Por: Marcos Hernández López
En una sociedad democrática, la ciudadanía tiene derechos legales, políticos y sociales. Una de las más importantes características de un proceso democrático consiste en que las personas puedan dialogar, negociar soluciones que afectan su propia vida y el futuro de su sociedad.
Para algunos los especialistas en las temáticas de diálogos o negociación, la razón se impone y no se impone en críticos momentos históricos. Un buen diálogo o una buena negociación valora las soluciones a las problemáticas planteadas. En el diálogo o negociación se revelan buenas y malas intenciones de las partes involucradas, emergen distintos estados de ánimos, se mueven las estrategias, en definitiva, lo que no se puede ver tal vez en su inmediatez, por consiguiente, en ello radica su valor en la espera. Aunque el que espera desespera. Las primeras síntesis apuntan a que las condiciones planteadas por Nicolás Maduro parecen cerrar la puerta a las negociaciones que propone la oposición. Sin embargo, la sustancia de la misma negociación / diálogo ha cambiado en los últimos tiempos por el momento históricos y sus derivaciones. Por un lado, la oposición venezolana ha perdido cohesión y fuerza, y ha dejado de lado su postura radical de exigir como premisa la capitulación del gobierno que preside Maduro. El diálogo / negociación sin duda es la única alternativa para salir del largo tránsito oscuro que vive el país, no hay otra forma de superar las crisis.
Sería interesante pensar que llegó el momento en el cual el chavismo podría estar interesado en una «renovación del liderazgo que permita mantener con vida el proyecto bolivariano, incluso desechando un poco de figuras que rodean Maduro para gobernar sin mirar el mañana».
En nuestro contexto, son incontables los debates y críticas contra diálogo o negociación entre el régimen y la oposición. La mayoría de las posturas vienen de la oposición, con toda la razón por el avance en la complejidad de la dimensión de la aguda crisis política, económica y social que vive el país y la totalidad de la gente en su opinión lo que desea 61.3% es una negociación vinculada a lograr un gobierno de transición.
El gobierno de Maduro exige el levantamiento de las sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa a funcionarios e instituciones de su país, señalándolas como responsables de la crisis económica que azota a la nación petrolera. Por su parte, la coalición opositora pide el ingreso de ayuda humanitaria, incluyendo vacunas contra el COVID-19-, la excarcelación de decenas de partidarios a los que considera «presos políticos» y garantías para participar en las elecciones regionales de noviembre, luego de haberse retirado de los comicios parlamentarios de fines del año pasado.
Nicolás Maduro en su desorden tiene un orden, entra en contradicciones, no se da por vencido mueve sus piezas del ajedrez con un discurso estratégico bien definido donde lo significativo para su proyecto político y sus aliados es lo económico y no lo electoral, la revolución muchas veces toma una posición de radicalización y no de la razón o lógica comprensiva, construye diversos entramados, devela ante el mundo su culto por el poder, pensamiento y práctica de la propuesta comunista: política – económica de Lenin: “que a veces es necesario dar un paso atrás para poder dar dos adelante y poder avanzar”… El país espera por el debate, mientras los días, horas, minutos… se deteriora la economía y los problemas sociales continúan su complicada configuración hacia una pobreza alcanza el 90% y 15% venezolanos comiendo de la basura.
El diálogo o negociación es posible si Maduro acepta la realidad de la urgencia país, en otras palabras: buscar un escenario electoral con las garantías necesarias para convocar el voto. Para muchas personas hablar de diálogo en este momento histórico con las experiencias pasadas, es comprender que se pierde el tiempo, Nicolás deja bien dibujado en sus actuaciones y discursos que no quiere ni lo dejan abandonar el poder. El regreso a la mesa de negociaciones representa un cambio de rumbo para la oposición, que en el pasado acusó a Maduro de utilizar el diálogo para ganar tiempo y bajar la presión internacional. Maduro abandonó el diálogo de 2019, que se hizo en Barbados y Noruega, luego de que Estados Unidos endureciera las sanciones en su contra. Es un imperativo encontrar la forma de superar nuestras divergencias, por muy grandes que ellas sean. Venezuela cuenta con instancias y espacios, para resolver las disputas propias de una sociedad en su búsqueda de reconstruirse. Todos nuestros estudios de opinión pública reflejan que la mayoría de los venezolanos quieren cambios, realidad que representa en números porcentuales 85% según la lógica esta motivación no tiene una intención de darle extrainning al régimen, un proyecto político que da muestra de un total agotamiento en todos sus niveles de acción.
MARCOS HERNÁNDEZ LÓPEZ | @Hercon44
Sociólogo, docente universitario | PhD Gestión de Procesos | CEO Consultora Estudios de Opinión.