Vivimos bombardeados de noticias. Hoy más que nunca estamos expuestos a todo tipo de información que llega a afectarnos directa o indirectamente en lo emocional y psicológico. No solo nuestra cotidianidad y nuestros problemas nos agobian, sino que también lo que vemos que pasa en el mundo, las tragedias ajenas y también la felicidad extrema de otros pueden causar estragos en nuestra manera de sentirnos.
Tradicionalmente el bienestar psicológico ha sido identificado con la emocionalidad positiva, la tranquilidad emocional y la ausencia de emociones negativas. Hablamos de bienestar psicológico para referirnos al equilibrio emocional que experimentamos. Pero implícitamente el bienestar está identificado con los afectos y también con la personalidad. Una persona se siente feliz o satisfecha con la vida si experimenta durante más tiempo y en mayor frecuencia, mayor cantidad de afecto positivo.
El interés por el estudio del bienestar psicológico tiene sus raíces en el período en que, para Inglehart (1977), emerge lo que denomina una crisis de valores en las sociedades industriales avanzadas, lo cual que dio lugar a un cambio cultural con el que se consolidaron los valores posmateriales. La exigencia laboral, la competitividad, el estrés permanente empezó a abarcar cada vez más la atención de la búsqueda por conseguir un equilibrio en las emociones.
Existe un amplio consenso en considerar que el bienestar psicológico, como ámbito de estudio científico, tiene tres características principales:
1. Se basa en la propia experiencia del individuo, es decir, es subjetivo y personal. Depende de la percepción y autoevaluación de cada uno. Incluye algún tipo de evaluación global sobre toda la vida de una persona (generalmente denominada satisfacción vital).
2. Aunque el contexto físico y material se admite que influye sobre el bienestar psicológico, no es visto como parte inherente y necesaria de este.
3. Incluye medidas positivas y no solo (la ausencia de) aspectos negativos.
Para algunos autores, el bienestar psicológico involucra un sentido de propósito, un sentido de crecimiento personal y el establecimiento de buenos vínculos personales. De esta manera podemos ver cómo el bienestar llega a ser hoy en día un constructo mucho más amplio que la simple estabilidad de los afectos positivos a lo largo del tiempo, denominado por la sabiduría popular como felicidad. El bienestar psicológico es una dimensión fundamentalmente evaluativa que tiene que ver con la valoración del resultado logrado con una determinada forma de haber vivido.
El éxito de las personas para alcanzar sus metas y tener bienestar depende en gran medida de las estrategias utilizadas y de cómo pueden afrontar los inconvenientes que les plantea el ambiente. Al mismo tiempo, no todas las estrategias son igualmente útiles para todas las personas y para todos los ambientes.
Lyubomirsky (2007) diseñó una serie de actividades con el propósito de mejorar el bienestar. Estas tareas estaban basadas en contar cosas buenas que les habían sucedido a las personas, escribir cartas de gratitud, visualizar el mejor self futuro mediante técnicas narrativas y utilizar técnicas de saboreo (savoring) respecto de los buenos momentos. En todos los casos, los grupos experimentales a los que se les instruyeron las tareas obtenían ganancias significativas en los niveles de bienestar psicológico.
El bienestar es una experiencia humana vinculada al presente, pero también con proyección al futuro, pues se produce justamente por el logro de bienes. En este sentido el bienestar surge del balance entre las expectativas (proyección de futuro) y los logros (valoración del presente), lo que muchos autores llaman satisfacción, en las áreas de mayor interés para el ser humano y que son el trabajo, la familia, la salud, las condiciones materiales de vida, las relaciones interpersonales y las relaciones sexuales y afectivas con la pareja. Esa satisfacción con la vida surge a punto de partida de una transacción entre el individuo y su entorno micro y macrosocial, donde se incluyen las condiciones objetivas materiales y sociales, que brindan al hombre determinadas oportunidades para la realización personal.
De tal manera que poner en ejercicio algunas actividades básicas de autoevaluación para mejorar nuestro sentido de bienestar, tales como la gratitud, identificar nuestras fortalezas, reconocer lo bueno que tenemos y tomar algo de distancia de las redes sociales, mejora nuestro nivel de bienestar y pudiera disminuir los niveles basales de depresión.
KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve
Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.