Por: Juan José (Pepe) Cárdenas*
Hay un dicho gringo muy popular que reza: If it works, don´t fix it… Algo así como: «Si algo funciona, no lo arregles».
Y es que, justamente, la solución para combatir presuntas conspiraciones (¿acaso ya suficientemente investigadas, constatadas y juzgadas?) es apelar a la figura de la expropiación, que -a pesar de que, como bien lo debe saber el actual ministro de Pesca y Acuicultura, antiguo expropiador de tierras desde aquel infausto INTI- derivó en la ruina y desmantelamiento de empresas agropecuarias y agroindustriales funcionales y de alta relevancia social, por su capacidad de generación empleo estables y de producción de alimentos a escalas significativas para la seguridad alimentaria de todo el país.
La medida reaparece ahora en el sector de la camaronicultura, sector que ha pasado a ser el segundo en exportaciones nacionales, después del petróleo, «éxito» del cual se vanagloria el ministerio en cuestión, que, como corresponde a su función, seguramente ha incentivado y promovido la consecución de este sitial; algo plausible, aunque no haya cultivado ni un solo camarón… porque, además, no hace falta que lo haga para cumplir su papel de promotor y regulador, que es el que precisamente le toca.
Y escribo «éxito», así, entre comillas, porque, en un país de tradición petrolera, manufacturero, agrícola y pecuario, siderúrgico de primera importancia, en el que durante décadas las exportaciones de café, cacao, maíz, alúmina, acero, productos siderúrgicos y químicos contaban de manera notable en el bienestar económico nacional, queda claro que si el camarón ha pasado a ser el segundo rubro de exportación es por descarte (sin desmeritar el considerable logro de una producción de 65.000 t en 2023, MINPESCA dixit), dada la contracción de los demás sectores, como consecuencia, entre otras razones, de las expropiaciones.
A pesar de esta realidad incontestable, el régimen insiste, pues, en una medida comprobadamente ineficaz; insiste en el error; sigue pateando la misma piedra.
Todo esto es otra evidencia de la inhabilidad de los que detentan el gobierno para preferir la justicia antes que el poder; de su incapacidad para pensar, pues el pensamiento útil y trascedente, como decía el filósofo, es virtud de aquel que elije ejercer el poder sobre sí mismo, más que sobre los demás.
De nuevo, la palabra expropiación se parece demasiado a la palabra expoliación… de nuevo, no entienden que el que pelea con la realidad siempre pierde.
*Oceanógrafo egresado en pregrado del Instituto Universitario de Tecnología del Mar de la Fundación La Salle (Isla de Margarita, Venezuela) y de la Universidad de la Bretaña Occidental (Francia) y en posgrado, de la Universidad París VI, Pierre y Marie Curie.