El nazismo putinesco y su narrativa

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Comunicación en gotas


Por: María Eugenia Fuenmayor

«Perdonar a los terroristas es cosa de Dios, pero enviarlos con Él es cosa mía».

Vladimir Putin

Esta rara, pero ventajosa combinación de extrema izquierda y extrema derecha, con innumerables adaptaciones a conveniencia en el camino, hace de Vladimir Putin un comunicador bastante exitoso, dada su capacidad infinita para dar bandazos discursivos. Sin embargo, como excelso egresado de la KGB, ha sabido aplicar métodos infalibles para «incidir adecuadamente» en la mentalidad del pueblo ruso, siendo sus mejores armas los métodos «persuasivos» que ya conocemos, en combinación con sus medios más relevantes, RT y Sputnik,  hoy día bloqueados por la mayoría de las plataformas sociales del planeta https://elpitazo.net/internacional/google-bloquea-los-canales-de-rt-y-sputnik-en-youtube/).

Da igual si el personaje es un nostálgico de las glorias de una URSS totalitaria y sedienta de dominación absoluta, o si, por el contrario, se trata de un millenial que quiere seguir la moda occidental (DW; documental sobre Millenials en Rusia https://www.youtube.com/watch?v=pEJBCPWqX7M), este neonazi tiene una variedad de discursos amplísimos para distraer con su vasto portafolio narrativo las diversas emociones que se ha requerido para mantenerlo más de 20 años en el poder y haberle hecho cientos de cambios a la Constitución para asegurar su mandato hasta el «dosmilsiempre», sin que ello le haya supuesto un deterioro significativo de su imagen.

El objetivo es desmilitarizar y desnazificar a Rusia.

Putin ha vendido su idea de que todo aquel que no piense y actúe como él es un terrorista, lo cual justificaría su misión de sacarlo del camino. Dentro de esa amplia gama de etiquetas, creadas con sumo cuido comunicacional para insuflar la épica de que su lucha es por defender la grandeza rusa, ha desarrollado minuciosamente, a  lo largo de los años, dos rutas discursivas:

1. El pueblo ruso que habita el vecindario de la patria madre sufre, son perseguidos y sufren penurias. Es entonces justo y necesario liberarlos.

2. Occidente no nos quiere exitosos ni unificados, por lo que debemos persuadirles de que somos un pueblo único y grandioso, y de que ni ellos ni nadie nos vencerá.

Hurgando un poco en el pensamiento de Adolf Hitler, nos conseguimos con esto: «No se trata bien a los alemanes étnicos; a los alemanes de origen que están en localidades de Checoslovaquia o Rumania. Tengo que ir a proteger a mi pueblo»… No se diga más, pues, sobre a quién cuadra mejor el apelativo de «nazi» en esta historia bélica de nuestros días.

«Quienquiera que intente estorbarnos, por no hablar ya de amenaza a nuestra nación, ha de saber que Rusia responderá de inmediato. La respuesta traerá consecuencias nunca vistas en la historia»… Otra vez Putin.

En este caso, y como antes en el pasado, el exKGB decide tomar nuevamente la iniciativa bélica. Durante años ha proferido, como si de un mantra se tratara, las sempiternas frases que le han garantizado una cierto barniz moral ante el planeta, sobre la base de los derechos históricos de la Madre Rusia, y una sólida impunidad sustentada en la amenaza del uso de su poderío nuclear y bélico, presto y dispuesto para proteger a su país y a su gente. Con esos cuenticos, ya tiene años destajando y desangrando vecinos de los países colindantes, cuestionando incluso, el derecho de esos países de procurar defenderse bajo el amparo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTÁN, y de la Unión Europea..

El hecho cierto es que queda evidenciado que tantos años enviando mensajes patrióticos y amenazantes han logrado un cierto efecto calculado: Occidente perdió la sensibilidad frente a la coacción, efecto que juega a favor del amenazante, como al lobo le ha resultado siempre favorable la insistencia y frecuencia de los avisos de que ya viene.

En los primeros días de la más reciente invasión a Ucrania, la comunicación de la Unión Europea y los Estados Unidos fue vacilante, insólitamente neutra en sus primeras reacciones. Tan inexplicable reactividad nos permite inferir que la KGB así lo previó, sobre la base de sus mejores tesis y prácticas relativas a la psicología y a los mecanismos de influencia sobre el enemigo, ya sea a través del condicionamiento, la persuasión y/o la tortura (https://www.youtube.com/watch?v=T2hG8Zb2SSI&t=110s; Documental sobre la KGB).

Vale decir que en esta nueva operación brutal y sangrienta contra Ucrania han quedado al descubierto muchas cosas, entre ellas las oportunidades comunicacionales desperdiciadas antes y durante este mal sueño que vive Occidente, en el que nuevamente el hijo de Vladimir Spirdónovich Putin y Maria Ivanovna Pútina nos enrostra que esta guerra no es solo de armas y recursos económicos, es también comunicacional.

¿Cómo evolucionaría este nefasto episodio que estamos padeciendo si, en vez de regirnos por acuerdos y leyes que fueron redactados luego de la Segunda Guerra Mundial para asegurar el orden y la paz internacionales, dispusiéramos de un estamento que le diera a la ONU, y demás organizaciones multilaterales, un mecanismo justo de defensa frente a este mal que nos azota hoy?

MARÍA EUGENIA FUENMAYOR | @mefcal

Experta en mercadeo, comunicaciones y reputación. Directora ejecutiva de Interalianza Consultores.

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