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viernes, 4 octubre, 2024

Impacto de la situación boliviana en Latinoámerica

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Otro evento sacude a Latinoamérica. Controversial en grado sumo y lleno de contradicciones. Enciende alarmas, mientras despierta pasiones. Sirve de parangón a terceros gobiernos para justificar políticas concretas de preservación a otros para hacer lo propio. Y es que fue eficaz.

En cualquier caso, reflejan que América Latina anda en una nueva oleada de cambios. Está en peligro el orden imperante. Busca la espita más idónea por la presión del fuego al alambique, en la movilización popular. En las rebeliones como la de Chile, aunque sin dirección todavía, la gente, con una relativa claridad de miras, parece encaminarse a conquistas sociales para superar la larga noche liberal. En Bolivia la cosa parece diferente.

En el caso boliviano se confunden presiones diversas. De allí la participación fascista y de sectores populares. Por lo que debemos atender el asunto de manera concreta.

Algo de economía

Bolivia, junto a buena parte el resto del continente, se convierte en espacio de negocios en favor de China. Sin variar su papel en la División Internacional del Trabajo (DIT), afianza la condición extractivista, ahora agregando la subasta de la explotación del litio.

En esencia no hay mayores diferencias de la política económica del gobierno de Evo Morales a la adelantada en la Venezuela de Chávez. Hubo mayor eficacia y menos corrupción, pero la esencia es la misma. Una economía que se inscribe en la DIT jugando el papel de vendedor de materias primas, energéticas principalmente, particularmente de gas a Brasil y Argentina, mientras aumenta la importación de bienes finales, incremento mediante de la capacidad de demanda social.

El fortalecimiento del boliviano jugó un papel importante para el incremento de la capacidad de consumo. Al respecto, resalta que la influencia china va a la raíz. Así, Evo Morales montó en 2011 el Ministerio de Economía y Finanzas con financiamiento chino, bajo la figura de la donación. El resultado es que el primer inversor en Bolivia es China, así como la primera fuente para la importación de bienes finales. Pero se afianza la economía extractivista demandante de bienes finales de los asiáticos, principalmente.

Ciertamente disminuye la pobreza, mientras aumentan los beneficios bancarios, de los importadores, así como los productores de cervezas y gaseosas, de la construcción y las comunicaciones. De allí el incremento del PIB, hasta ser de los más ascendentes de América Latina. Aunque ya la balanza comercial y de pagos comienza a entrar en fase crítica, siempre expresando un elevado grado de dependencia y condicionamiento del desarrollo.

Ahora bien, haber otorgado la exclusividad en la explotación y procesamiento en territorio boliviano del litio, así como el acuerdo firmado en agosto del presente año para la construcción del ferrocarril que unirá el Atlántico y Pacífico, seguramente fueron las decisiones que despertaron la mayor presión sobre EEUU para incidir en la jugada contra Evo Morales. El acuerdo ferroviario se inscribe en el proyecto chino de una ruta una franja.

La política

Junto al incremento de la capacidad de demanda de amplios sectores de la población y los negocios cada vez más ambiciosos con los nuevos socios chinos, la reivindicación de los indígenas, el proceso civilizatorio de las nacionalidades, dan como resultado el afianzamiento del proyecto masista.

Sin embargo, venía haciendo aguas la experiencia más exitosa de las nuevas formas de dominación que se realizaron en América Latina para contener el auge revolucionario. Desde un comienzo, en 2011, se ve claramente que se trata de un proyecto inscrito en aquello de cambiar las cosas para que la esencia siga igual, aunque con cambio de socios. Se expresa claramente en 2011, cuando Evo Morales enfrenta de manera autoritaria y antidemocrática a buena parte de los sectores que apoyaron este proceso, interviniendo mediante la violencia el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu y la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob). Dos organizaciones históricas de los pueblos originarios. Mientras, desarrolla excelentes relaciones con el empresariado.

Pero la cosa encuentra un punto de quiebre cuando se lanzó Evo Morales a la aventura de desconocer el referendo realizado en febrero de 2016. Por maniobras en el andamiaje de esta forma de dominación, logra aprobar una interpretación retorcida de la Constitución. Con esto pierde apoyos añejos que anuncian una disminución de la votación.

La manera como van anunciando los resultados en las elecciones del 20 de octubre crea una incertidumbre que es aprovechada en una confluencia variopinta. Sectores fascistas aprovechan la coyuntura y sin vacilación lanzan una ofensiva que permite coronar el desalojo mediante la figura de la renuncia.

Se conjugan el descontento generalizado en sectores populares con el racismo liderado por el empresario fascista, Luis Fernando Camacho. La movilización social y la negativa a defender al gobierno de sectores que en su oportunidad consideraron como suyo, conducen a la debacle. Así, la Central Obrera Boliviana, docentes y autoridades de la Universidad Pública de El Alto (Upea), decenas de organizaciones y de mujeres, entre otros claman por la renuncia.

Por eso se trata de un golpe de estado un tanto sui géneris. Más allá del debate, a nuestro juicio subalterno, de si fue golpe o no, lo cierto es que se logró deponer un presidente. El árbitro no fue la institución electoral. Fueron los militares y las fuerzas policiales coincidiendo con sectores sociales diversos. De fascistas a gente de los movimientos populares, demandan la renuncia del presidente.

Además, así como somos de la idea de que los grupos fascistas y el candidato Mesa, no hubiesen sido tan prepotentes si no contaran con una articulación internacional, tampoco Evo se hubiese lanzado la aventura de desconocer un referendo sin ese tipo de apoyos. Allí es donde se articulan aspectos de la cuestión internacional y la situación política concreta.

América Latina, patio trasero del imperialismo estadounidense durante más de un siglo, se ha visto trastabillado dada la penetración de capitales chinos y rusos. En el caso de Bolivia se expresa contribuyendo con el incremento de la pugnacidad interior.

De nuestra parte, desde la perspectiva venezolana, debemos diferenciar lo político ideológico de esta experiencia política. Tomar parte en favor de los intereses estadounidenses y sus decisiones políticas no resultan eficaces para la oposición venezolana. Ubiquemos que las formas de dominación basadas en el socialismo de palabra levantan un discurso en favor de los pueblos, terminan por resultar eficaces políticamente. Aunque buscan preservar lo establecido, pero en favor de los intereses del bloque imperialista emergente liderado por China y Rusia, han sido eficaces. Mientras, el discurso en favor de Moreno, Piñera y de quienes lideran el desplazamiento forzado de Evo Morales en Bolivia levanta ideas reaccionarias en contra de conquistas populares. Por lo que causan rechazo y resistencia en amplios sectores que luchan por conquistas sociales. Además, ha estado plagado de mentiras que abonan en favor del aquellos.

Recordemos que aquello de las reservas estratégicas juega en favor de un sector u otro. De allí la necesidad de, al menos, partir de la verdad. Ciertamente, lo acontecido en Bolivia muestra eficacia. La que se desprende de una operación que contó con una dirección centralizada. Contó con una vanguardia sólida. Aprovechó el desconcierto en fuerzas que venía apoyando a Evo Morales. Contó con las rupturas de algunos factores que fueron sólidas bases de Evo Morales. También contó con el componente del sector popular que venía clamando por reivindicaciones concretas en educación y salud. Supo aprovechar las contradicciones. La guinda, no vaciló en ningún momento y biblia en mano, mostró una decisión de hierro. Eso es otra cosa. No se trata de discurso. Se trata de la estrategia para alcanzar un objetivo.

Independientemente de su carácter, diferentes formas de lucha o estrategias políticas y militares, han sido eficaces, más allá de la cuestión ideológica. Los nazis, lo más reaccionario en la historia moderna, fue eficaz en el desarrollo de una estrategia militar para invadir Polonia y luego toda Europa y la Unión Soviética. La guerra relámpago, Blitzkrieg, les permitió conquistar rápidamente millones de kilómetros cuadrados. Un tanto similar fue la contraofensiva soviética que terminó por destrozar al ejército alemán. La misma estrategia, diametralmente opuestas las ideologías que sustentaron cada caso. Claro, hay estrategias criminales, que por muy eficaces que sean, son impracticables por parte de quien suscribe estas letras.

El futuro, la idea de la reconstrucción, sigue en el debate. Nos unifica la idea de salir del régimen. Acordemos una estrategia política eficaz. De no hacerlo nuestra historia será otra.

*Economista y Doctor en Ciencias Sociales. Profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político

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