El automóvil eléctrico y la industria automotriz

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Por: Carlos Hermoso

La dialéctica se expresa en todas las esferas de la realidad. En la economía, a momentos, sorprende la manera como se aceleran las cosas cuando se produce aquello de los saltos cualitativos. Es el caso de la industria automotriz. Su avance vertiginoso anuncia al menos el desplazamiento de los autos de combustión interna por los eléctricos e híbridos.

El desarrollo de las fuerzas productivas, conduce, ilimitadamente, a esa relación y correspondencia entre los bienes que satisfacen necesidades y de necesidades que estimulan la aparición de nuevos bienes. Luego, desaparecen muchos de los bienes que se hacen obsoletos. Además, junto a los nuevos estarán presentes también nuevos materiales con los que se configuran. Es concreto el asunto. Nuevos bienes y nuevas determinaciones de su existencia. Desde las objetivas de carácter físicas, constitutivas del bien, hasta las subjetivas: de las necesidades y la estética que los acompaña.

Es un proceso sin límites, por lo que nos permite pensar que, visto el desarrollo de la industria automotriz y las determinaciones ambientales de estos tiempos, conducirán indefectiblemente a una nueva configuración del parque automotor. Es que se está produciendo un desarrollo de significación en la producción de autos eléctricos. Asunto que incide en muchas cuestiones de la economía mundial. Veamos.

Los problemas de la polución y, con ello, del recalentamiento global, vienen incidiendo en cuestiones diversas, del clima, del medio, las aguas, entre muchas de escala planetaria.


Es un proceso sin límites, por lo que nos permite pensar que, visto el desarrollo de la industria automotriz y las determinaciones ambientales de estos tiempos, conducirán indefectiblemente a una nueva configuración del parque automotor

Carlos Hermoso

Ya en los Manuscritos de 1844, Marx establece una definición que permite ubicarnos en el problema, cuando señala que: «La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre, es decir, la naturaleza en cuanto no es ella misma el cuerpo humano. El hombre vive de la naturaleza; esto quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe permanecer en un proceso continuo, a fin de no perecer. El hecho de que la vida física y espiritual del hombre dependa de la naturaleza no significa otra cosa, sino que la naturaleza se relaciona consigo misma, ya que el hombre es una parte de la naturaleza”. Por lo que, aquello de que el capitalismo destruye las fuentes de la riqueza: la naturaleza y el hombre trabajador, encuentra un límite en los intereses mismos del dueño de los medios de producción. Es que la naturaleza es la fuente primaria de medios y objetos de trabajo. Sumemos que es el espacio donde se establece el mercado.

Pero siempre habrá esa contradicción, mientras impere el interés privado por encima del colectivo. Así, la solución del conflicto hombre-naturaleza, se encuentra en la superación positiva de las relaciones imperantes. Aun así, el capitalismo no llega a poner en peligro la naturaleza en grado extremo, ya que coloca en riesgo lo más preciado por el dueño de los medios de producción: la producción de plusvalía.

En ese sentido juega un papel fundamental el Estado capitalista. Es que, dentro de sus funciones como capitalista total ideal, tiende a dar cuenta de asuntos que los dueños de los medios de producción están imposibilitados, dada la acción del motor que impulsa las relaciones imperantes: la producción de plusvalía y la competencia.

Es por eso que el efecto invernadero y el recalentamiento global, tienden a ser atendidos como problemas de los Estados. No pueden dejarse en manos de la empresa privada, carente de voluntad para atender ese asunto, dada la búsqueda insaciable del máximo beneficio a toda costa, aunque pongan en riesgo el agotamiento de las condiciones de reproducción de la vida en el planeta. Luego, los Estados, como capitalistas ideales, vienen asumiendo tareas en función de atemperar el problema. Es así como se han propiciado acuerdos hasta ahora no lo suficientemente eficaces, pero que comienzan a dar frutos en la medida en que el capital encuentra beneficios en las alternativas. Es el caso que nos ocupa.

Se explica que, por ejemplo, en Europa, hay varios estados de la Unión que subsidian la adquisición de vehículos eléctricos que permiten la compra a un precio menor que el del convencional de combustión interna. Entre 600 y 15.000 euros de ayudas brindan a quienes adquieran algún tipo de vehículo, desde bicicletas, motos o autos, hasta buses. Unida esta política al impulso de fuentes alternas de energía como la eólica, solar, entre otras.

Los eléctricos van desplazando a los de combustión

Pero ya es dominante la tendencia. Así, la producción del vehículo eléctrico es cada vez más competitiva en relación con el impulsado por el motor de combustión interna.

El costo de producción del vehículo eléctrico descansa en buena medida en las baterías. Cuestión que ya tiende a ser solventada. Es así como en 2010, el precio promedio de una batería para los coches eléctricos era de 1.100 dólares el Kwh. Diez años después, gira en torno de los 126 dólares. En China, los precios han bajado aún más. Las baterías usadas para los autobuses eléctricos cuestan alrededor de 100 dólares el Kwh.

Ubiquemos que la batería representa el 21% del precio de un coche eléctrico. De allí que el punto de inflexión es que el coste de un coche eléctrico, iguale al de gasolina y pueda terminar siendo más ventajoso. Este punto se sitúa en este dato: 100 dólares el kWh. Por debajo de esos 100 dólares, el coche eléctrico estará en las mismas condiciones que el coche de motor de combustión interna, hasta superarlo en competitividad por precio. Ya cuenta con otras ventajas. El menor costo en el mantenimiento, el silencio en su accionar, menos piezas en su composición, entre otros factores, ya lo hacen más atractivos. Qué decir del precio de la carga eléctrica.


Es por eso que el efecto invernadero y el recalentamiento global, tienden a ser atendidos como problemas de los Estados. No pueden dejarse en manos de la empresa privada, carente de voluntad para atender ese asunto, dada la búsqueda insaciable del máximo beneficio a toda costa, aunque pongan en riesgo el agotamiento de las condiciones de reproducción de la vida en el planeta

Carlos Hermoso

Otro elemento que incrementa la competitividad del auto eléctrico es la creciente autonomía alcanzada y la reducción del tiempo de recarga. Hasta 600 kilómetros de autonomía pueden gozar los coches en cuestión. El tiempo de carga se ha reducido hasta unos 15 minutos por carga. Bastante menor, 4 minutos, es la carga de gasolina del vehículo convencional. Sin embargo, su carga, la del eléctrico, puede hacerse en casa de noche. Además, ya hay firmas que han reducido la carga a 5 minutos, en laboratorio. Tal es el caso de la israelí StoreDor LTD, que recibe financiamiento de British Petroleum.

Hay una relación entre el desarrollo y disminución del costo de las baterías y la autonomía alcanzada. La autonomía máxima ha dado un salto cualitativo desde la llegada en 2012 del Tesla Model S, que disparó el alcance hasta los 400 km, hasta 2020, cuando supera los 640 kilómetros.

Asimismo, esto está ligado también a la eficacia alcanzada por los imanes permanentes que superan a los motores de inducción basados en bobinas de cobre. Al aumentar el rendimiento sucede lo propio con la autonomía.

Asimismo, lo que parecía la gran limitación de la industria de los autos eléctricos, sin duda alguna: la reconversión que supone la planta industrial para estos efectos, parece haber sido superada. Es que abandonar o relegar la ya instalada, conlleva un proceso nada ganancioso para las corporaciones del automóvil. De allí que trabajen aceleradamente en la reconversión. Emblemática luce la respuesta de Volkswagen, que llevó a la reconversión de una de sus plantas instaladas, que le llevó tres años: “La transformación de la factoría comenzó en 2018 y será completada en 2021. Desde entonces, el taller de carrocería, el taller de pintura y la infraestructura fueron modernizados y renovados. También se modificó una de las dos líneas de montaje de la planta. Con aproximadamente 1.700 robots, un sistema de transporte y procesos de fabricación totalmente automatizados, Zwickau se convertirá en la planta de vehículos eléctricos más grande y eficiente de Europa”. Para finales de 2021 se calcula que esta planta alcance una producción de 330000 vehículos 100% eléctricos.

Todo lo cual hace pensar que el desplazamiento de los carros impulsados por motores de combustión interna, por carros eléctricos, pronto será una muestra clara de aquello de cómo los cambios cuantitativos conducen a un salto cualitativo. Paradójicamente, volveremos a más de un siglo atrás cuando los eléctricos eran mejores que los de combustión.

Nuevas tecnologías y materiales para los nuevos bienes

Miles de millones de dólares invierten las petroleras en la industria de automóviles eléctricos. Destinan recursos al sistema que se viene instalando para satisfacer la demanda de electricidad del creciente número de autos eléctricos e híbridos. Asimismo, lo hacen en el desarrollo de las fuentes alternativas de energía. Esto es el resultado de que ya la propensión a que el vehículo eléctrico desplace al de combustión interna conduzca a que el petróleo no sea la principal fuente de energía. A eso se preparan.

Todos los sectores de la economía conexos con la industria automotriz están cambiando y adecuando al desarrollo de la tecnología que permitirá la producción de estos autos.

Por su parte, la industria de nuevos materiales, de tierras raras, del litio, entre otros elementos, adquieren escalas de producción cada vez más elevadas. Además, las economías desarrolladas adelantan estrategias para explorar geografías dónde encontrar estos minerales. Lucen escasos los yacimientos en este respecto.


Otro elemento que incrementa la competitividad del auto eléctrico es la creciente autonomía alcanzada y la reducción del tiempo de recarga. Hasta 600 kilómetros de autonomía pueden gozar los coches en cuestión. El tiempo de carga se ha reducido hasta unos 15 minutos por carga

Carlos Hermoso

Por ejemplo, la producción mundial de litio encuentra en los placeres de Australia y las existencias en el triángulo formado por Argentina, Bolivia y Chile, más del 90 %.  China, por su parte, posee más de 60 % de la producción mundial de tierras raras y representa el 90 % del refinado. Minerales utilizados en motores de imanes permanentes para coches eléctricos, aerogeneradores, teléfonos móviles y misiles guiados, entre otros. En 2018, contaba con las mayores reservas, con aproximadamente 44 millones de toneladas métricas de óxidos, muy por encima de Vietnam y Brasil.

La lucha por el control del comercio de estas materias primas fundamentales para la producción de los autos eléctricos, particularmente el neodimio, agudiza las contradicciones de los países productores de vehículos eléctricos, sobre todo porque China concentra más del 60 % de la producción mundial. Este elemento es básico para el motor magnético de los autos eléctricos.

A su vez, varios países industrializados trabajan aceleradamente para desarrollar procesos de reciclaje que los haga menos dependientes de la importación.

En cualquier caso, la lucha por fuentes de estas materias primas se agudizan. Venezuela parece ser reservorio de estos minerales. Nueva determinación para afianzar su condición de área en disputa

En definitiva, los autos eléctricos marchan de manera acelerada a la sustitución de los vehículos convencionales. De igual manera las contradicciones interimperialistas encuentran una nueva determinación: la competencia por hacerse cada uno de la primacía en la producción mas competitiva de este tipo de autos. Cosas buenas y malas para la historia humana.


CARLOS HERMOSO CONDE | @HermosoCarlosD

Economista y Doctor en ciencias sociales. Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político.

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