Las restricciones migratorias que se han impuesto a la diáspora venezolana son una muestra inequívoca de la frustración de esos gobiernos en su lucha contra Maduro. Esto refuerza la postura de quienes sostienen que la contienda por terminar con esta tragedia tenemos que darla los venezolanos dentro de nuestro país.
Es fácil entender que las recientes medidas de Chile, Perú y Ecuador, que agravan el sufrimientos de miles de venezolanos que intentan llegar a esos países, tienen como objetivo a proteger sus economías y evitar el colapso en los servicios para sus ciudadanos. En definitiva, los venezolanos no votamos en las elecciones y se miran en el espejo de Argentina.
Pero también subyace un mensaje muy peligroso: los presidentes de estos países, muy activos en la lucha contra Maduro, perciben que en lo inmediato el dictador de Venezuela no va a caer. Que la estrategia que concibieron junto con la oposición empieza a perder fuerza, y Maduro amenaza con sobrevivir en los escombros de un país en ruinas. En ese escenario la migración va hacer incontrolable
Pero también es un mensaje directo para los que luchamos contra Maduro: llegó el momento de no seguir engañando al pueblo con las falsas promesas del TIAR, intervención extranjera o un mesías predestinado. Promesas atractivas para quienes anhelan la salida del dictador, pero frustrantes para quienes viven en un país colapsado por la inseguridad, falta de medicamentos y alimentos.
La población ha caído peligrosamente en una etapa de decepción, de pensar que todo está perdido y, pese a los llamados, han abandonado las calles. Tienen la percepción que Maduro, apoyado por las FANB, no sale de Miraflores, quizás porque las victorias rápidas anunciadas no llegan y la única respuesta ha sido la diáspora para cualquier país y por los medios que sean.
La oposición perdió la ofensiva y sus propuestas se diluyeron en cuestionamientos internos entre sus líderes, que sólo sirvieron para apuntalar la campaña de desprestigio que lanzó el gobierno sobre la figura de Guaidó.
En esta batalla tenemos que entender que nos enfrentamos a un enemigo que se mueve muy bien en el terreno mediático, y cada error te lo hace pagar caro. Esa deriva mediática de Guaidó, con mensajes repetitivos, que son slogans vacíos, aunado a su poca claridad en manejo de corrupción de personas allegadas a él y al diálogo que inició con Maduro, ha propiciado que la gente se haya desmovilizado y que se cuestione su capacidad para concretar su promesa de: Cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Pero esta situación puede ser perfectamente reversible, puesto que el rechazo a Maduro y a todo lo que él representa aumenta cada día y Guaidó sigue siendo el líder referente en Venezuela.
Pero para que esto ocurra, los partidos que conforman la mayoría en la Asamblea Nacional, tienen que dejar a un lado la ambigüedad y abandonar los intereses que los atan a personeros del gobierno de Maduro. Hay que recomponer el mensaje y la relación con las FANB, al igual que con las bases chavistas. Hay que trabajar en la conformación de bloques de empresarios, trabajadores, estudiantes. Hay que trabajar con los chavistas disidentes que componen una fuerza muy importante. Hay que dejar a un lado los nombramientos de cargos burocráticos en el exterior, que a estas alturas no han hecho nada por conformar un exilio activo y protagónico, ni mucho menos por la situación de hambre y abandono que pasan los venezolanos en los países donde emigran. Igual los nombramientos burocráticos de un gabinete inexistente en la práctica, que sólo sirve para satisfacer los egos de sus amigos y compañeros de partido.
Tiene que haber una postura estadista, clara y transparente con respecto al diálogo auspiciado por el Reino de Noruega. Es inconcebible que en un principio se negara la existencia de las conversaciones. Después se asumió como una herramienta para el cese de la usurpación y por último: el diálogo con Maduro no funciona.
Todas estas vacilaciones en temas tan delicados terminan por confundir a una población desesperada que lucha por su supervivencia y no ve una alternativa real que le permita salir de Maduro.
Ya es suficiente de tantos discursos, de tantas caminatas para demostrar que se tiene apoyo, cuando es obvio el rechazo absoluto al gobierno de Maduro. Es hora de actuar, de construir una verdadera alternativa de poder para que toda la población se abrace a ella y no vea en las bolsas de claps su única manera de sobrevivir a esta tragedia.