POLITEIA
Por: Paulino Betancourt
Hace tres días los países productores de petróleo de la Opep, ahora llamados “Opep+” por la incorporación de Rusia, no logró llegar a un acuerdo sobre el aumento en la producción de petróleo. El objetivo de la reunión de la Opep+ era abrir los grifos y bajar el precio del petróleo.
En el mes de junio, a medida que la pandemia aparentemente retrocedía en el mundo y las personas reanudaban sus desplazamientos, viajes por carretera y vuelos aéreos, la demanda de petróleo aumentó significativamente. Aunque la producción no lo ha hecho: los países de la Opep, que producen el 41,9% del petróleo del mundo, redujeron sus perforaciones el año pasado y aún no han alcanzado los niveles previos a la pandemia. Como era de esperar, este desequilibrio entre la oferta y la demanda ha aumentado el precio del petróleo: en el mercado internacional, un barril de petróleo costaba unos 48 dólares a principios de año, llegando el 1 de julio hasta los 77 dólares.
Todos los estados miembros acordaron que la producción de petróleo debía aumentar en 400.000 barriles por día. Pero un país, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), discrepó: quería bombear aún más. Debido a que la Opep+ trabaja por consenso, el aumento propuesto no se llevó a cabo. El precio del petróleo subió de inmediato en todo el mundo. Venezuela, que ha estado exenta de los recortes de producción de la OPEP, también aumentó su producción en 42.000 barriles por día, llegando a una producción de 531.000.
De lo anterior me planteo dos preguntas. La primera es: ¿Por qué los países de la Opep+ quieren abaratar el petróleo? Después de todo, necesitan vender petróleo. Al respecto, comparto lo que escribió el historiador petrolero Gregory Brew hace una semana, Arabia Saudita y otros miembros de la Opep+ buscan el precio “perfecto”. Lo ideal es que el petróleo sea lo suficientemente barato para que la demanda siga creciendo, lo que significa que debe ser competitivo en precio con otras fuentes de energía, como las renovables. Pero también necesitan que sea lo suficientemente caro como para que pueda seguir proporcionando gran parte de los ingresos a los gobiernos.
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La segunda, y más interesante pregunta, es: ¿Por qué los Emiratos Árabes Unidos querían bombear aún más petróleo? La respuesta radica, en parte, en las menudencias de cómo funciona la Opep+. A los países miembros, solo se les permite bombear hasta alcanzar su nivel de producción “de referencia”. La línea base de los EAU es de 3,2 millones de barriles por día. Pero dicen que ahora pueden bombear mucho más que eso, hasta 3,8 millones de barriles por día. Quédense conmigo por un momento, porque esto les puede parecer que no tiene mucho que ver con el cambio climático, pero de hecho, revela cómo la descarbonización, es decir el proceso de reducción de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, podría estar cambiando la forma en que se invierte el dinero y cómo se ejerce el poder geopolítico.
Por lo tanto, la respuesta a lo planteado por los EAU, ¿se encuentra en el cambio climático y en la popularización de los usos de la energía limpia? En los países desarrollados, el petróleo se usa principalmente para el transporte en automóviles, camiones, autobuses, barcos y aviones, generando más contaminación por gases de efecto invernadero. A medida que los países productores de petróleo se enfrentan a un mundo que demanda menos combustibles fósiles, ya sea porque los consumidores compran automóviles eléctricos o porque empresas como Amazon operan vehículos eléctricos de reparto, la OPEP+ se verá obligada a vender menos petróleo en el futuro, abaratando el precio.
Me parece que los Emiratos Árabes Unidos están viendo ese futuro y consideran que obtendrán menos por sus reservas de petróleo, cuando el mundo tenga más políticas climáticas y la energía con cero emisiones de carbono (eólica, fotovoltáica, etc) sea más barata. Por tanto, estarían tratando de maximizar el valor de esas reservas ahora, saturando el mercado, incluso si eso significa reducir el precio del petróleo a nivel global. Haciendo que la descarbonización pudiera tener una lógica contradictoria: a medida que la energía verde se vuelva más barata, las compañías petroleras podrían intentar bombear más, para inundar el mundo con petróleo barato, impulsando así a algunos países a consumir más petróleo.
Si el precio del petróleo sigue subiendo, las empresas que utilizan fractura hidráulica (fracking) para extraerlo, podrían incrementar su producción. Los países de la Opep+, y especialmente Rusia, no quieren que eso suceda, y podrían ceder a las demandas de los EAU. Por otro lado, los altos precios del petróleo también serían contraproducentes, empujando a las empresas y consumidores a comprar vehículos eléctricos y alejarse de los combustibles fósiles, más rápido de lo que planean hoy.
Este tema permite vincular lo económico-financiero con el calentamiento global, dado que los combustibles fósiles son los responsables del cambio climático, la “agitación ambiental” que está incinerando a los bosques, elevando los niveles de los océanos y “achicharrando” a las personas en las ciudades. Pero si los países de la Opep+ están visualizando este escenario, revelaría cómo la descarbonización ya no es puramente hipotética. Las compañías petroleras y los estados productores de petróleo, podrían estar planeando una transición energética y tratando de manejar los términos bajo los cuales ocurriría.
PAULINO BETANCOURT | @p_betanco
Investigador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat
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