Ficción (una licencia): La relación del usuario con el periodismo del futuro

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LOS PITAZO DEL DIRECTOR


Por: César Batiz

Caracas, 26 de enero de 2061. 

Un holograma se ilumina sobre la cama, solo segundos después de apagar el despertador. 

“6:30 am. Hola, Raúl. Feliz día. Te presentamos las noticias de este miércoles. Pero antes debes recordar que la semana pasada el Sistema Medical Intelligence, conectado con nuestro programa, detectó un incremento en tu presión arterial tras compartir una información violenta no prescrita por este servicio de noticias”.

Raúl quita la sábana y se incorpora en su cama. Mientras lee un párrafo en una pantalla y escucha una voz con acento caraqueño:

“En tu récord personal tienes una alerta que debes atender, porque de lo contrario sufrirás la reducción de los puntos acumulados mensualmente, que te dan acceso a contenidos de entretenimiento de forma gratuita”.

Dos días antes accedió a un servicio de noticia alternativo desarrollado por periodistas y científicos, proscrito por las grandes empresas de comunicación. Los creadores de la alternativa perdieron los puntos en su libreta de ciudadano en línea, un programa que desarrollaron los chinos para el control social a principios del siglo XXI y que en Venezuela replicó el madurismo con más torpezas que éxitos.

Precisamente, ese 26 de enero el capítulo venezolano del servicio alternativo recordaba un episodio del cual casi no quedan rastros en la web. Solo se logró levantar la información gracias a viejos periodistas, quienes estaban activos en la década de los 20. 

Maduro, un autoritario gobernante de la era del COVID-19, aseguró que tenía unas gotas milagrosas para curar el virus. Por su puesto, nadie le creyó porque eran muy habituales sus mentiras. Plataformas tecnológicas borraron cualquier registro de esa información en las redes, por considerarla falsa y peligrosa. Posteriormente, otros gobernantes usaron la misma táctica de ofrecer recetas mágicas para calmar a sus electores y evitar estallidos sociales.

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Raúl se levanta y camina al baño mientras por la ventana ve otro holograma. Esta vez una guacamaya, ese pájaro que pobló por un tiempo las colinas de Caracas. La voz suena en medio de la penumbra:

“Cuentas con nosotros para organizar la oferta de contenidos informativos. Nuestra misión es que te enteres solo de aquello que sea realmente de tu interés, según tus hábitos de consumo y lo que se adecúe más a tu salud y bienestar. Te dejamos unas recomendaciones  sobre clases de yoga, meditación, cocina sana y artículos para el confort. Estamos para servirte”.

Vuelta a la realidad

La anterior escena es una ficción que parte de la amarga experiencia que vivimos en El Pitazo luego del cierre de nuestro canal en YouTube, tras ser objeto de tres sanciones por videos publicados en enero de este año y en noviembre de 2019.

Las tres veces apelamos la decisión de YouTube, pero siempre nos encontramos con una burocracia de inteligencia artificial que ha hecho que hallar a un ser humano para conversar, sea como encontrar el Santo Grial. 

Desde septiembre de 2017, El Pitazo ha luchado contra la censura digital sin rostro, ni responsables con nombres y apellidos. Hemos sufrido el bloqueo de cuatro dominios por orden de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel). El actual, elpitazo.net está alojado en Google, empresa propietaria de YouTube.

Esta acción de YouTube es un nuevo obstáculo para todo un equipo de apasionados profesionales, quienes durante seis años generaron no menos 8.000 videos, algunos de ellos formaron parte de trabajos multimedias reconocidos por los premios Ortega y Gasset, Fundación Gabo, SIP e Ipys-Venezuela.

Ahora YouTube, tal vez por desconocimiento de la realidad venezolana de los subcontratistas que desde Irlanda administran el sistema de sanciones de la inteligencia artificial, le hace un gran favor a la hegemonía comunicacional que pretende construir el gobierno de Nicolás Maduro, profundizando los desiertos informativos que tanto afectan a la población venezolana.

Sabemos que cada plataforma tiene sus reglas, pero lo que no puede ocurrir es que sean aplicadas a productores de contenidos informativos, culturales y científicos, de la misma manera como lo hacen con productores de contenidos de entretenimiento como, los videos musicales, a veces cargados de sexismo y violencia. 

Además, se requieren canales más humanos para atender a quienes somos clientes y generadores de horas de visitas a YouTube, las cuales son monetizadas por la plataforma. 

En El Pitazo creemos que este es un problema mundial, no solo de este medio nativo digital venezolano. Está en juego la definición del periodismo del futuro, por lo que consideramos que debería estar en la agenda de organizaciones como Knight Center, Sembramedia, Cosecha Anfibia, Fundación Gabo, medios de comunicación y periodistas en el mundo, antes que la realidad sea peor que la ficción. 

Quisiera compartir con ustedes, amigos lectores, este debate. Deja tu opinión en la sección de comentarios y conversemos.


CÉSAR BATIZ | @CBatiz

Periodista egresado de la Universidad del Zulia, especializado en Periodismo de Investigación. Director de El Pitazo.

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