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Caracas
jueves, 3 octubre, 2024

El ejemplo de las enfermeras y su mensaje al país

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Caracas.- Tienen más de un mes protestando en la calle, en paro activo, presencial, indefinido. Un mes interpelando al gobierno venezolano para que asuma su responsabilidad relacionada con los alarmantes indicadores de colapso del sistema de salud venezolano y la imposibilidad de seguir sosteniéndolo con los absurdos sueldos que les pagan. 

“Señor Presidente, a usted lo invitamos,

a que viva un mes con el sueldo que ganamos”.

“¡¿Y qué, y qué, y qué vamos a hacer?!

¡Con esos sueldos de hambre que no alcanzan pa’comer!”

“¡Queremos comer, como un coronel!;

¡queremos cobrar como un general!”.

“¡¿Y cuál, y cuál, y cuál constituyente?!

¡Si en los hospitales se nos mueren los pacientes!»

Estas son algunas de las consignas que han expresado en las manifestaciones. Son mensajes que interpelan, cuestionan, demandan, no solo al gobierno y al Estado fallido, sino también, concretamente, a las Fuerzas Armadas porque han decidido callar y defender privilegios antes que reconocer y atender la grave situación de deterioro del Estado de derecho en Venezuela.

HAN IRRUMPIDO EN LA ESCENA SOCIAL COMO TRABAJADORES QUE SE SABEN CORRESPONSABLES DEL SOSTENIMIENTO DEL SISTEMA DE SALUD, DE LA VIDA DE SUS PACIENTES, CONSCIENTES DE SU PAPEL CRÍTICO EN ESTA HORA TRÁGICA.

El  gremio de enfermeras y enfermeros ha tomado la decisión de alzar la voz y rebelarse pacíficamente ante la situación límite que están viviendo en los hospitales y centros de salud, ante la ruina y el riesgo personal de sucumbir debido a los absurdos y humillantes sueldos que reciben. Han irrumpido en la escena social como trabajadores que se saben corresponsables del sostenimiento del  sistema de salud, de la vida de sus pacientes, conscientes de su papel crítico en esta hora trágica. Han sido años callados de entrega, de servicio, de sacrificios personales, de constancia comprometida con las personas enfermas, por la vocación de servicio que los distinguen. Pero ya no soportan ser testigos de tantas vidas perdidas por falta de medicinas, de insumos, de equipos médicos que funcionen en medio de las fallas incesantes de los servicios de aseo, agua y luz. Por ello han salido a la calle a protestar, dando ejemplo de coraje, firmeza, dignidad y compromiso con Venezuela, por el derecho a la salud y a vivir una vida digna.

El artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela dice lo siguiente: “Todo trabajador y trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales… tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica».

El costo de la canasta básica familiar, según el Cendas, superó los 300 millones de bolívares mensuales en el mes de mayo. En junio, una enfermera cobró 600 mil bolívares de salario por una quincena. Un salario de hambre que atenta contra su vida y la vida de su familia. Algo parecido le ocurre a los médicos que laboran en los hospitales públicos, a los bioanalistas, a los camilleros, al personal obrero.  Es imposible que puedan adquirir lo mínimo necesario de la canasta básica familiar. Esta situación revela un abismo de injusticia, de desigualdad, de exclusión progresiva del derecho a la alimentación, a la salud, del derecho a una vida digna y en paz. 

A los pocos días de iniciarse el paro, la respuesta del gobierno fue enviarles unas cajas CLAP intentando apaciguar las protestas. Pero se topó con una dignidad  y una moral muy altas, a la vez que las enfermeras nos sorprendían al proponerle al país la “Misión agarre”: “Agarre todo lo que le dan –necesitamos comer-, y siga protestando”, mostrando así una pícara inteligencia que hace uso del humor como recurso para la resistencia ciudadana. Como las cajas de alimentos no funcionaron, el gobierno cambió de estrategia y envió a los llamados colectivos a amedrentarlas. A pesar de la violencia de Estado, han continuado valientemente su reclamo ciudadano,  lo que ha inspirado y activado la protesta de otros sectores claves de la vida nacional. Las enfermeras dicen que de no obtener respuesta, más de 80% del personal de enfermería que trabaja en el sistema público de salud estaría dispuesto a renunciar.

Ya comenzaron a circular argumentos que dicen que este paro es parte de una conspiración en contra de la revolución, parte de un golpe de Estado en gestación. Son los mismos argumentos de siempre, vacíos de contenido, negadores de la realidad, ocultadores del fracaso, y también, parte de la construcción retórica del ciudadano como enemigo a vencer, calificándolo de terrorista para criminalizarlo y poder detenerlo, solo porque demanda justamente al Estado que cumpla con su rol garante de los derechos constitucionales del pueblo venezolano.

Este pueblo que clama y reclama ser escuchado no se cansará de hacerlo. Tiene derecho y es su deber protegerse y rebelarse contra el malvivir al que ha sido sometido después de tantas promesas incumplidas de felicidad suprema. 

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