Educación ambiental, materia pendiente no solo en la escuela

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“Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre Tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos en coloridos flores y hierbas”. Esto es parte de ese poema hermoso de San Francisco de Asís, Cántico de las criaturas, ese en el que llama hermano y hermana al Sol y a la Luna. La naturaleza es nuestra hermana, no nuestra esclava o el objeto de dominación y destrucción, como lo está siendo ahora.

¿Han visto ustedes las fotos de lo que está generando el arco minero del Orinoco en el estado Bolívar? ¿Han visto los cráteres que deja la explotación del oro en el sur de Venezuela? Eso allá, pero ¿y usted en su casa? ¿Cuánto desperdicio produce? ¿Cuántas goteras desperdician cada noche y cada día? ¿Cuántas bolsas plásticas contaminan los océanos? ¿Cuántos árboles, que ayudarían a purificar la atmósfera, se talan y cuántos se plantan para reponerlos? Y podríamos seguir haciendo preguntas que dan cuenta del maltrato al medioambiente por parte de la población en general.

Por ahí circula en las redes sociales que el 26 de enero se celebra el Día de la Educación Ambiental. No sé si la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo decretó o no, pero, en todo caso, dada la situación, cualquier día puede ser una buena oportunidad para hablar de la necesidad de la educación ambiental, la cual, por cierto, no es un asunto restringido al ámbito escolar.

Pero detengámonos en la escuela. La educación ambiental no se puede reducir a celebrar el Día del árbol. Debe ser un eje transversal, aunque tenga sus tiempos y espacios especiales para ciertos procesos. Según nuestra Constitución, la educación ambiental es obligatoria en todos los niveles y modalidades del sistema educativo, así como también en la educación ciudadana no formal. Así lo dice el artículo 107 de la Constitución venezolana. Sin embargo, esta es una “materia pendiente”. Y si no, dígame usted cuántas experiencias significativas conoce en educación ambiental. Supone acciones permanentes de cuidado del ambiente escolar, supone hábitos, supone educación de los padres y representantes y, lo ideal, supone transformación del entorno, no solo operativos de limpieza, que son importantes, pero no suficientes.

La educación ambiental debe ir abriéndoles ventanas a los estudiantes: aprender a admirar las maravillas de la naturaleza, disfrutar contemplando una flor y unos pájaros, rechazar el maltrato a las plantas y a los animales, aprender e incorporar a sus vidas y a las de sus hogares las tres erres: reciclar, reutilizar, reducir el consumo, conocer y apreciar las enseñanzas de nuestros hermanos indígenas que han cuidado al medioambiente como parte de su cultura…

Además de lo dicho, hay que ser coherente entre lo que se dice en el aula y lo que se hace en patios y pasillos para que se vuelva hábito; por ejemplo, es necesario cuidar los jardines del colegio, organizar los desechos sólidos… Se hace imprescindible conocer experiencias significativas de conservación y cuidado del ambiente. Crear empatía entre los más pequeños y la naturaleza y hacer que se pongan en el lugar de un árbol talado, de unas aves sin árboles para vivir, de animales maltratados… En fin, es una materia que puede resultar superinteresante y motivadora para los estudiantes de cualquier nivel.

Les doy algunos ejemplos. En el núcleo rural El Pao, de Fe y Alegría en el estado Bolívar, las maestras han aprendido, y han enseñado a los alumnos y a sus madres, a hacer cuadernos ecológicos. Las escuelas de Ciudad Guayana les donan hojas de cuadernos que estén limpias y ellas han aprendido a hacer pega ecológica a base de yuca, producida en sus huertos. ¡Me encanta ver esas fotos de niños, madres y maestras haciendo los cuadernos! Esta experiencia la alimentan con las mejoras de los huertos familiares, cuidando de no desperdiciar ni una hoja de cuaderno. Y este año han comenzado a limpiar las quebradas de la comunidad. Es educación ambiental en acción.

Desde que se abrió el pregrado en 1999, en la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) de Guayana los desechos sólidos se clasifican, y en patios y pasillos hay siempre los depósitos: plástico, papel y desechos orgánicos. En la Ucab de Caracas han puesto unas terrazas verdes con paneles solares. Las acciones a favor del ambiente, generando energía limpia, también educan.

Como una buena noticia: en los últimos años han nacido organizaciones ambientalistas preocupadas y ocupadas en defender el derecho al ambiente sano y tienen actividad permanente no solo en las redes sociales, para crear conciencia, para alertar sobre el peligro que están corriendo los ecosistemas, sobre todo en el ámbito del arco minero, sino también cara a cara, dando recomendaciones al ciudadano común. Yo, personalmente, sigo a @ecoprácticas, @clima21, @juntosporcaroní, entre otras cuentas, y son organizaciones que además de denunciar, hacen recomendaciones e informan sobre buenas prácticas.  

Y no quiero terminar estas líneas sin recodar la hermosa y valiente encíclica del papa Francisco, Laudato si’, que llama a responsabilizarnos por el cuido de la Casa Común, el llamado a cambiar de modelo de desarrollo por uno que sea sostenible. Como verán, hay mucho por hacer a favor del planeta, por nuestros hijos y nietos, por usted y por mí.

LUISA PERNALETE | @luisaconpaz

Educadora en zonas populares por más de 40 años. Utiliza el sentido del humor como herramienta pedagógica.

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