El director tiene que poseer una mirada amplia, que pueda ver todo el conjunto del centro y el entorno. Un director, una directora, no es un jefe —que impone órdenes—. Es un líder que inspira, que anima, que tiende la mano, que escucha, que consulta. Ya sé que, si el plantel es público, no se suele consultar a los directores nada sino exigir sin más. Pero el director sí debe escuchar y consultar a su personal y, en muchas oportunidades, a los alumnos y familias también.
Por: Luisa Pernalete
Ya sabemos que educar nunca ha sido fácil y dirigir un centro educativo tampoco. Más en este país, en donde todo se ha convertido en una carrera de obstáculos. Dirigir una escuela, del tamaño que sea, es un cargo de mucha responsabilidad y enormemente importante, pues a veces, en muchas comunidades, en las más pobres e incluso en las no tan pobres, la escuela es la única institución que queda para gestionar ayudas, organizar, formar.
Vamos a dar algunos consejos a esos directores, valientes, que han aceptado cumplir con ese papel.
Lo primero es que a la persona que asuma el reto, debe gustarle educar. Debe conocerse muy bien a sí misma, cuáles son sus fortalezas y sus debilidades; que sea inteligentemente, humilde, pues. Capaz de ver lo bueno que tienen los demás y los aspectos en los cuales requiere ayuda.
Un director, una directora, no es un jefe —que impone órdenes—. Es un líder que inspira, que anima, que tiende la mano, que escucha, que consulta.
Ya sé que, si el plantel es público, no se suele consultar a los directores nada sino exigir sin más. Pero el director sí debe escuchar y consultar a su personal y, en muchas oportunidades, a los alumnos y familias también.
Ahora, a comienzo del año escolar, ayuda reunir a todo el personal, no solo a los docentes, sino también al administrativo y al obrero, y preguntar qué aprendieron del año pasado y qué prioridades ven para este. Si hay alguien nuevo, conviene que conozca algo de la historia del centro educativo, y precisar qué se espera de él, no suponer nada.
Es bueno consultar o proponer espacios de formación y actualización para el crecimiento personal y profesional. Hay organizaciones que ofrecen alternativas, como la UCAB, el Centro de Formación e Investigación de Fe y Alegría, CECODAP, entre otros.
El director tiene que poseer una mirada amplia, que pueda ver todo el conjunto del centro y el entorno, ¿qué amenazas hay en la comunidad para la escuela? ¿Hay delito organizado? ¿hay bandas? ¿Qué oportunidades? ¿Hay posibles aliados? ¿Hay espacios que pudieran utilizarse o tal vez recuperarlos para todos?
El director debe, con todos y de manera consensuada mejor, llegar a acuerdos de convivencia, esos que también deben elaborar los alumnos en cada salón: qué vamos a aceptar como bueno, qué no se aceptará.
Incluyan el tema del respeto mutuo: todos merecen respeto en el centro, y si hay algo que ha molestado a alguien, fijar cuál es la ruta para expresar la queja o la inconformidad.
Subrayar que una escuela está para educar: sacar lo mejor de cada alumno, enseñar a convivir, desarrollar las inteligencias de los chicos, corregir sin maltratar, enseñar para que los alumnos puedan aprender toda la vida…
Conviene que conozcan la LOPNNA, o al menos algunos artículos, pues esta Ley contempla responsabilidad para los educadores y para todo el personal. Está, por ejemplo, el derecho al buen trato- Art. 32-A-; está el 56, que contempla que la disciplina de ser acorde a la ley… Sería muy útil saber cómo puede prevenirse la violencia escolar —incluye esta el acoso o bullying escolar—y cómo abordarlo en caso de que se sospeche o aparezca algún evento.
Es importante también que todos tengan alguna formación en educación emocional, para que sepan administrar sus emociones. No se trata de reprimir lo que se siente, sino de saber expresarlo.
Un centro educativo debe saber —y enseñar—, cómo resolver los conflictos por vía pacífica. Les recuerdo mis 5 C: calmarse, conversar, comprometerse, confiar y caminar juntos. Eso vale tanto para conflictos entre alumnos, como para conflictos entre el personal.
Enfrentar los problemas, no disfrazarlos ni ignorarlos, si se van acumulando, por algún lado estallarán y será peor.
Hay que detectar los problemas y también las cosas buenas que se hacen en el centro, y reconocerlo, felicitar a quién hace bien su trabajo, o se esmera por mejorar. Sistematizar las buenas prácticas y socializarlas estimula mucho.
Hay que pasar buenos momentos también: celebrar, compartir… seguro que hay quien cante o toque algún instrumento… Viene Navidad así que se pueden organizar grupos de parrandas y aguinaldos, en donde el personal también pueda mostrar sus habilidades.
Ya dedicaremos una columna sólo a la Navidad en la escuela, pero adelantemos que la celebración festiva es importante en educación.
No cabe todo en una columna, pero no podemos terminar sin subrayar que una gestión como la que describimos no puede ser impulsada por una persona, se debe trabajar en equipo. Recordemos lo que apuntamos al principio: que el director o directora se conozca bien, de manera que las personas que integren el equipo se complementen. Ese equipo debe tenerse confianza y el cariño suficiente como para decirse las cosas sin herir, ni descalificar, y saber valorar al otro.
LUISA PERNALETE / @luisaconpaz
Educadora en zonas populares por más de 40 años. Utiliza el sentido del humor como herramienta pedagógica.
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