Por: Marcos Hernández López
La abstención electoral gravita en la no participación de aquellos que tienen el derecho a votar. Las motivaciones de la abstención son poco claras. Sin embargo, pueden ocultar una diversidad de razones. La abstención se enmarca dentro del fenómeno más amplio de la apatía participativa. Es una de las más serias amenazas que debe evitar el actual sistema político venezolano, si quiere continuar teniendo una aptitud democrática a lo interno y ante el mundo.
No se pueden tomar decisiones de trascendencia, entre ellas en lo político, económico y social, con menos de la mitad de la población. Aquí se articula una frase de JFK: “Se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra”.
Es obvio que el discurso de Nicolás Maduro busca una abstención inducida, y se revela cuando el primer mandatario nacional acusa a la oposición de reunirse más de 100 veces con el gobierno. Es un axioma que Maduro está claro en que el único fin que tienen las conversaciones es su salida, por eso arruina cualquier proceso de acercamiento entre las partes.
Resulta además evidente que algunas de las estrategias del oficialismo apuntan a una campaña de descrédito con supuestos planes desestabilizadores y conspirativos por parte de la MUD y factores exógenos. No obstante, la estrategia de la oposición se traza hacia una dimensión pacífica, electoral, democrática y constitucional.
Para la Mesa de la Unidad la salida siempre será electoral, porque están dadas todas las condiciones históricas para convertir estas elecciones de gobernadores y alcaldes en un instrumento constitucional para el inicio de la transición del poder con la suficiente fuerza de la teoría de abajo hacia arriba.
Evidentemente, en la oposición existe un sentimiento de desconfianza e interpelaciones hacia algunos de sus líderes políticos pertenecientes a la MUD. Estas manifestaciones son vinculantes con los discursos y posturas que muchos han tomado ante varios temas, entre ellos, el diálogo con el gobierno de Nicolás Maduro.
Mucha gente opositora dice que no quiere salir a votar, porque siempre se pierde, y la MUD es traidora. Para nadie es un secreto que el árbitro electoral es un agregado de la revolución; para algunos, decide quién gana y quien pierde. Esa realidad deriva en un porcentaje revelador de abstencionistas.
Para la consultora Hercon Consultores, existen dos escenarios bien claros con respecto a las elecciones gobernadores: el primero, que la gente se motive a votar en avalancha. Esta decisión dependerá de las estrategias y tácticas psico emotiva que aplique la MUD. El segundo escenario sería el deseado por el gobierno, la desmotivación conectaría con la alta abstención, entendiendo que las fisuras y las contradicciones de la MUD son excusas válidas para no ir a votar. Pero el día de la elección el oficialismo seguramente activará su maquinaria e influencias con los recursos del Estado.
Para el análisis de la variable abstención debemos tener muy en cuenta, a medida que se acerca el 21N, día de los comicios, que el gobierno tratará de construir aceleradamente un escenario electoral a su conveniencia, y lo llevará al contexto electoral en acciones “legales” y violentas. Estas estrategias buscarán fundar miedo y agotar a los electores opositores venezolanos.
En síntesis, podemos suponer, por ahora, que la variable abstención se pone compleja y que los candidatos opositores no se enfrentarán a otros candidatos, sino al Estado venezolano. Es evidente que el ventajismo es institucional, mientras la campaña electoral de la oposición democrática venezolana, si quiere ser exitosa, debe tener como ejes la definición de una estrategia que contribuya a reducir los índices de abstención en las venideras elecciones de gobernadores: allí el desafío de la MUD.