflexión surge por la crisis alimentaria que vivimos y por la galopante desnutrición de nuestros niños. También por la conciencia adquirida en estas dos décadas de mortificación y progresivo emprobrecimiento que hemos vivido de forma dramática en Venezuela.
Los rusos, durante 73 años, vivieron sin libertad, sin consideraciones de ningún tipo. También sabiendo la imposibilidad de que el socialismo-comunista fuera capaz de resolver las grandes necesidades que soportaban en ese sistema. Hubo muchas expresiones ideológicas y propagandistas que hacían pensar a los camaradas o “tovarich”, como se les denominaba, que sí; que algún día, al fin, lo lograrían.
La propaganda era usada con eficacia y se les creía. Entre las sentencias usadas, de las que más me impresionó, fue aquella consigna o concepto: “La libertad es la conciencia de la necesidad”. Reflexioné al respecto, hasta que creí haberla comprendido y entendido completamente. Se trata de tener una conciencia a partir de las necesidades no satisfechas, y esas serían las que otorga ―se alcanzan— en el comunismo (Sí, como no).
Nunca pude comprender porque, Lenin, Stalin, Krouchev, Breznev y otros, hasta llegar al gran Mijail Gorvachev, no tomaron en cuenta dos cuestiones: que el pan no bastaba para sobrevivir, era escaso. Y, no existía libertad de ninguna forma ni manera para protestar, ni exigir que les dieran más comida. ¡Así se fueron los gloriosos años de la revolución! La abundancia vendría después; siempre con esperanzas. Llegaron los terribles tiempos de la guerra civil, hasta llegar a la Segunda Guerra Mundial, en donde la heroicidad de esta gente se puso a prueba para lograr no ser sometidos sobre la base del amor al “padrecito Stalin”. Se unieron a los aliados, triunfaron en la guerra contra los nazis.
No deberían existir dudas sobre el carácter autoritario y totalitario de los líderes rusos, especialmente los que provienen de la época del comunismo. Ahora, se evidencia en esta dura guerra contra Ucrania.
Siempre que se trata del poder absoluto, las libertades están en riesgo. Imposible no darse cuenta de que, quien pretende adueñarse de todo es porque se siente dueño de la verdad y de lo que implique el futuro de los demás. Es así en todas las ideologías y también en las religiones. Ocurre en las empresas, en las familias, en las universidades y en las escuelas. Por eso, hay quien habla y escribe sobre “la tentación totalitaria”. Es así, si no se trabaja con una misma, es fácil caer en esa denominada tentación. Sucede cuando una/uno siente que lo sabe todo y que conoce qué es lo mejor para alguien, algo, una comunidad, un país, una región, el planeta.
Ser capaz de mirar efectivamente al otro/otra, como quien se mira así mismo, es un gran progreso en la búsqueda de la democratización personal. Es el reto que tenemos planteado.
Se requiere de un gran cambio en la mentalidad de quienes aspiran a que aparezca un ser mesiánico a resolverle los problemas (¿Hasta cuándo?). Darse cuenta de las fortalezas y debilidades de cada una/o es tarea prioritaria en el curso del desarrollo vital. De lo contrario, caemos bajo el influjo de “encantadores de serpientes”, tanto en lo individual, como en lo social: ofrecen villas y castillos y se adueñan de todo.
Estudiar el papel de la personalidad en la historia es importante. Entender que cada quien se labra su destino, prioritario. Lo demás, requiere de esfuerzo, reflexión, concientización y Fe.
GLORIA CUENCA | @editorialgloria
Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela
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