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jueves, 28 marzo, 2024

El petro, el bolívar y el dólar, y la pérdida de soberanía

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Arrancamos el año, como era fácil prever, con un incremento de precios brutal. Hasta el medio petro quedó pulverizado. Luego, sobrevino el disparo del dólar. Su vaivén no conduce a que los precios suban y luego bajen. Suben y allá se quedan.

Muchos se preguntan acerca de la relación entre el disparo sufrido en los precios y el dólar y el otorgamiento de millones de petros a buena parte de venezolanos. Dádiva que tiene al menos dos objetivos. De una parte, crear un tantico de demanda. De otra, implantar el petro como signo monetario de curso regular.

Más que cualquier instrumento, dada la especulación sin ningún control, unido a la inflación, vimos vaporizar el poder de compra del petro. Ciertamente no así el de los que lo ahorraron. Pero muchos pensionados y empleados públicos que los gastaron, prácticamente perdieron alrededor de un tercio de su poder adquisitivo al usarlo en las tiendas donde había biopago. Esto coloca nuevamente en el tapete el debate sobre este problema y la búsqueda de una explicación.

El tema hace entrar en el debate las dos grandes teorías del dinero en pie. La teoría subjetiva, de los neoclásicos, y la teoría objetiva, se colocan en la palestra. O es la confianza o es el valor de cambio del dinero. Dejamos a un lado la que se refiere a la cuestión de la oferta monetaria, que algo de verdad guarda. Se cuela, a su vez, la discusión en torno al bitcoin. En general, de las criptomonedas.

El dinero, papel moneda, criptomoneda y petro, semejanzas y diferencias

Si consideramos que el dinero es tal en tanto que sirve como equivalente del resto de mercancías, suponemos que la criptomoneda vanguardia, el bitcoin, tiene valor porque tiene trabajo. Eso es fácil determinarlo cuando observamos que minar bitcoin supone trabajo vivo, humano; máquinas especiales para tal fin, instrumentos de trabajo y medios de producción, incluyendo medios auxiliares, como la energía eléctrica. Como el dinero, es una mercancía más. Logra la equivalencia de todas las mercancías.

Luego, una cosa es una criptomoneda y otra un criptoactivo como el petro. Las criptomonedas son criptoactivos. Pero no todo criptoactivo es una criptomoneda. El petro es un criptoactivo, pero no una criptomoneda. Es un instrumento que puede contar con la condición fiduciaria. Es un bono a futuro. Representa el empeño de una parte de la riqueza nacional al mejor postor. Su respaldo es una riqueza certificada, pero no ha recibido trabajo alguno que no sea el proceso que supone la certificación.

Las criptomonedas, por el contrario, deben ser minadas. Requieren de un proceso de trabajo que les da valor. Se objetiva una cantidad de trabajo que le permite cumplir su papel de equivalente de todas las mercancías. Sirven para atesorar. Es dinero mundial.

Hay quienes, supuestamente, desde un análisis objetivo, marxista, terminan coqueteando con aquello de la confianza. Tal es el caso de las afirmaciones de Luis Britto García, quien en un artículo publicado el 15 de diciembre de 2017, cuando sale el instrumento en cuestión, señala cuestiones que dicen una cosa y otra. Es subjetivo, pero de los que reivindican la ciencia económica. Así, según el indicado: «La economía es un entramado de ilusiones que pretenden referir a realidades. Es en definitiva una creencia, y construir una creencia es a veces más complejo que fabricar una realidad. El Petro debe estar fundado sobre una promesa creíble de redención en valores concretos y un sistema que impida tanto su falsificación como una desenfrenada multiplicación que sería en realidad una división infinita”. Vaya, esto es la economía y eso el petro. La economía, por el contrario, no es otra cosa que las absolutamente objetivas relaciones sociales de producción y de cambio en función de transformar la naturaleza para producir bienes que satisfagan necesidades humanas. Las relaciones capitalistas, eso sí, se guían por la valorización del capital, de la cual se desarrolla el resto de leyes, principios y tendencias perfectamente demostrables y medibles.

Afirma el citado que el petro se funda en una promesa; y “Las criptomonedas, hasta el día de hoy, han sido lanzadas por especuladores privados, interesados sólo en la ganancia. El Petro, al ser lanzado por un gobierno, debe tener en cuenta el interés nacional. Las criptomonedas no tienen más respaldo que la confianza en el especulador. El Petro, por estar respaldado por reservas en petróleo, diamantes, oro y en general por el patrimonio de la República, darían al tenedor derecho a la participación en ese respaldo. Quien invierte en las criptomonedas no obtiene más que el valor simbólico que estas representan…».

Vaya enredos. Una cosa y otra.

El valor de cambio es tal en tanto es fruto del trabajo. La necesidad es lo que le brinda prosecución como mercancía. El valor de uso del bitcoin se fue abriendo paso hasta convertirse en una mercancía que derivó, al menos por un tiempo, en burbuja. Ya parece difícil repetirlo, aunque no está descartado. Como el oro, que actualmente recibe el favor de una demanda importante, pero no llega a convertirse en burbuja.

El petro, al querer convertirlo en dinero de circulación libre debe sufrir un proceso. Parece una tontería, pero el asunto se hace complejo. Los del Gobierno, quienes manejan este problema, no parecen tener clara la cosa. David Ricardo resolvió el asunto con base en un desarrollo teórico importante. Varios siglos antes, los chinos como que no la tenían, pero resolvieron la cuestión. Crearon la necesidad. Brindaron un ejército para estos efectos y el comercio fluyó por siglos con base en el papel moneda. En Europa y el resto del mundo no conocían este artilugio. El papel moneda difícilmente debe haber brindado confianza hace unos 1.300 años, cuando apareció. Se fue imponiendo porque se creó la necesidad.

Desde allí prevalece el principio según el cual “la cantidad de los billetes está determinada por la cantidad de dinero de oro que ellos representan en la circulación”. Eso sigue siendo verdad, independientemente de que en vez de oro se use petróleo. Es lo que explica la llamada eliminación del patrón oro, que nunca fue. Una parte fue sustituida. No eliminada toda ella. Por algo las principales potencias mundiales mantuvieron sus reservas bien guardadas, comenzando por Estados Unidos, el país con las mayores reservas de oro del mundo.

Es como la criptomoneda hoy día. Nadie entiende su esencia. Que sea fruto de un tiempo de trabajo socialmente necesario parece ser algo inextricable. Pero sí. Analicemos el minado y veremos que sí requiere trabajo. Podemos determinar fácilmente su costo de producción. Luego, tiene valor de cambio. Es dinero que no requiere respaldo, como no lo requiere ninguna mercancía que no sea trabajo objetivado. No es mera especulación, como dice Britto. También les resultaría algo enredado a los chinos de entonces entender eso de que un papel tuviese el mismo valor que una cantidad de oro.

Esas son las cosas que el Gobierno parece no comprender. El petro es un criptoactivo, pero no una criptomoneda. Puede ser convertido en dinero, pero termina siendo fiat. Esto es, se inclina en aquello de que “el valor de los billetes en la circulación depende exclusivamente de su propia cantidad”, aun cuando esté anclado a un monto en dólares.

Y es que acordaron eliminar el minado. Lo que es lo mismo, le quitaron la fuente de valor. Es representativo de una riqueza, como lo es todo papel moneda. La limitación que tiene es que representa una riqueza que todavía no es mercancía. Distinto del petrodólar. Se apoya en aquello de que la riqueza fue certificada. De allí que se parece más a un bono a futuro, esto es, es una hipoteca con base en una porción de nuestra riqueza.

A su vez, al estar atado a un precio dolarizado, el del barril de petróleo, no pierde el poder adquisitivo. Tenderá, por un tiempo, a mantener su poder adquisitivo. Hay inflación y se aumenta su precio. Recordemos que ya se dolarizó la economía y el Gobierno la asumió. Persigue el precio del dólar indicado por el Banco Central de Venezuela al paralelo.

Distinto del bolívar, cuya capacidad de ser equivalente de las mercancías, tanto en papel moneda como electrónico, es inversamente proporcional a la cantidad emitida. Por eso, cuando otorgaron el petro y la mayoría de los receptores los cambiaron a bolívares, se incrementa la masa monetaria sin haber crecido la economía. Es lógico que haya en correspondencia más inflación. Mientras más dinero inorgánico, más caras se hacen las cosas. Pierde valor el signo monetario. Más inflación. Todo se hace más caro, incluso esa mercancía cada vez más propagada en la economía: el dólar. Pero su respaldo sigue igual. El oro, para citar el ejemplo por antonomasia, sigue valiendo igual, o más, como lo muestra la subida de su precio en los últimos días.

Por eso el Gobierno está empeñando una riqueza real a futuro, sin saber cuál será el costo de producción del petróleo comprometido o el del oro, y las otras riquezas empeñadas. En caso de que el petróleo, como es dable que sea, eleve su costo de producción a tal punto de que caiga su rentabilidad, allí está el oro o el diamante, que difícilmente varíen su rendimiento en la realización.

Eso le puede permitir evadir un tanto las sanciones de Estados Unidos y sus aliados. Mientras, a su vez, contribuye con China y Rusia para desbancar el dólar. Recordemos que la dictadura afianza la dependencia con sus nuevos amos. Nada tiene que ver eso con el desarrollo y la soberanía. Por el contrario, nos ata. Nos hace más dependientes y frágiles.

Un signo monetario se hace sólido en la medida en que haya producción, crecimiento y desarrollo. No con artilugios que favorecen a otros.

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