Los embajadores colombianos han dejado un buen recuerdo en Venezuela y han sabido representar dignamente a su país. Armando Benedetti, nuevo embajador de Petro en Venezuela, exsenador egresado de la Pontificia Universidad Javeriana de Comunicador, llega precedido por las denuncias que sobre él pesan, de acuerdo al abogado Jaime Lombana, por estar vinculado al desfalco de recursos del Magisterio de Córdoba (Colombia), razón por la que la Corte Suprema colombiana investiga hoy en día el origen de sus bienes, tanto en Colombia como en el exterior.
Por: María Eugenia Fuenmayor
«Para ser popular hay que ser mediocre».
Oscar Wilde.
Un embajador debería ser el máximo representante de un país y su gente, en cualquier parte del mundo donde se le acredite, además de en todo momento y lugar. Se entiende que la condición de embajador exige unos méritos y bagajes esenciales: trayectoria impecable, formación académica así como experiencia y buen desenvolvimiento cívico.
Nuestra hermana República de #Colombia ha sido siempre cuidadosa en esta selección. Menciono dos al paso: Germán Arciniegas, quien fuera Ministro de Educación bajo la administración del Presidente Eduardo Santos, y, posteriormente, con Alberto Lleras Camargo; fue ensayista, historiador, diplomático y académico de la Universidad de Columbia (Estados Unidos de América) y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Los Andes, y Noemí Sanín, abogada, empresaria, Ministra de Comunicaciones del recordado Belisario Betancourt y Canciller de su país.
Los embajadores colombianos han dejado un buen recuerdo en Venezuela y han sabido representar dignamente a su país. Ellos han sido la envidia (de la buena) de quienes penamos, desde hace más de dos décadas, cada vez que vemos a uno (o a una) que no reúne los mínimos méritos y, sin embargo, es la voz formal de nuestro país ante otros Estados.
Además de Colombia, hay ejemplos extraordinarios de excelencia de la delegación diplomática en nuestro país, especialmente provenientes de naciones con democracias y libertades vivas. Tal es el caso del embajador francés Romain Nadal, @NadalDiplo, quien ha pasado en Venezuela cinco de sus 44 años de vida, haciendo que, para los venezolanos, #Francia sea una referencia admirable.
En su perfil, Nadal no resalta si es de izquierda o derecha o centro, pero sí su vocación de servidor público y su experiencia en el Ministerio de Asuntos Exteriores y como consejero diplomático y de Defensa de la Asamblea Nacional francesa. Fue parte de la representación diplomática de su país en España y desde el 2017 contamos con el privilegio de tenerlo en #Caracas, en total correspondencia con la frase que mejor lo define: «el francés más venezolano que ha existido».
Él mismo se reconoce como enamorado de El Ávila y posee una sensibilidad social extraordinaria que expresa respaldando programas de Desarrollo Humano Sostenible en algunas de las comunidades con mayores índices de pobreza, a través de iniciativas como las del programa ‘Alimenta la Solidaridad’ (@Alimenta_AS).
Dicho todo esto, resulta aprensivo el contraste entre este embajador y el que ahora nos llega desde Colombia, que con tanta parsimonia y pompa la Venezuela de hoy recibe. Las suspicacias están justificadas y todos sabemos porqué.
Por decir lo menos y los más obvio, el diplomático barranquillero proviene de una sinuosa trayectoria política que se inicia en el partido liberal, pero posteriormente salta, con la eficiencia solo comparable –que me perdone el símil- de nuestra amada Yulimar Rojas, al Partido de la U liderado por Alvaro Uribe, para luego terminar, tras múltiples y variadas acrobacias propias de una estrella del «Cirque du Soleil» de la política colombiana, en el Pacto Histórico, cuyo jefe es Gustavo Petro. Se dice que ha sido el cerebro de la campaña del hoy presidente colombiano. En dicha aventura le ha acompañado Roy Barreras, otra gran acróbata profesional.
Armando Benedetti, nuevo embajador de Petro en Venezuela, exsenador egresado de la Pontificia Universidad Javeriana de Comunicador, llega precedido por las denuncias que sobre él pesan, de acuerdo al abogado Jaime Lombana (en diálogo con la Revista Semana), por estar vinculado al desfalco de recursos del Magisterio de Córdoba (Colombia), razón por la que la Corte Suprema colombiana investiga hoy en día el origen de sus bienes, tanto en Colombia como en el exterior. Según INFOBAE, en julio de este mismo año, también la alta Corte colombiana relacionó a Benedetti con posibles delitos asociados al tráfico de influencia y contratación en el Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo (FONADE). De acuerdo a este medio de investigación, el ahora nuevo embajador habría direccionado contratos para beneficiar a congresistas y políticos, hasta que fue expulsado del Partido de la U en 2020 junto ( por cierto) a Roy Barreras.
Video de RCN noticias sobre embargo a algunos bienes de Armando Benedetti
Sé que muchos colombianos tienen que aferrarse a la idea de que su nuevo gobierno no se parecerá en sus modos y resultados al que padecen sus más cercanos vecinos. Ojalá sea así. Nuestra esperanza sigue aquí, inalterable, pero estos nombramientos recientes del flamante Presidente Colombiano pueden, a veces, ponernos los pelos de punta.
«La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo».
Maurice Maeterlinck. Dramaturgo Belga
MARÍA EUGENIA FUENMAYOR | @mefcal
Experta en mercadeo, comunicaciones y reputación. Directora ejecutiva de Interalianza Consultores.
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