CIENCIA Y LETRAS
Por: Paulino Betancourt
A estas alturas, todos hemos escuchado alguna versión de cómo termina la pandemia y, al parecer, será conviviendo con el virus. Nuestras vacunas son excelentes en la protección contra enfermedades graves y la muerte, pero aun no son lo suficientemente efectivas como para inutilizar completamente al virus. Lo que nos queda, entonces, es la endemicidad, un futuro pospandémico en el que, según algunos, nuestra relación con el virus se volverá rutinaria, cada infección será menos preocupante que la gripe o el resfriado común.
La endemicidad, según cuenta la narrativa, es la forma en que se reanuda la vida normal. Algunos expertos y políticos argumentarían que, en realidad, ya estamos en la endemicidad o, al menos, deberíamos actuar como si lo estuviéramos.
Pero simplemente declarar la endemicidad no nos lleva a ninguna parte. No responde las preguntas reales sobre cómo será nuestra relación con este virus y no borra las decisiones difíciles que tenemos que tomar para darle forma al futuro postpandémico, en lugar de arriesgarnos a dejar que el virus “tome las decisiones” por nosotros.
La endemicidad no dice nada sobre el número total de personas infectadas en una población en un momento dado, qué tan graves podrían ser esas infecciones, ni tampoco sobre cuántas muertes o discapacidades podría causar. Las enfermedades endémicas pueden ser inocuas o graves, comunes o extremadamente raras. La endemicidad no garantiza una distensión permanente ni promete un regreso al 2019. Lo que queda por delante es un enredo incierto.
Esta distinción entre pandemia y endemia se ha presentado como la bandera a cuadros, una meta en la que las restricciones desaparecen de la noche a la mañana, las ansiedades relacionadas con el COVID-19 se calman y así terminamos con esta crisis. Sin embargo, ¡este no es el caso! Incluso, si pudiéramos estar seguros de que la endemicidad está en el horizonte, esa certeza no garantiza de qué manera saldremos de la pandemia.
Conversé con algunos expertos nacionales para redactar este artículo y me explicaron la endemicidad de manera diferente. Para algunos médicos implica la “aparición constante” de una enfermedad en una población. Para otros, significa que se “concentra en una zona geográfica” específica, con cierto grado de previsibilidad. Otros se adhieren a una definición más técnica: la endemicidad se refiere a un estado en el que durante, digamos, un año, cada persona que contrae una infección la transmitirá en promedio a otra persona, de modo que el número total de casos no aumente ni disminuya. Pensemos en una bañera donde el agua entra y sale a la misma velocidad.
En lo que sí coinciden los expertos es en que la endemicidad no es rígida. Por ejemplo, los virus como el herpes labial se consideran endémicos en todo el mundo. En Venezuela afecta, según algunas estimaciones, al menos a la mitad de la población, aunque la mayoría de las infecciones son asintomáticas o no muy graves, especialmente entre los adultos. Mientras tanto, la malaria enferma a más de 200 millones de personas al año y mata al menos a 400.000, la mayoría de ellos son niños menores de 5 años. ¡Y ambas se consideran enfermedades endémicas! Luego están los virus de la gripe, tan a menudo presentados como el modelo de endemicidad, sin embargo, algunos investigadores la consideran pandémica.
De los ejemplos anteriores puede verse que la endemia no es lo contrario a la pandemia, los dos términos no son extremos opuestos. El CÓVID-19, a diferencia de la gripe, aún está en su apogeo; muchas personas en todo el mundo carecen de una inmunidad al nuevo coronavirus y las variantes siguen apareciendo a velocidades vertiginosas. En los últimos dos años, el coronavirus ya ha matado a más personas que cualquier pandemia de gripe que tengamos registrada.
El SARS-CoV-2 ya nos ha lanzado variantes muy exitosas: primero alpha, luego delta y ahora ómicron. La siguiente variante podría ser heredera de alguno de estos e incluso más virulenta (o menos, aun no lo sabemos). Al igual que ómicron, podría eludir nuestras defensas inmunitarias, y la gran pregunta es: ¿qué tan maliciosa será la próxima variante? Pero solo el tiempo nos dirá si esa próxima variante nos encaminará hacia la endemia.
PAULINO BETANCOURT | @p_betanco
Investigador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat
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