Por Juan Carlos La Rosa Velazco
Los yukpas insisten en ir a Caracas. Su insistencia ha durado más allá de lo que debe durar un suceso en las noticias. Su insistencia es incómoda, porque la noticia siempre termina inexplicable, sin salida, sin razones. La ciudadanía y la opinión pública también se incomoda.
Para solucionarlo el gobierno policial reafirma medidas ilegales: la restricción del derecho a libre tránsito, del derecho a la protesta y con ello, el derecho a intentar una economía propia desde su cultura y sus costumbres, intentando vender artesanía.
Los artesanos yukpa karive (son del tronco nacional karive) además protestan por la vialidad de sus territorios en sus ratos libres, y esto ya rompe la vitrina ferial de una Venezuela «multicultural y anticolonial».
Se ha insistido en estos años, en el origen indígena de la nación, tanto, que se entiende como originarios «a los que dieron origen» y no a los que originalmente estaban aquí. Esto ha sido particularmente importante en la narrativa de las gestiones públicas capitalinas de estos años. Algún gobernante incluso realizó cambios en las tradicionales celebraciones e íconos del protocolo de la colonial Santiago de León de Caracas, para destacar el origen Karive de una ciudad fundada sobre los huesos de hombres, mujeres y niñxs de esa Nación.
¿A quién sirve esta evidente inversión de recursos en comunicación y publicidad? ¿Hay cambios en el sistema educativo y cultural más allá de imponer estas narrativas por decreto?
Es posible que casi no exista oferta de contratistas en educación intercultural. Existe alguna gente sabia entre los empleados de educación y cultura, dignos de diplomas impresos en inkjet pero no son escuchados. Todo lo verdadero y con valor para la Venezuela de la renta extractivista, es cada vez más outsourcing, por contrato.
Mientras la administración nacional y capitalina gastaba en su vitrina india, en la Sierra de Perijá, en el 2005 y luego en 2008 dos ancianos yukpa, Arístides Maikishi y José Manuel Romero, padre de Sabino Romero Izarra, eran asesinados a palos por sicarios, mientras el Ejército mantenía un cerco cómplice que garantizaba impunidad.
Esto se convirtió en un procedimiento persistente y las agresiones se intensificaron Todo el mundo sabía en la región, que la vida de varios dirigentes de la recuperación de los territorios yukpa, tenía un precio, una condena.
En 2008, el entonces presidente Chávez hace una declaración aparentemente favorable a los pueblos indígenas que aún confunde a sus seguidores. Seguido envía a sus operadores oficiales El Aissami y Rodríguez Chacín, a implementar una solución policial y militar al conflicto, disimulada por un plan de control social, del cual hablaremos en la próxima entrega.
A partir de 2008, se producen detenciones, abusos sexuales de funcionarios militares contra mujeres yukpa, montajes judiciales, 9 asesinatos y ejecuciones extrajudiciales, entre ellas la de Sabino Romero Izarra en 2013, ejecutada por funcionarios activos de cuerpos de seguridad del Estado, actuando como sicarios y bajo protección de unidades regulares de las FANB.
Para entonces, de visita en la capital, vimos un cartel de la Alcaldía Metropolitana, sin contexto alguno, con el rostro de Sabino, solo para adornar a la muy «insurgente» Caracas de la publicidad oficial de entonces. El diseñador de los carteles no sabía seguramente que indio era, pero le pareció cool.
En Perijá y en el sur del Orinoco continúa la represión, sin embargo…
Han puesto en el Panteón Nacional los restos simbólicos del más mencionado de los Karive, que luchó con fuerza y belleza para oponerse a la fundación de Santiago de León de Caracas, Guaicaipuro.
Nos cuentan lugareños de San Diego de Los Altos, sitio aproximado del último combate del jefe Karive, que ellos intentaron que la comitiva que buscaba los restos llegará hasta una escuela muy deteriorada de la localidad para llamar su atención. Pero los funcionarios se cansaron y recogieron, con maracas y apuros, los restos simbólicos frente a una cochinera.
Le han puesto el nombre de Guaicaipuro a la Autopista Fajardo, originario como el, pero soldado de los españoles. La figura de Fajardo en algún momento pudiera permitirle a los venezolanos comprenderse a sí mismos, verse. Guaicaipuro así presentado, no los ayuda, solo genera rechazo a unos acervos, antes sociales, y ahora fagocitados por una administración carente como ninguna, de símbolos y de ideas verdaderas.
Los laton y el foami que adorna la indianidad oficial, nos recuerdan la sentencia de Cabrujas sobre su ciudad: «conviene recordar que este es lugar de paso al norte de una empresa».
Tal vez los yukpa no puedan ir a Caracas, pero tal vez sea el fin de esa eternidad, para Caracas, de la que tanto se jactan las ciudades coloniales.
Juan Carlos La Rosa Velazco
Activista de la Organización Wainjirawa-UAIN
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