Nuevamente presidentes de las potencias mundiales se sientan a hablar del cambio climático en el conocido COP27. Casi nada se ha logrado desde el último encuentro, realizado en París: en lugar de evitar que las temperaturas promedio globales aumenten más de 1,5°C por encima de los niveles preindustriales de este siglo, se ha registrado un ascenso; mientras que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzaron este año más de 400 partes por millón, de los más altos en la historia de la humanidad. El tiempo se acaba.
Por: Paulino Betancourt
Los líderes mundiales están reunidos esta semana en Sharm El Sheikh, Egipto, para negociar sobre la mitigación del cambio climático. La reunión de dos semanas, conocida como COP27, sigue a otro año de devastadoras inundaciones, tormentas, olas de calor y sequías en todo el mundo, empeoradas por el aumento de las temperaturas promedio del planeta.
Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzaron este año más de 400 partes por millón, de los más altos en la historia de la humanidad, y el planeta acaba de experimentar uno de los veranos más calurosos que se hayan registrado.
Pero el cambio climático no es el único problema: la inflación, los conflictos, la escasez de alimentos, las interrupciones en las cadenas de suministro, el aumento de los precios de la energía no están en la agenda de discusión de la COP27. Sin contar con que aún no se ha decretado el fin de la pandemia de la Covid-19.
Con todo esto en mente, es probable que los líderes del mundo le den mayor prioridad a estos últimos aspectos, afectando los recortes en las emisiones de gases de efecto invernadero.
Por su parte, la invasión rusa a Ucrania y la crisis energética resultante ha llevado a países como Alemania a reactivar las centrales eléctricas de carbón, mientras que la escasez de gas está aumentando la demanda de combustibles fósiles.
Por ejemplo, China aprobó más de 15 Gigavatios en la nueva generación de energía a carbón. A esto hay que agregarle la preocupación mundial por la inflación, que han limitado los esfuerzos por implementar energía limpia en algunos países,
En consecuencia, uno de los objetivos del acuerdo climático de París, evitar que las temperaturas promedio globales aumenten más de 1,5°C por encima de los niveles preindustriales de este siglo, se está alejando aún más de nuestro alcance, y el tiempo se acaba.
Alcanzar este objetivo requiere que las emisiones globales de gases de efecto invernadero se reduzcan aproximadamente a la mitad de los niveles actuales para 2030, pero están a punto de aumentar este año.
“El objetivo de 1,5 grados está en cuidados intensivos”, dijo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante una conferencia de prensa la semana pasada. “Mi objetivo en Egipto es asegurarme de reunir suficiente voluntad política para hacer que esta posibilidad avance”.
¿Hay esperanzas o avanzamos al abismo?
Hasta ahora, solo 24 de los 193 países del acuerdo climático de París han intensificado sus objetivos de cambio climático, desde la última reunión de la COP.
Entonces, ¿qué puede lograr esta nueva reunión? El desafío en la COP27 no es solo aumentar los acuerdos sobre el cambio climático, sino mejorar la rendición de cuentas para poner esos compromisos en acción.
Casi todos los plazos acordados en las reuniones anteriores han excedido su fecha límite, ya que los líderes mundiales discutieron acuerdos tibios que dejaron contentos a pocos.
Si bien abundan otras preocupaciones para los países, los peligros económicos y ambientales de seguir dependiendo de los combustibles fósiles, nunca han sido más reales.
Por otro lado, algunos países están más ansiosos que nunca por abandonar el carbón, el petróleo y el gas natural. Las tecnologías de energía limpia, como la eólica y la solar, son más baratas que nunca, lo que puede socavar el uso de los combustibles fósiles en muchas regiones.
Mientras tanto, los países en desarrollo que ya enfrentan los efectos agudos del aumento del nivel del mar, las olas de calor y las inundaciones, esperan que los delegados finalmente lleguen a un acuerdo sobre cómo compensar los daños climáticos y cuál será la adaptación de nuestra especie.
Entonces, la pregunta es cómo se manifestará esto en las negociaciones, dado que los compromisos actuales son insuficientes para cumplir con los objetivos del acuerdo de París.
Cada vez es más caro cargar gasolina en los automóviles, encender las luces y calentar los hogares en gran parte del mundo. Y a medida que el hemisferio norte se acerca al invierno, se prevé que los precios aumenten más.
Frente a estas limitaciones, los gobernantes probablemente tendrán menos interés en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el corto plazo o gastar dinero para adaptarse a las temperaturas más cálidas.
Para un problema urgente como el cambio climático, el proceso de generar las transformaciones necesarias para la reducción de emisiones es angustiosamente lento. Pero es el mejor sistema que tenemos.
PAULINO BETANCOURT | @p_betanco
Investigador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat
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