Por: Marcos Hernández López
Según informes FAO, las peores crisis alimentarias 2019 continúan centrándose en 10 países: Yemen, la República Democrática del Congo, Afganistán, Venezuela, Etiopía, Sudán del Sur, Siria, Sudán, Nigeria y Haití.
Ahora bien… ¿Qué es el hambre en Venezuela? Según estudios recientes, casi un tercio de la población venezolana, alrededor de 9,3 millones de personas, enfrenta dificultades de acceso a los alimentos, sufre desnutrición o pasa hambre. En conjunto, todo esto impacta gravemente en la disponibilidad de alimentos y en el poder adquisitivo de la población.
Para nadie es un secreto que Nicolás Maduro lleva una pésima gestión. Quizá una de las peores que se hayan registrado en la historia venezolana. Es lamentable que este mandato esté marcado por la ruina de la industria petrolera, de la agroindustria, de la producción agrícola. Queda revelado que el modelo económico del socialismo del siglo XXI derivó en un total fracaso. Allí están los números, no sólo hablan sino gritan una verdad: En este pobre país rico o rico país pobre llegó la hambruna.
La situación en Venezuela ha hecho que más de 4,5 millones de personas hayan abandonado el país, tiempos de la revolución. La salida constante de migrantes, aunque permite a las familias depender de remesas, un atenuante a la crisis económica contrariamente, se traduce en una preocupante pérdida del capital humano y social, … En Venezuela, alimentarse es difícil y alimentarse bien es casi imposible para la mayoría de los hogares que tienen ingresos condicionados en promedio 3 dólares. Los alimentos cada vez son más costosos, la desesperación por conseguirlos va en constante ascenso y se convierte en un factor desencadenante de angustias y violencia alimentaria. La realidad exterioriza la complejidad en la inseguridad alimentaria en los estratos C, D y E, situación ha venido conspirando con la calidad de vida, la salud y complica la alimentación y nutrición de los más vulnerables, tales como la población infantil, mujeres embarazadas y adultos mayores.
En un país habitualmente que transita por una “guerra política y social” debemos reflexionar profundamente ante la pregunta: ¿De qué le sirven tener las reservas más grandes de petróleo y gas del planeta, si la realidad detona en que la pobreza general que se mueve sobre el 90%, abrazada a la hambruna, articulada a la hiperinflación más alta del mundo e inseguridad ciudadana la más grave de su historia contemporánea?
Es imperativo para la clase política opositora buscar los espacios necesarios que encaucen con urgencia una convocatoria con acciones que tengan una mirada inmediata hacia una transición y así desmontar un fallido modelo socioeconómico llamado socialismo siglo XXI, es inaplazable buscar un nuevo orden político para salir del desastre económico. Mientras no se corrijan las desviaciones estructurales no se solucionarán las contrariedades económicas y sociales de todos los venezolanos sin distingo de colores o ideologías políticas.
Para muchos especialistas en macroeconomía, Maduro no quiere entender la etimología de la palabra crisis, actúa de manera irracional, incluso en contra de sus propios intereses del proyecto político y legado de Chávez. Sin temor a equivocarme, vivimos tiempos muy complejos, turbulentos, ansiedades, dentro de una guerra no de ganar – ganar sino de perder – perder, desgaste, donde el que tiene todo que perder son los venezolanos el propio Nicolás.
Para nadie es un secreto que Nicolás Maduro lleva una pésima gestión. Quizá una de las peores que se hayan registrado en la historia venezolana. Es lamentable que este mandato esté marcado por la ruina de la industria petrolera, de la agroindustria, de la producción agrícola
Marcos Hernández López
Para la revolución bolivariana, el mañana no existe, se revela en su conducta, en sus decisiones, más aún cuando agota todos sus esfuerzos en imponer su voluntad, muchas veces ilógica sobre el sentido común. Es decir, imponerla a toda costa, sin importar la descalificación inmediata en diversos temas que tienen mucha significación por su trascendencia en el bienestar del país. Nicolás y sus colaboradores más cercanos viven construyendo todo tipo de entramados, incluso narrativas sociohistóricas que apuntan hacia incongruencias como después de su gestión vendría la nada.
Pero la verdad verdadera Maduro revela su propia incompetencia. Este país bajo su conducción perdió toda posibilidad real de convertirse en un territorio de progreso, justicia y calidad de vida, realidad apuntalada con todos sus recursos naturales y económicos, toda una potencia y no de frase política o electoral. Esta situación convoca a la reflexión sobre nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro inmediato. Sin embargo, pocos son los aportes de la oposición. Esta solo se desliza en la confrontación diaria en la política con logros, pero sin resultados.Es innegable, el actual sistema político venezolano se ha convertido en un híbrido de rasgos militarista y autoritario, una mezcla muy inestable. Sin embargo, Maduro se apoya más en el segundo, es demasiado autoritario para coexistir con la oposición y la Asamblea Nacional para buscar soluciones al problema de la crisis económica. Maduro mira incansablemente el reloj, aspira sacarle un pírrico empate a quien sin duda merece el triunfo, al cambio… El hambre no es militante de ideologías políticas.
MARCOS HERNÁNDEZ LÓPEZ | @Hercon44
Sociólogo, docente universitario | PhD Gestión de Procesos | CEO Consultora Estudios de Opinión.