La Pascua Florida

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Por: Gloria Cuenca

Entender los muchos misterios de la vida y de la muerte no es fácil. Pasamos los años más fructíferos de la vida correteando de un lado para otro, en lo que una de mis abuelitas adoradas llamaba: “El inútil afanarse de la vida”.

En la distancia que me proporcionan los años, creo que hubo sí aspectos superficiales en donde hubo ese “inútil afanarse,”  mientras en otros, no quedaba opción: a la existencia hay que “que echarle pichón”, como decimos coloquialmente.

En los países sajones, y en algunos pocos de origen latino, la gran fiesta de la Semana Santa es la Pascua de Resurrección o Florida. Se celebra la vida, la resurrección, antes que la muerte, como debe ser. Entre nosotros no es así.  Muchas veces me pregunté ¿por qué pasa esto? La respuesta invariable era, por el sufrimiento del pueblo. Hay un acompañamiento de la Iglesia al dolor del pueblo que se refleja en ese momento.

Nunca quedé convencida con esa contestación. Siempre pensé —al ser creyente— en el gran momento que significa la Resurrección de Nuestro Señor: venció la muerte y eso es lo más grandioso que hay. Nos dio ejemplo de vida y muerte, nos enseñó el camino del perdón, mediante el cual es más sencillo llegar al amor. Además dijo: “Soy el camino, de la verdad y la vida”. Todo está dicho. Por ello considero que el lunes de Pascua debería ser el gran día. En efecto, el domingo de Resurrección pasa a ser un día de intensa alegría y múltiples felicitaciones: se volvió a nacer perdonados y salvados por la gracia del Señor. Esto lo comprendí al pasar ese día en otros países, especialmente en Europa. Hay un importante reconocimiento —en casi todos los países— a la Pascua Florida. Lamentablemente, no ocurre así entre nosotros.

Volvamos a Venezuela. Después de estos 24 terribles años del socialismo del siglo XXI, creo que hoy más que nunca deberemos renacer. No podemos seguir sumidos en esta locura inducida que pretende volvernos al inframundo. En efecto, Venezuela sigue siendo —a pesar de los pesares— un gran país. Cada quien, sin importarle lo que el régimen diga, debe poner su mejor parte y contribuir a mejorar las condiciones de vida. ¿Cómo? Atendiendo la parte que le corresponde, individual y cotidianamente, cumplir lo que se sabe de la Ley. Sí no se conoce la Ley, buscarla y estudiarla.

Recuérdese, la ignorancia de la Ley no excusa de su cumplimiento. Ser responsable con sus obligaciones, las del trabajo, la familia y la comunidad. No contaminar, mantener un nivel educativo decente, ayudar a quien se pueda, mejorar las relaciones interpersonales en donde se hace vida comunitaria. Luchar, sin agresiones, por los derechos que tenemos.

Pero además, es importante conocer la Constitución Nacional de 1999 y manejar la Ley Electoral. Reflexionar y hablar en la familia sobre la enseñanza religiosa, la que sea de nuestra elección. Al dirigirse a otra persona, mantener un nivel digno y educado de comunicación. Participar en las decisiones comunales, bien sea condominios, asociaciones de vecinos o asociaciones de padres. Si se tienen hijos pequeños darles el cuidado necesario.

Puede observarse que ninguna de esas opciones implica la presencia del régimen, ni gasto de dinero. Es solo cuestión de tiempo, dedicación y comprensión de la trascendencia de las tareas explicitadas. ¿Qué se requiere? Nuestra dedicación y, por encima de todo, la decisión de ser mejores personas. No hay costo en dinero, sí el esfuerzo de hacer la lista grande de cuestiones que sin duda harán de todos nosotros mejores personas y, por ende, mejores ciudadanos. ¡Feliz Pascua Florida!

GLORIA CUENCA | @editorialgloria

Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela

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