La era oscura de la dominación talibán

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Por: Paulino Betancourt

Los talibanes son típicamente retratados como un grupo de hombres con barbas y turbantes, impulsados por una ideología fundamentalista islámica y responsables de la violencia. Pero para el pueblo afgano cansado de la guerra, la promesa de los talibanes de traer seguridad y orden por un lado y frenar la corrupción por el otro, es atractiva. Sin embargo, hay un alto costo a pagar, solo basta recordar las violaciones sistemáticas contra mujeres y niñas, los castigos corporales crueles, el cierre de escuelas, la prohibición de la televisión y la demolición de antiguas estatuas de Buda, por nombrar algunas.

La justificación de estos excesos por parte del Talibán surge de la combinación de una comprensión fundamentalista del Islam con las tradiciones afganas. Durante el apogeo del gobierno talibán (1999), ni una sola niña estaba matriculada en la secundaria y solo el 4% de las elegidas (9.000) estaban en las escuelas primarias. Desde 2002, en las ciudades bajo el control del gobierno afgano (tras la salida del Talibán), alrededor de 3,5 millones de niñas iban a la escuela y las mujeres afganas estuvieron participando en la vida pública, incluso ocupando cargos políticos, algo nunca visto en la historia de Afganistán.

Aunque los talibanes declaran ahora que ya no se oponen a la educación de las niñas, muy pocos funcionarios talibanes permiten que ellas asistan a la escuela después de la pubertad. Mientras que los más radicales, no permiten las escuelas de niñas en absoluto. Incluso han llegado a pechar con “impuestos” a los maestros que les imparten clases y han amenazado a sus familiares. Las inconsistencias han dejado a los afganos cautelosos.

Los controles sociales encarnados en los funcionarios de “moralidad”, conocidos como policías de “vicios y virtudes” cuando los talibanes estaban en el poder en la década de 1990, continúan operando en los distritos bajo el control de los talibanes. Estos funcionarios patrullan las comunidades para monitorear la adherencia de los residentes a los códigos sociales prescritos por los talibanes, con respecto a la vestimenta y el comportamiento público, la longitud de la barba, la asistencia de los hombres a las oraciones del viernes y el uso de teléfonos inteligentes u otros dispositivos tecnológicos.

“Queremos que Afganistán avance con sus logros y desarrollos actuales. Pero hay algunas reformas y cambios por los que el Emirato Islámico de Afganistán luchará”, dijo a Reuters el portavoz talibán Zabiullah Mujahid el mes pasado. A pesar de estas declaraciones, los talibanes parecen estar todavía creando una sociedad basada en sus estrictas interpretaciones del Islam.

Con una velocidad sorprendente, Afganistán está siendo enviada atrás en el tiempo, a lo que a menudo se llama la “era oscura” de la dominación talibán. Es así que la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán está poniendo en peligro la búsqueda mundial de tres décadas para erradicar la poliomielitis. Los talibanes han bloqueado la vacunación contra la poliomielitis en las áreas bajo su reinado durante los últimos años, poniendo a unos 3 millones de niños fuera del alcance de la campaña y dejando a Afganistán como uno de los dos únicos países, junto con Pakistán, donde el virus sobrevive.

Los especialistas sostienen que hay muchas partes del Corán y los hadices (los dichos de Mahoma) que exhortan a los creyentes a pensar sobre las creaciones de Alá y a tratar de comprenderlas con un espíritu científico. Como insta uno de los hadices, “La tinta del sabio es más sagrada que la sangre del mártir”, o mi favorito: “El que abandona su hogar para dedicarse a la ciencia, sigue la voz de Alá”. Pero hay otros que argumentan que el “conocimiento” en el sentido coránico no es conocimiento científico sino religioso y que combinarlo con la ciencia moderna es inexacto e incluso ingenuo. Desde este punto de vista, el distanciamiento con la ciencia ayuda a preservar al Islam de las corruptoras influencias profanas. 

El contraste es más evidente en el ámbito de la educación. La falta de un plan de estudios científico en las madrazas (escuelas) refleja una ausencia más profunda de capacidad o voluntad para construir instituciones educativas autónomas. Las madrazas se establecieron bajo la ley de waqf, o dotes piadosas, lo que significaba que estaban obligadas a seguir los compromisos religiosos de sus fundadores. La ley islámica no reconoció a ningún grupo o entidad, por lo que impidió cualquier esperanza de establecer instituciones como universidades, dentro de las cuales pudieran desarrollarse los estudios científicos. Las madrasas casi siempre excluyen el estudio de cualquier tema que no sea de los que ayudan a comprender el Islam como la gramática árabe, el Corán, el hadiz y los principios de la sharia.

La postura predominante entre muchos musulmanes de hoy es que la mejor forma de aproximarse a las buenas costumbres es regresar a un pasado prístino y piadoso. El Talibán, por su parte, causante de la violencia con la que el mundo ahora está dolorosamente familiarizado, surge de doctrinas caracterizadas por una profunda nostalgia por el período clásico islámico. Sin embargo, la antigua historia árabe ofrece una relación entre el Islam y las ciencias naturales. El progreso intelectual y la apertura cultural alguna vez fueron alentados entre muchas sociedades árabes. Por tanto, en la medida en que se pueda rescatar la saludable actitud clásica en la tradición islámica, la fanática falsa nostalgia podría ser domesticada. Quizás también ofrecería la posibilidad de que el Islam se beneficie de los principios que la modernidad ha alcanzado, como la igualdad de sexos, el imperio de la ley y la vida civil libre. 


PAULINO BETANCOURT | @p_betanco

Investigador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat.

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