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viernes, 29 marzo, 2024

La Reserva Federal y el COVID-19

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Por Rogelio Guevara Cantillo

Jerome Powell es el presidente de la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos desde febrero de 2018 y lidera el banco central más poderoso del mundo. Hoy, en el año 2020, tiene entre sus manos la responsabilidad, junto con otros líderes mundiales, de no sucumbir ante el COVID-19 para rescatar la economía del planeta. Atacado regularmente por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tendrá ahora que trabajar coordinadamente con el equipo de la Casa Blanca para recuperar a los mercados tras el ataque global de este repentino “virus chino”, como lo llama el irreverente y siempre políticamente incorrecto Trump. 

En días pasados, Trump volvió a calificar negativamente la actuación de la Reserva Federal (FED) que lidera Powell llamándola en “patética”, por su pasividad por no responder a tiempo. Powell declaró hace pocos días lo siguiente en alusión al COVID-19: “La actividad entre abril y junio será débil y la posibilidad de recesión este año dependerá de cuánto se tarde en contener la pandemia”.

Con el cierre de los países e inclusive zonas o territorios dentro de los mismos países, que detuvo la movilidad de personas por distintas vías, tanto terrestre, aérea y marítima, más el cerco a los bienes y servicios a nivel de logística y cadena de suministros, ya la recesión llegó para estar entre nosotros y el COVID-19 por algún tiempo. No solo entrará en recesión Estados Unidos, sino todo el planeta por culpa de China. En Asia y Europa las perspectivas para este primer semestre son negativas. Varias firmas de inversión en Wall Street como Bank of America, Goldman Sachs o J.P. Morgan ya declararon que entramos en caída. Las variaciones intradía del intercambio de divisas como el dólar estadounidense, euros, libras o yenes es impresionante y se espera mayor volatilidad.

De hecho, las bolsas de valores están reflejando con estas caídas dramáticas el sombrío panorama. Durante las primeras semanas del COVID-19, se hablaba de una pérdida de riqueza de las 500 empresas más grandes, según el índice Fortune, de cerca de 400 mil millones de dólares. Alejandro Werner, Director del Fondo Monetario Internacional para Latinoamérica, declaró: “La recuperación que esperábamos hace unos meses no se producirá y no se descarta un escenario de crecimiento negativo en 2020 para Latinoamérica y el Caribe”.

Ante este terrible panorama, la Reserva Federal (FED) ha acordado ampliar sus intercambios de divisas con otros bancos centrales del mundo por medio de instrumentos como bonos para fortalecer los pisos de liquidez global. Asimismo, Powell y su equipo en la Reserva Federal (FED) han autorizado la compra de bonos de entes municipales de los Estados Unidos para facilitar el crédito a las entidades financieras y empresas y evitar un aterrizaje calamitoso. El petróleo no escapó de esta perturbación y se cotiza, al momento de escribir estas líneas, en cerca de los $20 por barril aproximadamente tomando como referencia los marcadores West Texas y Brent.

Consulté al economista Alexander Guerrero, profesor de dilatada experiencia y asesor financiero, acerca de la situación actual en el mundo y me expresó lo siguiente: “La desactivación de la economía genera desempleo inmenso, contracción, pero también genera un problema de efectivo, de dinero; no están las personas recibiendo ingresos. Hay programas de emergencia en varios países económicos locales. Lo que se ha querido hacer, es llevar una red internacional que permita la liquidez del dólar con mayor velocidad, porque los dólares que faltan dentro de los Estados Unidos, también van a faltar afuera; los dólares que faltan son los dólares caídos de trabajadores que perdieron su empleo, al igual de los dólares que han perdido sus valores en acciones. Es decir, hay una severa contracción económica y monetaria. La liquidez monetaria ayuda en parte a que haya economías que puedan recuperarse con estos programas de emergencia con las personas que quedaron desempleadas”.

Por su parte, en otra consulta con el economista Gustavo Rojas Matute, radicado en Washington, opina: “La verdad es que hay mucha incertidumbre porque no se sabe hasta cuándo durará esto. Más allá de la inyección de liquidez, los distintos actores del mercado deberían coordinarse para hacer una especie de time-out económico de al menos 15 días que incluya postergar pagos de facturas e hipotecas, créditos, impuestos, etc. Es necesaria la coordinación para compartir los riesgos”.

Asimismo en llamada con Juan Carlos Apitz, analista de mercados con relación a la crisis global del nuevo coronavirus, razona lo siguiente: “Los mercados financieros se encuentran en un final de un ciclo de deuda de largo plazo. El COVID-19, como ‘cisne negro’, ha develado el nivel de vulnerabilidad de la economía. Con la deuda corporativa a niveles récord, ya nos encontrábamos en un clima muy difícil cuando llegó el virus. De hecho, Trump estaba patrocinando nuevos niveles de valoración cuando ya la producción podía empezar a ralentizarse. La FED, llegado el final del ciclo, ha gastado todos sus cartuchos. El único estímulo que queda es de carácter fiscal, porque las tasas negativas significarían un grave daño al sistema bancario. La única posibilidad de subir el gasto para estabilizar de nuevo la economía es poner dinero en las manos de los americanos. Ese estímulo es lo único que permitiría hacerle frente al shock de demanda que significó esta pandemia”.

El COVID-19 presentará grandes desafíos para la sociedad mundial y al parecer cada mes de este año 2020 dejará algo qué recordar.

Rogelio Guevara Cantillo es especialista en comercio internacional @rogeliogc4  

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