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viernes, 29 marzo, 2024

Izquierda y derecha

La ideología se mantiene, pero debe adherirse a las costumbres e historia de cada nación. Lo ideal es hacerla flexible para solucionar los problemas

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Por César Mogollón

Desde la caída del bloque soviético es reiterado el mensaje de intelectuales, políticos y medios de comunicación del mantra “el fin de las ideologías” o “el más allá de derechas e izquierdas”, suponiendo que la política se ha deshidratado de sus viejos valores y ahora es un cuerpo neutro de juicios. 

El eje de coordenadas que identifica a un partido político o las ideas de un ciudadano sigue vigente con un espectro que se amplía. La presente derecha e izquierda con la de ayer puede mantener principios ideológicos, pero la gobernanza es distinta, simplemente porque los contextos sociales no son estáticos; sus integrantes al mover sus ideas, mueven la historia.

Familiarizarnos con los términos derecha e izquierda se presta a conclusiones básicas: ser de derecha es pertenecer a la doctrina liberal representada en la libertad ciudadana y del mercado, con un Estado protector de la justicia y regulador ocasionalmente de la economía. La libre competencia entre ciudadanos es el motor de su modelo, haciendo énfasis en la libertad individual.

En la izquierda la libertad es vinculada con la igualdad, con la defensa de todo ciudadano sin importar su origen económico y social. El Estado tiene un papel crucial en garantizar derechos sociales y disminuir la desigualdad social; la sociedad es percibida en ámbito colectivo más que  individual.

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Es notorio que estas apreciaciones a grosso modo son inconclusas y que detallan superficialmente la totalidad de los ejes, porque internamente están compuestas por un mar de corrientes, pero nos trata acercar a lo convencional y  los modelos que han gobernado bajo estas líneas de pensamiento.

Las contradicciones que existen en la actualidad, y por lo que se habla del fin de izquierdas y derechas, es por el pragmatismo que se emplea cuando se debe gobernar. Cualquier nación está llena de complejidades, sean de las dramáticas como Somalia o democracias ejemplares como Noruega.

La convivencia ciudadana trae necesidades y coyunturas que difícilmente logran mantener a rajatabla un programa político. Tragedias naturales, protestas sociales, recesión económica y una infinidad de imponderables, obligan a tomar decisiones urgentes en situaciones que la ideología no encuentra respuestas.

Los espacios políticos tienen su ecología, su forma de vivir, representarse, socializar. Por ello observamos divergencias entre gobiernos de un país a otro aunque tengan la misma ideología. La izquierda revolucionaria soviética era distinta a la socialdemocracia europea, así como la extrema derecha fascista al parlamentarismo conservador británico, la política antes de adherirse a una ideología se adhiere a la costumbre de sus ciudadanos.

A su vez hay instituciones que trascienden a estas ideologías. La Unión Soviética en 70 años fracasó en disolver las identidades nacionales de sus pueblos o credos religiosos; en la Rusia actual en el marco de una economía capitalista todavía se efectúan honores y conmemoraciones a sus hitos en el pasado socialista.

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Observar la historia de un país trasciende un color político. En el Peronismo en Argentina comulgan gentes de derechas e izquierdas, entre contradicciones poseen principios políticos comunes que solo cambian de forma mas no de fondo.

El Estado de Bienestar Europeo es una de las políticas de mayor envergadura de los últimos siglos, y sería imposible su ejecución sin el acuerdo de  derechas e izquierdas del occidente europeo. El acceso universal a un número de derechos sociales fue la ruta para poner fin al ciclo de guerras y miserias en el Viejo Continente. Gobiernos latinoamericanos conservan una deuda social con sus pueblos en esta materia, el populismo y la ortodoxia económica es parte de esta responsabilidad, estancando la evolución democrática y económica de la región, por uso de la demagogia y la fuga de capitales de las riquezas nacionales.

En este contexto, realizar críticas a las ideologías por el desorden de los gobiernos en la región resulta infértil, porque desde la derecha y la izquierda se perciben retrocesos. La falta de ética en el poder es síntoma común de los flagelos, el uso del patrimonio público como empresa personal es el enemigo de la democracia y la gobernabilidad, desde el socialismo o neoliberalismo están expuestos.

Gobernar en democracia es moderar. Las posturas radicales en la oposición son detenidas cuando se tiene que manejar la estabilidad macroeconómica y las necesidades sociales. Incrementar el gasto público abruptamente para beneficios en subvenciones puede contraer severo endeudamiento, cercenar de planes sociales a la ciudadanía vulnerable y la microeconomía conlleva el crecimiento de cordones de pobreza.

El objetivo de las dirigencias políticas en la región y el país es en aprender gobernar, descartando artilugios ideológicos como propaganda política en una elección para tomar el poder y permanecer en él hasta que se desborde la estafa. Gobernar no implica posición aséptica de ideologías, al contrario, es ser flexible con ellas y emplear los conceptos que sean necesarios en la administración de los problemas de la gente, expandiendo los derechos ciudadanos en materia física, privando el oportunismo de la letra muerta en una ley o mitin de campaña.

César Mogollón es dirigente político del Movimiento Político Nacional Alianza Centro. @CESARMOGOLLONG

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