COMUNICACIÓN EN GOTAS
«Una mentira no tendría ningún sentido,
a menos que sintiéramos la verdad como algo peligroso»
Alfred Adler
Por: María Eugenia Fuenmayor
Es una mezcolanza de contenidos, montada para llenar vacíos, desviar la atención de lo esencial, encubrir la incompetencia propia y la de los suyos, creando, a través de una empatía falsaria y forzada, un relato de escaso o nulo valor intelectual en el que no hay ni un ápice de objetividad o de escrúpulos.
Se sustenta en la necesidad de colmar silencios y ganar tiempo; disimular medianías y, sobre todo, ganarse, sin un mínimo de esfuerzo intelectual, un posicionamiento a ultranza asumiendo a priori la ingenuidad de sus públicos, en la creencia de que estos aprobarán cualquier cosa que el líder divulgue.
La perversidad de la indigencia comunicacional es que ella se vale de la ignorancia de la audiencia y apuesta sobre su falta de criterio. Así, los líderes que fundamentan su narrativa en contenidos ciertos, en una preparación comunicacional cuidadosa, en su rol como promotores del progreso «efectivo» y como ejemplos de ciudadanía, devienen entonces en los principales enemigos de la comunicación menesterosa. Los líderes populistas deben entonces combatirlos, pues la prosperidad y el conocimiento son vacuna contra el proselitismo barato que sólo da réditos allí donde la ignorancia prevalece. Este tipo de dirigente, si acaso se prepara es para la supuesta improvisación revestida de algún arranque de humor tosco y ordinario. El populismo es, sin duda, un beneficiario recurrente de esta modalidad retórica que hemos querido calificar de «indigencia comunicacional».
Y es que este execrable recurso no solo es patrimonio de países del tercer mundo. También tiene sus expresiones frecuentes en el primer mundo, sobre todo en estos alocados tiempos que le ha tocado vivir a la humanidad.
Aquí les comparto algunos ejemplos de indigencia comunicacional en diversos ámbitos:
Caso Trump, a propósito de la pandemia del COVID-19:
Habla y recomienda, sin base científica, que se investigue el uso de desinfectante inyectado y, adicionalmente, exponer al cuerpo a una “tremenda cantidad de luz solar, ya sea ultravioleta o solo luz potente…”
Caso Biden sobre Afganistán:
Dice haber planeado con detalle la salida de tropas norteamericanas de Afganistán. Inclusive llega a afirmar tajantemente que el Talibán solo disponía de 70.000 efectivos, en tanto que el gobierno afgano tenía 300.000 soldados, cuando las evidencias objetivas mostraban una realidad opuesta a sus declaraciones, que resultó en la victoria avasallante y en tiempo récord de los extremistas.
Caso Chávez, varios temas
De acuerdo a lo mostrado por periodista Jorge Ramos de la cadena UNIVISIÓN, en dos entrevistas realizadas a Hugo Chávez, este declaró:
-«Entregaré el poder en 5 años o antes»… Ya sabemos lo que pasó.
-«No intervendré a los medios de comunicación»… También sabemos lo que hizo al respecto.
-«No nacionalizaré a las empresas privadas»… Para 2017, según el medio Empresas & Management, ya Venezuela registraba más de 500.000 empresas cerradas y más de 700 expropiadas.
-Fiel a esta línea de acción, Chávez también afirmó que en Cuba había una dictadura, y como Fidel, negó públicamente ser comunista.
Cabe recordar aquí una frase de Mark Twain: «Di siempre la verdad, así no tendrás que recordar lo que has dicho».
Caso Pedro Castillo, flamante presidente peruano:
-«Los feminicidios son producto de la ociosidad».
– «¿Acaso nuestras hijas y alumnas no van a las 11 o 12 de la noche a las grandes ciudades a prostituirse?».
-«Los hombres son los que paran la olla en el país… los que te garantizan desayuno almuerzo y cena».
– «La cadena de tiendas de departamento Saga Falabella es un monopolio porque «aglutina su economía para sacar un beneficio empresarial sin importarle el Estado, sin importarle el pueblo»».
Casos como el de Cristina Kirshner, Alberto Fernández, Evo Morales, entre muchos más, harían interminable la lista de ejemplos de la indigencia comunicacional, por lo que solo hemos compartido aquí un breve esbozo de las andanzas de estos «comunicadores», buena parte de cuyo poder se sustenta en el desprecio por la inteligencia de sus públicos. En muchos casos sus adláteres y ellos mismos se atrincheran alevosamente en doctrinas irrealizables y en el oportunismo. El debate verdadero de ideas es una molestia para sus propósitos. Ellos saben que la mezcla de falsedades con la manipulación de las emociones, es una fórmula mágica para conquistar adeptos y detentar el poder y, por qué no, eternizarse en él.
La palabra más prostituida de la comunicación indigente es «PUEBLO», la cual premeditadamente imponen en sustitución del término más apropiado que es «CIUDADANÍA», porque, justamente, el principio que define a este último evoca conciencia civil, criterio y capacidad para decidir autónomamente y por encima de caprichos personalistas y/o alucinaciones de algunos que se pretenden conductores de sociedades.
MARÍA EUGENIA FUENMAYOR | @mefcal
Experta en mercadeo, comunicaciones y reputación. Directora ejecutiva de Interalianza Consultores.