Del salto atrás para adelante (II)

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Por: Gloria Cuenca

No sé, contradictorios lectores, si habrán leído mi artículo anterior. He narrando mis vivencias en la China de Mao sobre las comunas, el gran salto atrás (así lo denomino) y los desastres de la revolución cultural. He escrito mucho al respecto, al punto de que me suena como si estuviera repitiendo un mantra. Tenemos que recordar: China le disputa a los Estados Unidos el liderazgo económico mundial justo después de que dejaran la ideología de Mao. Sin embargo, a pesar de la reiteración, escribo pensando en el Maestro Kotepa Delgado (“escribe, que algo queda” decía) y además reconociendo cómo estamos de mal en nuestro país. Lo que pretenden hacer –las comunas- es todavía mucho más terrible. (Siempre se puede estar peor).

Los y que revolucionarios en Venezuela (los verdaderos, los serios, murieron o están callados por cuanto no se atreven a decir estas verdades) siguen con la idea de las comunas, mientras yo, recuérdese, vengo “De Regreso de la Revolución” y digo la verdad. Después de eso, me permito decir cualquier cosa con relación a este tema. En 1979, los amigos y colegas de la agencia Sinjua de noticias (Nueva China, su nombre) siempre en deuda con Adolfo Herrera Espinal, quien había sido corresponsal de ellos durante casi siete años, prácticamente gratis, nos volvieron a invitar a China. No éramos los ingenuos que habíamos aterrizado tres años antes en el aeropuerto de Pekín. Íbamos alertas y dispuestos a no aceptar medias verdades, ni a que nos atragantaran de comida y mentiras. Así lo primero que nos dijeron, seguros de que nosotros ya sabíamos muchas cosas, fue: “La revolución cultural es capítulo cerrado, fue un fracaso y causó demasiadas muertes físicas además de espirituales”. Lo segundo que informaron: “Se eliminaron las comunas. Al hacer un balance (el Partido Comunista Chino) se dio cuenta de que eran un fracaso y, como consecuencia, se produjo una enorme hambruna en el país, resultado de esa forma de distribución y organización de los alimentos”. La tercera información de impacto fue: “Se clausuraron y cerraron para siempre las Escuelas 7 de mayo”. Las conocimos bien, las visitamos y oímos las confesiones de los supuestos burgueses, terratenientes, campesinos ricos, revisionistas y reaccionarios, explicando sus pecados: alguien que quería leer literatura occidental, otro que le gustaba la buena mesa y el vino, otra que no quería realizar las tareas infames que les obligaban a hacer en la escuela, entre otros aspectos. Aquello que nos contaron en el sitio fue horrendo, todo era de terror. 

Salimos con los pelos de punta en 1976. Sin embargo, tres años después, la alegría de nuestros anfitriones, quienes en su oportunidad tuvieron que hacer labores allí, era incontrolable y notoria. Impresionante y sorprendente como disfrutaban dando esa información: la eliminación de las tales escuelas y, finalmente, como especie de postre, la noticia -que ya sabíamos- acerca de la prisión de la Banda de los Cuatro, encabezada por la cuarta esposa de Mao, Chiang Ching. Observamos y vimos muchas cosas en ese viaje, lo que incluyó el paseo al Tíbet, siendo Adolfo y yo, los primeros venezolanos en ir hasta allá. Antes, el Presidente Echeverría de México fue el primer latinoamericano. Nuestro impacto fue inenarrable en aquellos momentos. Por las noches, hablábamos hasta la madrugada, dándonos cuenta de que todo era y es una gran mentira. ¿Gran Salto Adelante? Sí, cómo no; será el Gran Salto Atrás. Las comunas, un desastre que ocasionó hambre y miseria. El comunismo no sirve, el socialismo del siglo XXI tampoco y el real menos. ¡Viva la democracia y la libertad!


GLORIA CUENCA | @editorialgloria

Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela.

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