Por: Gloria Cuenca
Se empeña este régimen nefasto en acabar con todas nuestras tradiciones y alegrías. Una querida amiga ya fallecida me decía: “Los comunistas odian la alegría y cualquier manifestación de la misma”. De origen italiano, me contaba que en su región habían ganado los comunistas: la Alcaldía, lo que ellos llamaban la sindicatura, equivalente a los concejos municipales, en fin todo lo que implica la gobernación de las provincias. Se fijaba esta amiga que los comunistas de esta región no tenían celebraciones, fiestas mucho menos. En cambio, si se trataba de un difunto, entonces sí surgía la conmemoración, lo solemne y sin nada de cantos. Rezos no tienen, son ateos. Se traslada al cementerio al personaje. O se le crema y ya.
Sabemos cómo en la antigua Unión Soviética y en la triste Cuba desaparecieron todo tipo de celebración religiosa y eliminaron por decreto las religiones y las creencias. Lo que es imposible. Empezaron las persecuciones y los atropellos. La mayoría ocultó lo que pensaba, pero como se ha hecho siempre, al interior, en lo íntimo de las familias creyentes se ensenó y predicó la doctrina cristiana, básicamente. Imagino que los judíos más perseguidos todavía tuvieron que hacer lo mismo. ¡Qué atraso! Tardíamente, se dieron cuenta de que la gente sufría por esto y a escondidas lo cultivaba y celebraba. Cayó el comunismo, el Muro de Berlín y como por arte de magia aparecieron en la antigua Plaza Roja las vírgenes y los santos de la Iglesia Católica Ortodoxa, aparecieron cruces y demás símbolos cristianos, para sorpresa de quienes sabían cuánto habían trabajado los comunistas por desaparecer la Fe de los creyentes.
Entre nosotros, aunque usted no lo crea, no han hecho las barbaridades que en esos países contra la Iglesia y las demás religiones, sin embargo han sucedido una serie de acontecimientos muy desagradables. Han ocurrido agresiones a las Vírgenes, se han hecho pintas en las puertas de algunas iglesias y en la sinagoga, también. Se rompieron las relaciones con el Estado de Israel. Solo piénsese en lo que ocurre en el Tíbet, lo que ha vivido la iglesia en Cuba, también en Polonia, en Hungría, durante los tiempos del comunismo. Muchos resentimientos y molestias han creado con sus conductas agresivas y persecutorias. Otro gran problema, una novedad entre nosotros, frente a los cristianos se hacen los creyentes y los misericordiosos; le piden a Dios, a Jesús Cristo, hasta ahora, por su salud y por la paz, una vez que se ven con el agua al cuello. No les creo nada, ni a sus mensajes, ni a su propaganda, ni nada que se le parezca. Atención, no caer en sus mentiras.
GLORIA CUENCA | @editorialgloria
Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela