Hay que cuidar a los maestros

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Por: Luisa Pernalete

El Día del Maestro tuvo su origen en 1932, en plena dictadura de Juan Vicente Gómez, cuando un grupo de educadores creó la Sociedad de Maestros de Instrucción Primaria, para luchar por sus derechos. Más tarde, siendo Presidente Isaías Medina Angarita, estableció el 15 de enero, como día para homenajear a los maestros. Menciono este origen para que sepamos que el contexto no era fácil. Como no lo es hoy.

Los problemas de la educación venezolana, no comenzaron en marzo, cuando se decidió la suspensión de la educación presencial y se estableció la cuarentena, que se ha prolongado hasta hoy y continuará. Ya llevamos varios años con la “rutina escolar” alterada, por los problemas de servicios, por la falta de alimentación para los niños, por las renuncias de docentes, debido a los bajos, bajísimos salarios.

Suelo contar que cuando era Directora de Fe y Alegría en la zona de Guayana, más de una vez ayudé a crear colegios sin contar con local y mobiliario, pero tenía el docente, y es que sin maestro no hay escuela. Por eso, hay que cuidarlos.
¿Qué significa hoy “cuidar a los maestros”? Haré una lista rápida, no exhaustiva.


Lo primero, a mi juicio, es cuidarnos nosotros, reconociendo la importancia del rol del educador en la sociedad: formar personas no es poca cosa, educar es ofrecer presente y futuro a los estudiantes

Luisa Pernalete, educadora

Lo primero, a mi juicio, es cuidarnos nosotros, reconociendo la importancia del rol del educador en la sociedad: formar personas no es poca cosa, educar es ofrecer presente y futuro a los estudiantes. Entonces, debemos comenzar por sentirnos orgullosos de nuestro oficio. Esa es la primera fuente de la autoestima, la que viene de nosotros. Junto a eso, cuidar nuestra salud mental, porque antes y durante la cuarentena, este trabajo genera estrés, y hay que buscar ayuda y tener herramientas para ello.

En segundo lugar, el educador necesita el reconocimiento social y de las familias, cuyos hijos atiende. Si algo hemos aprendido de este tiempo de confinamiento obligado, es que familia y escuela deben estar del mismo lado de la cancha. La familia ha revalorizado el papel de los maestros, al darse cuenta de la importancia de su trabajo. Sería muy útil el que padres y madres expresaran su agradecimiento a los maestros de sus hijos. También enseñar a los estudiantes a hacerlo.

En tercer lugar, hay que formar a los maestros en esto de educar a distancia, pues, hacerlo con niños y adolescentes es algo nuevo en todo el mundo. Con adultos, en educación superior, si hace tiempo que se hace, por diferentes vías, no sólo con el uso del internet. En Fe y Alegría, por ejemplo, hace más de 3 décadas que se ha utilizado la radio para esa labor, pero con niños y adolescentes, es una novedad. Entonces los maestros necesitan formarse para ello. En otros países se están invirtiendo muchos recursos en este sentido. También necesitan acompañamiento, porque no tienen suficientes herramientas para educar a distancia. Hemos notado mucho interés en mejorar su trabajo. ¡No hablo sólo de herramientas tecnológicas, educar a distancia es algo más que “mandar tareas!

Hablamos también de acompañamiento psicoafectivo, que no puede venir siempre de nuestras propias experiencias. A veces se requiere de ayuda profesional, porque esta cuarentena está muy prolongada. Hay organizaciones como Cecodap, Cesap, Psicólogos sin Fronteras, que lo están ofreciendo, pero este servicio debiera ofrecerse a todos los educadores. Lo agradecerían.


Imposible no mencionar que cuidar a los maestros pasa por destinar recursos para que puedan vivir de su trabajo. Salarios justos, pues

Luisa Pernalete, educadora

Cuidar a los maestros pasa también por hacer posible ese reto de educar a distancia: reducir la brecha tecnológica con equipos –laptops, teléfonos inteligentes, por mencionar dos–, ampliar y mejorar la conectividad para poder utilizar el internet en plataformas amigables para los estudiantes. También supone mejorar los servicios públicos, pues cuando se va la electricidad, por ejemplo, se va también el internet.

Imposible no mencionar que cuidar a los maestros pasa por destinar recursos para que puedan vivir de su trabajo. Salarios justos, pues. Nadie se dedica a la educación con el objetivo de hacerse rico, pero antes, se podía vivir con cierta tranquilidad, con lo que se ganaba. No teníamos la hiperinflación de los últimos años, ni la emergencia humanitaria compleja. Si un maestro no sabe cómo dará de comer a su familia cada día, o de dónde sacará para el pasaje diario, no puede dedicar su atención en la preparación de sus clases. No pedimos más que lo que dice el Artículo 91 de la CRVB: “Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y para su familia las necesidades básicas, materiales, sociales e intelectuales”. Con los actuales salarios, hay maestros que no pueden ni siquiera comprar un cuaderno o dar alimentación por más de dos días a su familia.

Hay que decir, que a pesar de las dificultades y de las condiciones de trabajo de pobreza extrema a los que está sometido la mayoría, seguimos encontrando maestros realmente heroicos. Como dice Pérez Esclarín, no tienen medallas en su pecho, pero las merecen. Increíble los malabarismos que están haciendo para seguir atendiendo a sus alumnos. A mí me conmueven las historias que a veces recojo y podría escribir un libro con ellas.

Cuidar a los maestros hoy es una necesidad imperiosa, pues, sin ellos, la educación está seriamente amenazada.


LUISA PERNALETE | @luisaconpaz

Educadora en zonas populares por más de 40 años. Utiliza el sentido del humor como herramienta pedagógica.

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