Por: César Mogollón
La región latinoamericana enfrenta una serie de desafíos en su porvenir. En primer lugar: trascender la dependencia monopolística de las materias primas, que menoscaba la competitividad frente a los mercados mundiales, basados en el avance tecnológico y el progreso del conocimiento. La pasada década dorada de los commodities con altas cotizaciones en la bolsa, no espera repetirse en el corto plazo, lo que obliga a trabajar por nuevos modelos de diversificación que ofrezca estabilidad a la economía.
Otro desafío de igual envergadura es superar las diatribas políticas y desigualdades que se esparcen por todo el territorio, que cercenan los consensos necesarios para emprender proyectos de transformación social. La polarización entre derecha e izquierda en una perspectiva de enemigos irreconciliables, afecta la unión de la sociedad para encontrar salidas a los problemas de la ciudadanía, a través de un polo político no se puede construir un país. Una nación es parte de un conglomerado social diverso y crítico, protagonista de los cambios.
En recientes días hemos visto sucesos importantes en el continente, específicamente en Bolivia y Chile, par de procesos electorales que sirvieron de puente para resolver fracturas sociales. En el caso boliviano la victoria de Luis Arce del partido MAS, se traduce en una reinstitucionalización política, perjudicada por un golpe de Estado que violentó derechos políticos y que sumió en caos al país. El triunfo del partido de Evo Morales no debe opacar las profundas divisiones que existen en Bolivia, y que esperan ser resueltas por el diálogo para prevenir otros eventos de violencia.
En Chile, el malestar de una mayoría social anónima sin representación en los partidos, explotó en el 2019 en estallido social con fuertes acciones violentas y de denuncia pública, contrariando el supuesto “oasis” del modelo chileno. Este contexto transversal, plebeyo, de una ciudadanía que desea cambiar el sistema político y económico del país mediante la redacción de una nueva constitución, sin dudas es un ejemplo que las luchas desde abajo pueden obtener resultados.
¿Qué podemos reflexionar de estas dos coyunturas políticas para los demás países de la región y especialmente para Venezuela, que prolongadamente ha vivido una situación de conflicto sin lograr su resolución? Es manifiesto que no escuchar las voces del pueblo representa una bomba de tiempo para la gobernabilidad, el poder hoy sin la participación de la sociedad civil es una característica de autoritarismo y endeble en mantener la paz.
La consulta ciudadana es un centro para la resolución pacífica de conflictos, pero también una herramienta creativa para el desarrollo. Desde movimientos sociales e instituciones gremiales, académicas latinoamericanas, se escuchan propuestas de transformación, sea en la distribución equitativa de los recursos, igualdad de género, transición ecológica, reintegración urbana y la incorporación de la tecnología a la transparencia pública del Estado.
Es tiempo de reoxigenar la democracia y procurar acuerdos en la pluralidad política, para trabajar juntos y hacer de la región una vanguardia en libertades públicas y oportunidades económicas.
CÉSAR MOGOLLÓN | @CESARMOGOLLONG
Dirigente político del Movimiento Político Nacional Alianza Centro