Por: Karina Monsalve
Muchos son los días que llevamos padeciendo esta nueva realidad que nos presenta la vida actual. Cambios en la rutina, cambios académicos, laborales, económicos y anímicos. La pandemia trajo muchos cambios que se han perpetuado en el tiempo, sobre todo en Venezuela donde el sistema sanitario es deficiente y aún no se ha llegado a vacunar ni al 1% de la población.
Un nuevo concepto formulado por la Organización Mundial de la Salud en febrero del 2021 nos habla precisamente de la reacción que tiene la población mundial tras las prolongadas medidas y restricciones generadas por la pandemia: la Fatiga Pandémica.
El término fatiga generalmente se asocia a la sensación de agotamiento o dificultad para realizar actividades físicas o intelectuales cotidianas. La fatiga vista como un síntoma es una sensación subjetiva del individuo que puede tener muchas maneras de expresarse y que no depende cien por ciento de la voluntad o intencionalidad por parte de la persona que la padece.
Ahora bien, cuando nos referimos al concepto de fatiga pandémica, no solo nos referimos al cansancio físico del cuerpo como secuela de una enfermedad, sino que el abarca más allá de lo físico y lo intelectual, involucra en este caso la salud mental y emocional de las personas afectadas.
Al perpetuarse las medidas de radicalización, las medidas necesarias para evitar los contagios, el encierro prolongado, todo ello termina generando un agotamiento generalizado. Es una reacción natural, que se genera después de un tiempo prolongado de limitaciones y de un miedo intenso a enfermar o morir por el posible contagio.
La fatiga vista como un síntoma es una sensación subjetiva del individuo que puede tener muchas maneras de expresarse y que no depende cien por ciento de la voluntad o intencionalidad por parte de la persona que la padece
Karina M onsalve
De acuerdo con las palabras de la Dra. Marisabel Parada, fundadora de Psicólogos Sin Fronteras, la fatiga pandémica es “ una realidad anímica que toma lo cognitivo, lo conductual e inclusive lo fisiológico y que provoca en la persona un desgaste que se ha mantenido en el tiempo”.
La fatiga pandémica se puede manifestar a través de indicadores tales como: cansancio generalizado la mayor parte del día, alteraciones del sueño, irritabilidad, baja tolerancia a las situaciones de estrés, sensación de agobio en la nueva rutina pandémica, aislamiento social extremo, miedo y desesperanza.
La persona afectada puede sentirse mentalmente agotado, triste, preocupado y frustrado, sin motivación, sedentario, dependiendo del grado de intensidad de todos estos estos indicadores y de sus propios recursos internos, podrían desencadenar altos niveles de ansiedad o terminar en episodios depresivos.
Dos factores que pudieran incrementar estos síntomas son la incertidumbre y la desesperanza, de cuánto tiempo falta para volver a una rutina diaria como la conocíamos.
Si observamos que estas sensaciones se intensifican llegando a afectar la realización de las actividades cotidianas, tales como el trabajo, las tareas domésticas, la concentración para tareas intelectuales y hasta las habilidades sociales, es un signo de alerta.
Es importante poder identificar en nosotros mismos los síntomas o indicadores mencionados ya que si los podemos reconocer estaríamos a tiempo de ejercer conductas que generen un alivio o en todo caso buscar la ayuda necesaria de especialistas para disminuir esa tensión emocional.
KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve
Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.