Venezuela está en la unidad de cuidados intensivos de la economía y la política.
No es viable económicamente, la hiperinflación se extenderá, con y sin adecos haciéndole comparsa a las elecciones de Maduro y su combo. No hay sector económico próspero, sólo el contrabando y la corrupción siguen en pie.
No es viable políticamente, corremos el riesgo de ver surgir movimientos paramilitares que den pie a intervenciones armadas o peor aún a una “belfastización” (de Belfast, la capital del terrorismo irlandés en tiempo del I.R.A luchando contra la Corona) de la política criolla. ¿De verdad piensan los políticos de la Cuarta y Quinta República, adecos y chavistas, que el pueblo seguirá estoicamente soportándolos, oyendo sus inconsistencias, sonrisitas y jugarretas, mientras la gente muere de hambre, enfermedad y depresión?
El mundo está, como dijo el Papa Francisco, “viendo la tercera guerra mundial que ya comenzó, pero la pasan en diferido”. Es decir, cada vez es más clara la conformación de bloques geopolíticos que amenazan con chocar, en una nueva edición de la Guerra Fría, a través de países satélites. Ya sucedió en los 70 y 80. Países como el Líbano o subregiones como África central o Centroamérica, fueron territorios en los cuales las grandes potencias de ese entonces, Unión Soviética y Estados Unidos, jugaban al ajedrez con sangre árabe, latina o africana.
Venezuela tiene todos los numeritos de esa lotería. Es un estado fallido, rico en minerales, petróleo, gas, agua, tierras cultivables, mano de obra barata calificada y una institucionalidad destruida o fácilmente corruptible por empresas transnacionales. En Venezuela manda el dólar. Y está rodeada por países que obedecen ciegamente a los designios de Estados Unidos de Norteamérica, como Colombia, las Antillas Holandesas y el Brasil de Bolsonaro en la retaguardia.
Además tenemos presencia documentada de ex guerrilleros, paramilitares, miembros del ELN, la inteligencia cubana, carteles de droga mexicana y colombiana, megabandas criminales y una metástasis de corrupción en el 100% de los cuerpos policiales, tanto los nacionales como las policías regionales. ¿Qué más necesitan saber? Somos una res abierta en canal, dispuesta al saqueo de todas sus riquezas con la anuencia y participación económica de quienes se suponen que deben defenderla: las fuerzas armadas nacionales (sí, en minúscula).
Y si hay una guerra mundial soterrada… ¿Por quién tomará partido la sociedad venezolana? ¿Nos dejaremos arrastrar por Cuba y Maduro a formar filas con China, Rusia, Irán y las guerrillas colombianas? Con los Turcos no cuenten, porque esos saben contar. Más que una lucha geopolítica, viene una lucha entre bloques económicos y visiones del mundo. En dos platos: oligopolios dictatoriales como China, Rusia, Cuba, Venezuela o Irán en contra de naciones con democracias liberales, libre mercado económico y espacios de tolerancia y respeto a la diversidad y los derechos humanos como Estados Unidos, Canadá, Mercosur y la Unión Europea. ¿Con cuál de los dos bandos somos más afines emocional, económica y culturalmente los venezolanos?
Si quedara un solo hombre decente y patriota en las fuerzas armadas venezolanas ya debería estar haciéndose esa pregunta. Y pensando en cómo finalizar esta tragedia que nos arrastrará a guerras civiles y acciones extranjeras. Por otro lado ¿habrá algún dirigente civil con visión de Estado? Habrá algún opositor capaz de romper con la ridícula idea de ir a las elecciones parlamentarias “porque así lo exige la Constitución” (obviando cínicamente que esa misma Constitución ha sido eliminada de facto por Maduro y la ANC en los últimos cinco años). Sólo un milagro político cambiará el destino de Venezuela.