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sábado, 12 octubre, 2024

La ilógica politiquería (III)

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Por: Gloria Cuenca

En este tercer artículo termino de expresar la angustia y preocupación por lo que pasa en Venezuela (no significa que mi angustia y preocupación no sigan. Más, no vuelvo a escribir sobre eso). He escrito, desde hace más de 25 años, constantemente, sobre política. He dicho y publicado, tanto aciertos como errores. Éstos, los errores, básicamente por ser optimista y creer que no llegaríamos a la actual situación; que triunfaría la democracia sobre la tiranía; que los del gobierno tenían un mínimo de vergüenza y, al saber que los rechazaban mayoritariamente, dejarían el poder.

Debo admitir que también he confiado en casi toda la oposición, casi en automático; sin meditarlo, con asertividad y adecuadamente: otro error imperdonable. Tengo que pedir perdón —varias veces— por mi ingenuidad, a pesar de la cantidad de años, de lo vivido y conocido; pareciera que creí tanto, que me volví creyón. Disculpen el coloquialismo.

Tampoco me puedo vanagloriar de las cosas dichas que resultaron ciertas. No sirvió para nada. Casi nadie cree en lo que decimos los opinadores. Sí les parece bueno, le dicen a una, “¡Qué bien lo escrito en el artículo de esta semana!”. Pero los líderes de opinión (no se si desaparecieron) no leen, y parece que nada de lo que se diga, vale la pena. Ni siquiera para reflexionar.

El caso es que la politiquería, que impera en cualquier escenario, es el principal enemigo de la serenidad y la sensatez que deberían ser constantes en la mente de quienes aspiran a conducir el país. La pregunta que deberían hacerse es: ¿quiero el poder para qué?; ¿podré hacer lo que he planificado? ¿He pensado y reflexionado sobre el cómo? ¿Qué haré con los opositores? ¿Cómo manejaré el problema de la corrupción y la delincuencia?

Las anteriores, son solo algunas de las preguntas vitales.  ¿Se las hacen nuestros líderes? O la preocupación estriba en quién va primero ¿tu o yo?: “¡Tú, habla de primero, pero yo cierro!”. “Chico, mejor quítate tu para ponerme yo”. “En la tarima deben estar tantos de los militantes A, versus tantos de los militantes B”. “Hay que cuadrar a la gente”;”¡Te encadenaste y pasaste tantos minutos más que fulano!; ¡Lo cobraremos!

¿Será que olvidaron qué es lo trascendente?: ¡Salir de este régimen!, por supuesto. Imposible que se planteen esperar —me refiero a los egos— hasta después de haber tenido la solución al problema: salir del régimen y entonces, solo entonces, dedicarse a los propios intereses; a cumplir sus funciones, a madurar con calma, a ser efectivo, servir a la patria, ser reconocido, influyente, o lo que quiera que le interesa. O se trata, simplemente, que saben que no pueden hacer nada concreto para resolver los problemas. Me carcomen las dudas. Así no se puede vivir. Menos aspirar a nada concreto.

Y ¿Cómo entra la politiquería en todo esto? Simplemente de eso se ocupan a diario estos personajes; es su ocupación principal: politiquería y de la peor. Nos vemos envueltos en fakes, consignas, manipulaciones, prácticamente, sin darnos cuenta.  Resulta dañino para todos. Acaba con la fe y casi con la esperanza. Efectivamente, nos encontramos en una encrucijada terrible, y muchos compatriotas lo resuelven emigrando del país, a pesar de todas las implicaciones que tiene esa acción. Especialmente por los riesgos que se corren y por la xenofobia existente en esos países en contra de los connacionales. ¿Cómo será el malestar que nada los asusta? ni los horrores de la Selva del Darién, ni el desierto de Antofagasta, ni cruzar el Río Bravo.

En las líneas anteriores, hablo de la muerte, de agresiones de todo tipo, incluidas las sexuales. De las humillaciones, el hambre, las penurias, los robos y demás acciones, que ni se nos cruzan por la cabeza y que, en efecto, ocurren. Nada, ni nadie los protege. Los niños casi abandonados, pierden la nacionalidad; muchas veces no pueden estudiar. Una auténtica catástrofe.

La gente del gobierno debería preguntarse por qué se van los venezolanos ¿Ellos creen que lo hacen bien? Hablan tonterías. Les encanta discursear, verse en los medios y no cumplen con sus verdaderas funciones: las de servicio. Tal como dije al comienzo, a otra cosa mariposa. Nada más qué decir al respecto.  Muchos temas sobre los que escribir, nada de politiquería, nunca más. Se contamina una sin darse cuenta.

GLORIA CUENCA | @editorialgloria

Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela

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