Por Héctor Ignacio Escandell Marcano
A riesgo de ser crucificado:
Cuando el país se despertaba a las dos de la madrugada para ver a tus chamos de la sub20 escribir su historia gloriosa en el mundial, la Vinotinto era un argumento político para reconciliar a millones de venezolanos que en 2017 eran torturados, encarcelados, reprimidos y -más de 100- asesinados en las calles.
Cuando clasificaste a la final del mundial, el país completo encontró en ti y en tu proceso deportivo una forma de recomponer a un país maltrecho y adolorido por la corrupción y el totalitarismo. Hace dos años, el deporte se convirtió en el mayor argumento político para entender que las cosas se pueden hacer bien, sin atajos, con sacrificios, sin mentiras, sin chantaje. El fútbol fue a la política, lo que la comunión representa para los cristianos: un absoluto acto de fe, una forma espiritual y concreta de saberse haciendo el bien para millones.
En aquel momento te escribí: ¡Qué vaina contigo, Dudamel!, hoy rescato aquél relato, porque sigo admirando tu osadía, tu valentía, tus ganas de cachetear con el ejemplo a quienes se empeñan en hacernos creer que los venezolanos somos un desastre, que somos unos vivos y unos tramperos. Hoy también creo que mi apuesta por ti es política, una decisión consciente, pero también creo que tú, Dudamel te la tienes que creer. Me parece que tu papel es tan importante como el del mítico Mandela con el rugby, aquella forma de acabar con el racismo a través del deporte fue una estrategia política en beneficio de un país.
Cuando un niño dice que quiere ser como Rondón o como Josef, la victoria política está consumada, políticamente le has ganado una más a la delincuencia, a la desesperanza. Cuando una niña agarra una pelota y simula ser Deyna, también el fútbol ha conquistado una victoria política en contra de las drogas, la prostitución y la violencia. Repito Dudamel, también esto es política.
Cuando Jhon Murillo pateó al arco y la pelota hizo una curva magistral para vencer las aspiraciones de Armani, cuando el balón abrazó la red y el chamo de El Nula corrió a gritar con furia su golazo, la política acompañó esa gran victoria, porque el país volteó a mirar al Alto Apure y mucha gente se enteró que ese muchacho viene de una parroquia olvidada que se llama San Camilo. Dudamel, el fútbol también enseña geografía y visibiliza a los más excluidos.
Dudamel, en 2017 te escribí y hoy lo vuelvo a hacer, esta vez, quizás sea un grito desesperado para que no te vayas, pero también para que comprendas el rol político que estás jugando en esta cancha que tenemos por país. Ayer le ganamos y lo digo en plural, porque vi a más de uno pujar, patear, sudar y dar instrucciones a la televisión. Le metimos tres a la Argentina de Messi, ojalá estés tú al frente el día que le metamos los goles más esperados a la maldad, a la violencia, al totalitarismo, a la persecución, al hambre y, sobre todo, a la desesperanza.
Dudamel, chamo, qué vaina contigo, pero el fútbol es política y tú eres un actor.
Publicado en Radio Fe y Alegría Noticias