Por Gloria Cuenca*
Vivimos en una tensión aguda en donde parece que no hay avances, sino que todo sigue en calma, en calma chicha para rematar. Los desesperados y apurados de mis compatriotas, creen que no pasa nada. ¡Por Dios, Aquí pasa de todo! No ha habido día en paz para quienes supimos, desde siempre, que el pueblo se había equivocado una vez más y los errores continuaron en medio del derroche, el jolgorio y el populismo por largos 10 años.
Cuando se acabó el maná que brotaba del suelo, mejor dicho, el precio del barril de petróleo, y éste volvió a un cierto lugar, se descubrió la verdad. ¡Oh, ingenuidad! El despilfarro, la corrupción, los robos insólitos que, del Presidente para abajo, en medio de la danza de millones, habían ocurrido. La gente en el gobierno, en su gran mayoría, se enriqueció. Todo comenzó a colapsar: luz, agua, telefonía, con Internet incluido, medicinas, alimentación, carreteras, transporte.
Nuestro país, lleno de riquezas, fue arrasado por una banda de delincuentes que dicen llamarse comunistas o socialistas del siglo XXI. Gente ignorante, que nunca tuvo medios de fortuna, ni conocimientos, obsesionada por la venganza y llena de resentimientos, que no les dejaban vivir. Indudablemente, problemas del SER que han pretendido resolver con el TENER. No resuelven nada, tristemente. Quienes, en efecto, tienen cierto tipo de inquietudes, se sienten mal, con baja autoestima y prácticamente sin auto – respeto.
El dinero y los bienes los calman, pero no los llenan, mucho menos se sienten satisfechos. Viven aterrorizados, el miedo los domina y no me refiero a la emoción del miedo, para defenderse de temores reales. El miedo de ellos es un temor real muchas veces, fantasioso en otros, con pesadillas donde se ven presos, perseguidos, acabados, expuestos al odio del pueblo, al que una vez dijeron servir y que los descubrió finalmente como hambreadores, embusteros, malvados, entre otros epítetos en los que no quiero insistir.
La gente se pregunta, “¿y hasta cuando?” y con eso nos atormentan y se mortifican: la respuesta correcta es: “Hasta que Dios y la Virgen decidan que aprendimos lo que necesitábamos”. Mientras que políticamente, hay que contestar: “Esa pregunta no se hace. No la hacíamos cuando la dictadura de Gómez. ¿Se imaginan a Jóvito Villaba preso en las mazmorras del Castillo Libertador , preguntando cúando se acaba esto?. O, a José Rafael Pocaterra en La Rotunda, mientras escribía “Memorias de un Venezolano de la Decadencia”, que apenas llegaba la visita les preguntara: “¿Esto, se acaba cuándo?”. Ni qué decir de Leonardo Ruiz Pineda, Antonio Salinas y los otros que los acompañaron en esas horas aciagas. Esa historia, de estar poniendo un tiempo es de los ñángaras, una vez más.
Recuerdo que en el PCV, nos ponían fechas: «En marzo, esteremos en el poder», «en la Navidad salen los presos», «después de la huelga universitaria estaremos listos”. Nada de eso pasaba. Se lucha constante y seguro para lograr democracia y libertad. Los que no han podido se van, ayudan desde fuera. Los otros, permanecemos, sin horario, ni fecha en el calendario, como dijo nuestro gran Simón Díaz
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