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sábado, 12 octubre, 2024

El estancamiento de la oposición es frustrante

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La Sociedad Anticancerosa de Venezuela estima que el número de fallecidos por cáncer al cierre de 2019 podría llegar a 28.223 personas. Una cifra catastrófica, pero que aún es peor si a ello se le suman los pacientes que fallecen por falta de insulina, por no poder realizarse una diálisis, porque no hay medicinas e insumos para atender casos de dengue, difteria o cualquier enfermedad que nos pueda atacar.

Esto son solo cifras estadísticas, en eso nos hemos convertido los venezolanos. Según el Observatorio Venezolano de Seguridad (adscrito al Ministerio de Interior y Justicia, es decir, estamos hablando de cifras oficiales) de cada 100 mil personas, 78 mueren violentamente por la inseguridad que se vive en el país. Para los analistas son cifras que se traducen en tragedias individuales por la pérdida de un familiar.  Pero lo que subyace en Venezuela es una tragedia cataclística que ha condenado al pueblo a vivir en el infierno de Dante, mientras unos pocos “enchufados”  y políticos viven en un paraíso.

Pero lo más terrible de todo es que quienes asumieron la responsabilidad de  luchar contra el régimen de Maduro,  en un acto de trasnochada mea culpa, ahora  piden perdón al pueblo por los errores cometidos en su plan de acción. Pero lo más frustrante, es que dos actores políticos del gobierno de Colombia, que lidera la coalición internacional para derrocar a Maduro, filtrados en una conversación: Francisco Santos, embajador de Colombia ante Estados Unidos y la recién designada canciller, Claudia Blum, reconocen que la lucha contra Maduro está estancada y no saben qué hacer.

Que la canciller colombiana, Claudia Blum, diga que los intentos por salir de Maduro, primero con la ayuda humanitaria fueron un “fiasco” y que Guaidó no avanza y que no tiene una estrategia para seguir adelante, lo podemos entender. Al fin y al cabo, no es su lucha. Ella no está al tanto de la naturaleza del régimen, ni de lo que son capaces de hacer para mantenerse en el poder. No tiene que ser Santos quien arme la estrategia, porque no conoce la idiosincrasia de los venezolanos, y no toma en cuenta los 20 años de ideologización permanente a los que ha sido sometido el pueblo venezolano por un gobierno sin escrúpulos.

La estridencia de Santos, las constantes amenazas de Duque y sus fallidas predicciones sobre la salida de Maduro, lo único que han logrado es fortalecer a Maduro, que ha apelado al nacionalismo y la defensa de la soberanía para radicalizar a un sector importante de la FANB a su favor, y provocar un hastío en la sociedad colombiana que hoy le reclama su política hacia Venezuela, por considerar que se olvida de gobernar a su país.

A los funcionarios colombianos les perdonamos que en estos momentos no sepan que hacer. Pero la dirigencia opositora venezolana tiene que responsabilizarse, porque a casi once meses de poner en práctica el Plan Guaidó, hoy estamos peor que nunca. Quemaron la calle, abortaron la protesta sin retorno, la posibilidad de una huelga general y un alzamiento militar.

Pero a pesar de todas estas realidades, no es el momento del pesimismo ni de la paralización colectiva. Llegó la hora del pueblo. Hay que apoyar con todo a los gremios de los profesores, enfermeras, jubilados y pensionados. Tirar puentes con Fetralec y los sindicatos petroleros. Apoyar las protestas de los trabajadores públicos como la del Ministerio de Transporte.

Si algo nos sirve de ejemplo son las movilizaciones de Chile y Colombia que fueron convocadas por las sociedad civil, utilizando las redes sociales, sin ningún sesgo político.

Los venezolanos, tanto en nuestro país como los que hemos migrado, vivimos en el filo de la navaja, no  tenemos opción de equivocarnos, so pena de engrosar las trágicas estadísticas ya referidas. Por ello debemos agarrar el toro por los cachos y no esperar que un predestinado o los países amigos nos vengan a solucionar el problema, que no es otro que un gobierno corrupto que está acabando con Venezuela y los venezolanos.

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