Por: Karina Monsalve
El término incertidumbre se utiliza de forma general para abarcar escenarios de imprecisión, incompletos, llenos de vaguedad e inconsistencia. Hace alusión a la falta de seguridad y certeza. Por muchos años la incertidumbre fue concebida sólo en términos de la teoría de las probabilidades. Actualmente se han desarrollado otros enfoques que han demostrado su capacidad para caracterizar situaciones bajo incertidumbre.
La incertidumbre es una realidad presente en nuestras vidas desde que nacemos. Está con nosotros de manera inconsciente y eventualmente figura a lo consciente. ¿Cómo prever los acontecimientos futuros con total seguridad?… Son muchos los factores que inciden en el desarrollo de nuestros proyectos de vida y que pueden cambiar el rumbo de éste sin previo aviso. No obstante, con la experiencia mundial tras la llegada del COVID-19 a nuestras vidas, la incertidumbre se ha apoderado de nuestra realidad en todos los ámbitos y en todas las poblaciones al mismo tiempo, quizás esa sea la razón por la que se ha convertido en nuestra única certeza en la actualidad.
La incertidumbre rodea al futuro, por la falta de seguridad y previsibilidad. No saber qué va a pasar, qué podremos hacer, cuáles serán las próximas medidas, cómo nos tendremos que manejar, hasta cuándo tendremos que vivir de esta manera, etc. Son preguntas que nos hacemos reiteradamente, sin obtener respuestas.
La incertidumbre es una realidad presente en nuestras vidas desde que nacemos. Está con nosotros de manera inconsciente y eventualmente figura a lo consciente
Karina Monsalve
En una situación de incertidumbre muchas veces la persona no puede definir el problema y mucho menos identificar soluciones alternativas y posibles resultados. Se encuentra en un estado de limbo que en un extremo puede llegar a bloquear sus acciones y paralizarla.
Este pensamiento reiterado supone un agotamiento y un desgaste en el tiempo, creando miedo, inseguridad y ansiedad, sin embargo, supone vivir también en una situación de constante elección y decisión, para evitar la sensación de estar perdidos. Elegir y decidir sobre lo que tenemos control, sobre nuestros espacios seguros, es decir, sobre la relación con los integrantes de nuestra familia, nuestro quehacer diario, el trabajo, y sobre todo de nuestros pensamientos, puede generar cierta calma al día día.
Por naturaleza, los seres humanos necesitamos hacer “cierres psicológicos” de lo que nos genera malestar e inquietud. Tenemos la necesidad de darle respuesta a lo incierto, o cerrar cognitivamente la situación ambigua o inconclusa en nuestras vidas. Para así poder seguir adelante. Por eso, existen mecanismos para hacerle frente a la angustia generada por la incertidumbre, hay quienes lo enfrentan con gran entereza y muestran un fuerte control sobre sus vidas, quienes trabajan por enlazar el presente y el futuro. También hay quienes la magnifican desde la innovación, para convertirla en generadora de cambios.
Otro mecanismo para afrontar esta situación es el llamado manejo de escenarios, el cual nos permitirá adaptarnos dinámicamente al cambio.
La descripción de una situación futura posible, le permite al individuo tomar decisiones y elaborar estrategias con niveles de expectativas adecuadas a los distintos escenarios.
Visualizar las alternativas de distintos contextos, simularán de manera creativa situaciones hipotéticas que pueden ayudar a la persona a comprender mejor las acciones a tomar.
La importancia de la elaboración de un escenario está en que nos obliga a pensar en las variables que inciden en el entorno exterior, en lo que podemos controlar en el entorno interior y en las consecuencias de estas decisiones. De esta manera podemos anticipar posibles obstáculos y también aprovechar oportunidades venideras.
KARINA MONSALVE | @karinakarinammq
Psicólogo clínico del Centro Médico Docente de la Trinidad
El Pitazo no se hace responsable ni suscribe las opiniones expresadas en este artículo.